Lo espectral como síntoma, doblez, silueta, presencia y ausencia y, fundamentalmente, dibujo: así lo entiende y aglutina la muestra colectiva “Fantasma sucio” del Genaro Pérez, que reúne trabajos de más de 20 artistas con curaduría de Gustavo Piñero y Juan Juares. Bajo los ejes de la disciplina expandida –al cuerpo, la historieta, la acción, la animación, el género, la tela, el mural-, la diversidad generacional y de territorios –hay firmas de Córdoba, Tucumán, Buenos Aires, Rosario, La Pampa y Uruguay-, la exhibición funciona como faro térmico de una práctica ancestral que levita entre ruinas en el acoplamiento mugroso de técnicas, soportes y lenguajes.
Así es posible apreciar las tan concretas como difusas acuarelas de Cuqui que hacen de crónicas gestuales del Festival de Cine de Mar del Plata; el mosaico de identikits anónimos que captan el carácter singularmente intercambiable de la población mundana a cargo de Juan Reos; o los frescos cósmico-nocturnos de Natalia Homes, que reviven con lucecitas eléctricas a Paul Klee en un basural simbólico acumulativo en que se delinean tazas, joysticks, lápidas, casetes, una cabeza de caballo y otra de Astroboy.
“Fantasma sucio” también incluye un montaje heterogéneo que homenajea la década cumplida por el ciclo Mini-Contemporáneo (obras gráficas de pequeño formato), creado por Juares; e intervenciones como la del equipo universitario de investigación Desde el Dibujo coordinado por Cecilia Irazusta, que la semana pasada convocó al público para trabajar sobre un gran rollo de papel en torno a la muestra. Para febrero, antes del cierre, habrá una jam de grabado.
Si bien en un principio lo que destaca es la mezcla, ciertos paralelismos estilísticos, estéticos o temáticos se sugieren como trazos latentes. El humor gráfico desplazado de Tamara Villoslada, por ejemplo, comparte lógica de cómic autorreferencial femenino con la tira escatológica “Gerardo, el extraterrestre de la caca” de Yazmín Sirur Kaindl, aunque la elegancia zen de la primera contrasta con el desparpajo punk de la segunda; ambas triangulan con Irana Douer, que representa sutiles desnudos de mujeres a lápiz en postales lésbicas de Kamasutra con un discurso afín de espejo biográfico.
Relatos sobre planos
¿Cuál fue el criterio curatorial? “Queríamos marcar diferentes poéticas del dibujo, desde una que lo utiliza para el relato gráfico a las que se apropian del espacio con la abstracción, como hizo Guillermo Mena. Si bien quisimos ser los más objetivos posibles, al ser una curaduría de artistas primó lo que nos atraviesa, que es el relato –señala Piñero-. Sí es cierto que las obras se pueden ordenar. En algunos casos se trabaja específicamente lo extraño, lo extraterrestre, como las remeras o collages de Lihue Pumilla, la instalación de cajas de Juan Suárez o la maqueta urbana de Cho Bracamonte, en las que asimismo está presente lo urbano. El telón gigante de Carlos Aguirre, que se usó de fondo para recitales, se relaciona con las obras de Santiago Rey y Mario Scorzelli. Nacha Vollenweider retrata la importancia del dibujo y la bitácora para el artista viajero, que en vez de registrar la experiencia con fotos lo hace con dibujos y así señala el territorio. Ella dialoga con Mauricio Cerbellera, dibujante científico cuyas obras remiten a las reproducciones naturalistas de las enciclopedias históricas. Y con el trabajo procesual de Marina Ercole, que hace dibujos, los escanea, los vuelve a trabajar en la ‘compu’, los diseña e imprime, y con esa multiplicidad arma un ecosistema”.
Y completa: “La muestra no solo incluye diferentes formas de encarar el dibujo sino también a varias generaciones. Hay artistas muy jóvenes como Soledad González. Ella se tatúa sus dibujos en el cuerpo. Para llegar a eso hace dibujos en cítricos como investigaciones, y de ahí surgió la idea de invitarla a que los exhiba con los autorretratos fotográficos en que se ven sus tatuajes. Entonces es posible contemplar cómo los limones se van pudriendo a la vez que los dibujos se transforman, igual que sucede con el soporte de la piel al que están destinados. Después hay artistas que nos parecía bueno invitar porque también reflejan los territorios en que viven. Sucede con los trabajos de Marisa Rossini y Marcos Figueroa, ambos de Tucumán. Este último trabaja con alambres de púa generando dobles sentidos y lecturas”.
La contaminación parece ser la propia fuente de reaparición del intangible dibujo, que se pasea incansable entre los milenios clásicos y la casa embrujada contemporánea. “Si bien en la Historia marca un continuo, en los últimos años hay un retomar del dibujo, veo artistas que vuelven a él con frescura. La práctica lo que tiene es la posibilidad de experimentación, cómo actúa con el accidente. Invitamos a Mónica Heller de Buenos Aires a hacer ese video que es la historia de un gato ("El gato sangrante y el corazón barbudo"), que parece hecho directamente sobre tablet y evidencia mucha libertad, tanto en la narración como en la resolución gráfica”, cierra Piñero.
Para ver. "Fantasma sucio" se exhibe en museo Genaro Pérez (Gral. Paz 33) de martes a domingos y feriados de 10 a 20. Hasta el 26 de febrero de 2020. Entrada libre y gratuita.