Expositores, góndolas y mesas de inquietante pulcritud ofrecen a la venta patas de chancho, dedos humanos encerrados en frascos y entreveradas formas orgánicas con pinta de cerebros y excrementos justamente llamados “sorebros”. ¿Una cadena de supermercados fundada por el Dr. Frankenstein? No, es el “Mercadillo Lambas” de la artista Sheila que abre hoy al público, primera muestra individual en el que se despliega de manera integral su singular repertorio de productos para el gran público, entre la ironía morbosa y la seriedad artesanal, el aura y la copia de la belleza.
Los carteles retro replican a un mercado popular hecho galería: “Jabón Oret” o “Chocolate Dulzoret” señalan con nombre escatológico a objetos serializados de colores pop hechos de yeso, glicerina o resina entre los que hay bizarros jabones, bocas de dientes apretados o una suerte de bollos de tripas o sesos llamadas “Lambetas”. “'Mercadillo Lambas' es una puesta en escena que intenta imitar a un mercadillo”, dice Sheila. La muestra, iniciativa de galería Plataforma y El Gran Vidrio, abre hoy con sorteos, venta a precios accesibles y porciones de torta para ofrecer al público.
“La muestra surge en principio porque trabajo con objetos chiquitos, en repetición. Los hago en casa con mi hija al lado, en la cocina, en el baño, por eso se formó el mercadillo, porque podía trabajar en mi casa de esa manera”, revela la artista. En ese sentido, “Mercadillo Lambas” es industrial en su planteo serial pero casero en su tirada limitada y en el cuidado dedicado a las piezas. “Me inspiré en mi hermano, que es diseñador industrial y hace piezas en serie”, dice Sheila.
Placer y rechazo
La misma ambivalencia es la que se desplaza hacia el efecto de las obras en el espectador: en el imaginario de Sheila asco y placer estético van de la mano. “Me gusta que a la gente mi trabajo le cause impresión y a la vez sensación de belleza”, sostiene. ¿Por qué las extremidades, lo orgánico, la aberración? Sheila: “Está el alimento, que son los chocolates, los jabones para lavarse las manos, después los sorebros, lo que uno expulsa. Las bocas, para comer. Existe una conexión extraña ahí”.
Lo que sí es seguro es que, en sintonía generacional con producciones como Doble Mi de Luciana Martínez, “Mercadillo Lambas” busca revertir el elitismo artístico (comercial) y, ya sin ironías, bajar los precios para que el arte -aún separado de la artesanía- pueda llegar a todos los bolsillos.
Y eso borrando también los límites entre objeto artístico y simple objeto, arte permanente y efímero, fronteras que Sheila conoce desde la época en que fabricaba sombreros elegantes y nada frankenstenianos. ¿Qué es arte y qué no? “Para mí también eran arte los sombreros. Era difícil hacerlos, pequeñas joyas, laburaba por encargo. No puedo separar una cosa de la otra”, concluye.
La muestra."Mercadillo Lambas" de Sheila abre hoy a las 19.30 en el Galpón de El Gran Vidrio (Av. La Voz del Interior 6350). Sigue durante todo julio.
Sheila abre un mercado de arte bizarro con obra que tienen formas de cerebros, excrementos y vísceras llamado “Mercadillo Lambas”. El propósito es así y todo causar placer estético y propiciar la venta artística.