Cuando recibe el llamado de VOS, Tec está subido a un andamio de unos pocos metros de largo. A pesar del espacio exiguo, esa plataforma suspendida ha sido el lugar en el que más tiempo pasó en los últimos 30 días. Lo ha hecho por un objetivo noble que está muy cerca de cumplirse: pintar el mural más grande de toda la ciudad de San Pablo. Así que cuando el artista cordobés atiende el teléfono y escucha que del otro lado la voz no habla en portugués sino en un castellano muy parecido al suyo, suelta una risa y mira la autopista Minhocão desde su posición privilegiada. “No se me ocurre mejor lugar para hablar del mural”, dice sobre esta obra de 64 metros, plasmada en un edificio de 18 pisos ubicado en la calle Amaral Gurgel de la ciudad brasileña.
Aunque el trabajo sobre la pared le demandó cerca de un mes, el proyecto comenzó mucho antes, entre bocetos, planificaciones y las autorizaciones correspondientes. Radicado en San Pablo desde hace algunos años, Tec vio el potencial artístico de la ciudad casi desde su llegada. No sólo por su arquitectura, sino además por la llamada “Ciudad Limpia”, una ley promulgada a fines de 2006 que prohíbe la publicidad en veredas y medianeras de edificios. “Fue una ley revolucionaria, porque San Pablo es una ciudad muy consumista, y hasta entonces eso era un descontrol para la publicidad”, comenta desde las alturas.
“Eso para mí, que trabajo en la calle, fue algo muy tentador. Era una buena oportunidad para el muralismo, porque no tenés que competir contra las empresas, algo totalmente desigual”, agrega Tec, nacido en Córdoba hace 40 años. A partir de esa situación se le ocurrió trabajar en una obra de grandes dimensiones sobre algún un edificio, a la medida de una ciudad inmensa como San Pablo. “Si querés hacer algo de impacto acá, tiene que ser mínimo de 10 pisos. Así que cuando finalmente conseguí una construcción que tenía 18, me pegué lindo cagazo, pero puse manos a la obra”.
El edificio en el que se encuentra el mural está frente a una autopista que conecta la zona este y oeste y la región central de la ciudad, un área que tiene “la arquitectura más linda, pero la más decaída”, en palabras de Tec. “Es una zona medio bajón. Para mí estos son los lugares que más necesitan de arte público y no tanto los barrios de moda, en los que hay muchas cosas lindas para ver”.
“El lugar donde está el mural es muy particular. Es una zona donde no entra la luz y queda como una especie de sótano de la ciudad, como en la 25 de mayo de Buenos Aires”, compara. Una vez encarado el proyecto, buscó el patrocinio de algunas marcas para solventar los gastos, pero imponían algunas condiciones que no quería aceptar. “Eran empresas copadas, pero no me podía hacer entender que ellos tenían que bancar una obra de arte. Para los gerentes de marketing, si no había un beneficio directo, no apoyaban. Para ellos, el dibujo tenía que remitir en alguna parte a la comunicación de ellos. Y eso me rompió un poco los huevos, porque estábamos cerca de lograrlo, y ceder en ese terreno me exponía mucho en una gran ciudad. Ya llevo 20 años de hacer street art y quería tener libertad total”.
Llegado ese punto, evaluó una posibilidad jugada pero histórica: hacerlo de manera independiente. Fan de la cultura rock y del cuarteto (es amigo de Carli Jiménez y en Córdoba hay un mural suyo que representa la secuencia de una pareja en un baile), Tec vendió su auto para tener algo de espalda financiera y decidió hacerlo a su manera. “Era mucho trabajo: desde llevar los papeles a la municipalidad hasta hablar con los vecinos del edificio. Tuve unas cinco reuniones de consorcio con los dueños, no fue fácil. Les conté qué iba a hacer, pero la condición era que no se los iba a mostrar primero. Finalmente aceptaron y eso también hizo del proceso algo muy interesante y lleno de anécdotas, porque estuve un mes trabajando ahí, en su edificio, en algo que ellos no sabían bien qué era. Pero pude hacer lo que quería, me puso muy feliz”.
La obra, una especie de hombre urbano hecho de calles y avenidas transitadas, ya es una marca en la ciudad. “Ahora extraño un poco mi auto, porque lo vendí en la primera semana y ahora tengo que ver cómo llevarme las cosas de nuevo a mi casa”, bromea.
En uno de los blancos del mural está escrito “Los Redondos”, como si de una firma se tratara. ¿Un homenaje a Patricio Rey? “Fue la banda que me demostró que las cosas se podían hacer de forma independiente y de buena calidad. Cuando conocí su actitud ante el sistema, se volvieron un referente para mí. Así que este mural, el mayor trabajo de mi vida, se lo dedico a Los Redondos por la manera en que fue hecho”, concluye.
El artista cordobés acaba de finalizar el mural más grande de San Pablo. Y lo hizo de forma independiente.