El arte se hace lugar

“Desdibujar límites, acercar mundos para que el arte se revitalice, rescatar lo extraordinario en lo cotidiano”. Así define Eva Ana Finquelstein a Galerías Efímeras, el proyecto que coordina desde 2010.

En el mes de diciembre, Eva lanzó un nuevo ciclo dentro de este proyecto que pone a prueba las convenciones del arte: “Expectativa Cero”. Hubo dos eventos, y para el próximo viernes 8 de enero a las 17, después de Navidad, fin de año y Reyes, llega Gabriela Grimaux, artista de La Rioja, quien junto a su invitada Ayelén Argañaraz presentarán Fresca, lo cotidiano de la resaca. La cita no es en una galería de arte sino en el Cotillón Ruta 20 (de Marta Mansilla), ubicado en avenida Fuerza Aérea 4521.

“Tender puentes, desde las personas comunes hacia el mundo del arte y no al revés. Desde la comunidad hacia los artistas, hacia las obras, abrir una puerta para que dialoguen dos mundos que no son ni tan ajenos ni tan diferentes, y que se puedan nutrir mutuamente”. Ese es el deseo de Eva Ana Finquelstein.

Con mirada retrospectiva, cuenta que Galerías Efímeras siempre hizo foco en la carnicería La Paz, en barrio jardín, comercio de la familia Rintisch. Con todo lo que “simbólicamente se pueda inferir a partir de abrir una galería de arte en una carnicería”.

Las muestras siguientes sucedieron en verdulerías donde exploró, dice la artista, otras poéticas. Con “Expectativa cero” quiere ampliar aún más el espectro haciendo muestras en locales comerciales como un cotillón, un cine porno, una playa de estacionamiento, una librería escolar, panadería, despensa, vivero, farmacia, tienda de telas, ferretería, inmobiliaria, hotel, espacios en la naturaleza o un teléfono celular. El lema es: “Adaptarse y adaptar muestras y obras a contextos alejados del cubo blanco de las galerías tradicionales”.

Otra idea al abordar estos espacios fue la de contaminación, “la de permitir que el contexto se integre a la obra de arte, desestimando la noción del artista produciendo en la burbuja aséptica del taller, alejado de las problemáticas y el entorno que le da vida a su obra”. Ya que “toda obra da cuenta inevitablemente de las condiciones políticas, económicas y culturales en las que se gestó”.

Diciembre intenso

Con “Expectativa cero” propone a los artistas invitados trabajar “en profundo contacto con lo cotidiano como potencial y no como limitación”. Las dos primeras muestras del ciclo fueron satisfactorias, afirma Eva. Con “Cascabeles de papel- I.A.”, de Manuel Molina en la librería Amerindia, los clientes se encontraron libros-obra del artista entre los títulos en venta del local. Su propuesta “estaba orientada a que las obras fueran un descubrimiento inesperado, ya que carecían de señalética”, cuenta. “Muchos libros vendidos llevaban otra obra silenciosa, señaladores con fragmentos de un poema”, agrega sobre una obra a la que accedieron “tanto las personas informadas como clientes inadvertidos”.

En la segunda entrega, en la carnicería La Paz, se hicieron las performances Sed de ser, de Patricia Valdez y el colectivo Las Freedas, y Formas de medir la distancia VIII: tapices mnémicos-costura de ojos, de Indira Montoya. Las acciones sucedieron en la vereda, y despertaron curiosidad. “Vecinos y transeúntes se detenían a observar, sacar fotos, preguntar y comentar”, recuerda Eva.

Adentro del local estaba la obra Abastecimiento LA PAZ-EN ROJO, de Natalia Primo, que tuvo una previa con intercambio de objetos rojos con los clientes habituales, que finalmente se exhibieron en las góndolas con la proyección de un video en el que los vecinos eran entrevistados.

En verdulería La Rusa, de Ivana Videla, Cecilia Rojas y Exequiel Córdoba, Hugo Albrieu presentó Aproximaciones Populares, una fotoperformance en formato de publicación, un almanaque 2016 de la verdulería, obra que reflexiona sobre las supuestas distancias entre el arte de elite y el arte popular.

Destaca Eva que durante las muestras no se interrumpe la atención al público del local.

Arte y vida

“El arte contemporáneo ha ido desdiferenciándose de la realidad. Lo más común y corriente puede ser lo extraordinario y una obra de arte en una galería puede pasar completamente desapercibida volviéndose inocua y obsoleta”, reflexiona la artista y performer.

Las primeras intervenciones en los comercios consistían en un señalamiento con fotos, recortes, reflexiones, dibujos de niños, que revelaba de paso la acción de sus dueños transformando con un simple gesto un ámbito comercial y público en un espacio íntimo donde poner en común con los clientes parte de su singularidad, analiza.

“Galerías Efímeras detectaba situaciones que conocemos: espacios en locales del barrio, escritorios de oficinas públicas o salas de espera, donde debajo del vidrio los empleados colocan fotografías, cosas personales que quedan a la vista de todos”, detalla. El proyecto ponía la mirada en la gente, sus acciones y sus espacios, y no en el arte y los artistas.

A Eva le interesa mostrar “cómo el arte ocurre por fuera de los espacios de arte propiamente dichos”, allí “donde las personas habiliten un ámbito de expresión”, buscando “intercambios, idas y vueltas, apropiaciones sin la prepotencia del arte, diálogos fluidos que permitan cuestionar las lógicas más aceitadas del arte legitimado”. 

El viernes toca cotillón

"En la biología existe una denominación interesante, el nicho ecológico", explica Eva Finquelstein para hablar de la experiencia de Gabriela Grimaux, fundadora de La Casa en La Rioja, invitada a la próxima entrega de Galerías Efímeras. Dice: "Un nicho es un término que describe la posición relacional de una especie o población en un ecosistema. El arte ocupa un nicho ambiguo y los artistas son especialistas en crear nuevos nichos u ocupar de nuevas formas nichos preexistentes refuncionalizándolos". Así, "el proyecto La Casa supo crear y refuncionalizar un nicho. Una casa de familia paso a ser un espacio de arte sin dejar de ser un hogar, y dentro del ecosistema del arte riojano, se establecio como zona de arte periférica, limítrofe, creando su propia comunidad".

Los nichos ecológicos muchas veces son producto de la carencia, de la falta, opina en relación al espacio de Gabriela, que abrió un lugar "accesible y amigable donde mostrar y compartir por fuera de las trabas burocráticas", un ámbito donde puedan estar "todos aquellos que no entran en espacios ya establecidos".

Un nicho se abre como un hueco y los organismos necesarios para ocuparlo crean en el su nuevo ecosistema, dice Eva, "asi La Casa se abrió en el vacío, respondiendo a una falta y a su vez creando nuevas demandas, nuevas posibilidades". Sostiene que es "reductivo pensar que es solamente una casa donde se muestra arte, se trata de la respuesta de la comunidad a sus propias necesidades, la formulación de una propuesta como solución, ciertamente es un proyecto propositivo de y hacia la comunidad".

Afirma que "es interesante notar y destacar cómo los proyectos periféricos se interesan en la vida política de la comunidad". Son "microeconomías, micropoliticas en ámbitos cotidianos". Proyectos "que se construyen y sostienen colectiva y comunitariamente con campañas de donación o con jornadas de trabajo grupales, sin financiamientos oficiales ni sponsoreos de ningún tipo, y gozando de las libertades que ello acarrea".

Eva consigue que las palabras que nombran al mundo cotillón se vuelven visualidad pura: "relleno, guata, tergopol, mesas y sillas en cualquier estado, tarimas, cuerina de cualquier color, vasos, copas, tornillos, fotos, pintura, tablas de elástico de cama, aglomerado y fibrofacil, cola vinílica".

La obra de Gabriela Grimaux en Galerias Efímeras será en la semana de resaca, semana post fiestas, en sus propias palabras, "un intento de mostrar el decante fresco, crudo prácticamente, de una experiencia puntual: los límites de lo público y lo íntimo".