Como si hubieran salido de la piedra que las contiene, o como si formaran parte de un imaginario ritual bajo tierra, las obras de Sima que José Utrera exhibe en la Cripta Jesuítica (Colón y Rivera Indarte), revelan sin mostrar demasiado.
En los últimos años, el artista emprendió cada viaje al sur argentino como un conocimiento no sólo de la cultura de su país, también como una manera introspectiva de volver a pensar su obra a partir de aquel deseo. En Fueguía, su proyecto anterior (2013), la acuarela fue medio para estos descubrimientos (http://utrerajoseacuarelas.blogspot.com.ar). Pero en Sima, la imagen se vuelve más densa. "Pasé aquí a gran formato, a otra técnica, a otra conexión con la pintura, más lenta, más tardía", cuenta Utrera en diálogo con VOS.
En las obras de Sima hay otro componente, afirma: "el riesgo es otro y apelo a otra situación". La "exploración espontánea" de Fueguía, dio lugar a una vivencia muy diferente del proceso pictórico, ahora más abierto e inacabado, explica. "Me interesa lo que pasa en el momento de pintar, el trance". Es lo que sus palabras captan sobre una experiencia entre física y mental.
El transfondo de la historia, la antropología, ese interés que despierta en el artista el encuentro con las antiguas culturas sureñas, fue cambiando su presencia en las pinturas que habitan la Cripta Jesuítica como un camino que se parece mucho al descubrimiento azaroso.
Oración
"Quise hacer síntesis", asume el artista. Los viajes al sur, fuente de inspiración inagotable, salen a luz en Sima en algunas obras bautizadas con nombres de canciones y plegarias. "El momento de pintar es como de oración, una situación especial aislada de todo", sostiene Utrera. En Sima, la conexión con la materia y el espacio es más importante y la estética fue consecuencia de una búsqueda técnica, en el acto de pintar y dibujar: "despojé el color y trabajé con monocromías y sepias diferenciados, con una intención de dibujo, tramas más y más claras, de allí voy y vengo, ocultando o haciendo presente, entre la intuición y la razón", detalla sobre ese proceso en el que puede "estar así un día entero, hasta lo que de el cuerpo".
"Estaba muy saturado y esto me abría", relata. Algunas alusiones figurativas permiten distinguir en medio de las tramas algún bote, aunque Utrera reafirma la abstracción de estos trabajos. El artista se valió de papel carbónico para "crear una trama rápida para grandes superficies", en las que hay vestigios de bosques y volcanes, o un enorme hueco en la tierra para alguna ofrenda cubierta de una textura seca, árida. En fin, "una mirada a la naturaleza".
Jorge Utrera define a estas obras recientes como "espacios inciertos". Sima es lo profundo, la hondonada, en el idioma castellano, pero en la lengua yámana significa agua. Ambos sentidos confluyen en la Cripta, espacio subterráneo de más de tres siglos que el río se empeña en penetrar a veces.
El "dibujo ortodoxo" en blanco y negro ("en un movimiento inacabable que me gusta"), también forma parte de su actual serie, a la par de otras obras en rojo y amarillo, excepciones éstas de la monocromía terrosa, sepia, a veces atravesada de azules que domina la muestra. En la obra más reciente, Utrera regresa a una forma cónica que en esta ocasión demarca pequeñas zonas geométricas. Dadas las circunstancias y los testimonios del artistas, es inevitable que el ojo no lo asocie a un espacio mítico.
Programación 2014
En la Cripta Jesuítica, espacio a cargo de Jorge González, seguirán este año las exposiciones de Dante Montich, Fabio Egea, Nina Molina (con una instalación pensada para el lugar); Miguel Sablich (que presentará además de su obra, un libro sobre estética de su autoría); y Cristina Macías.
"Sima"
Museo Cripta Jesuítica (Colón y Rivera Indarte). La muestra de José Utrera se podrá visitar hasta fin de mayo. Horarios de visita: lunes a viernes de 10 a 15. Entrada gratuita.
En Sima, que exhibe en la Cripta Jesuítica, José Utreta regresa al sur, para conectar la cultura de sus antiguos pueblos con el ritual del acto creador.