Sí, se lava ropa en el Museo Caraffa. Primer piso a la izquierda. Allí hay un moderno y silencioso lavarropas Drean y espacios para tender adentro y afuera. No es producto de la crisis, que ha obligado al museo a reinventarse: es la propuesta de Armando Tanús, artista devenido momentáneamente en lavandero.
Nunca trabajó en una lavandería. Vestido de Boy Scout, Armando Tanús recibe la ropa de la gente y cuando se acumula un montoncito empieza la tarea propiamente dicha de lavar, ese acto íntimo, cotidiano y poco poético que de repente se realiza en público y transmite un mensaje fuera del tedio. "Estamos acá para servir a la comunidad, siempre listes", dice al ser interrogado por su acción artística.
"No, yo no estoy haciendo una performance –le aclara a un chico que le pregunta al pasar– yo lavo ropa". Su nueva función se da en el marco del "Premio Cultura Olmos", una iniciativa de Patio Olmos orientada a jóvenes artistas.
Las obras alrededor están quietas, como cabe esperar de las obras de un museo. Son impresionantes, pero se quedan en su lugar. En la muestra de Tanús, la ropa tendida (toda ropa que la gente trajo) baila al viento, las prendas se acumulan o se bambolean en el tambor del lavarropas, mientras Tanús hace su tarea. Le pregunta diligentemente a los curiosos si vienen a lavar su ropa, y ante la negativa les ofrece la opción: "Ya sabés, si tenés que lavar ropa estoy acá" o "No hay problema de que te quedes desnudo, si total es un museo, nadie te va a decir nada".
Enchufa el lavarropas. Recibe la ropa. Entrega a cambio un recibo tipo factura donde se lee "Telas lavo" y "¡Yo lavé mi ropa en el Museo Caraffa!". Pero de todo el comprobante, lo que destaca es un "Telas lavo es una iniciativa con el fin de mostrar a la sociedad que el arte está para servirte. Hoy y siempre!".
"Están vigiladas por cámaras", asegura, serio, Armando. De cualquier forma, la prenda más valiosa ahí parecen ser las banderas, aunque queda a cargo de cada uno el valor emocional que puede haber detrás de una raída y tímida remera blanca, por ejemplo.
Al comenzar el día, va por el recibo número 58. Es decir que el día de la inauguración, el 12 de diciembre,57 personas llevaron sus prendas. Armando resume ese día en que terminó de lavar a las 22.30 (aunque el museo cierra a las 20) contando sobre una pareja trajo kilos de ropa y la intervención de una artista, Jazmín, que empezó a sacar una tanga detrás de otra para lavar. "Una tanga infinita", se ríe Armando.
Cuando el artista es interrogado por el mensaje de la muestra, arrebata el lugar de entrevistador para pedir "¿y, tú que me dices?", mientras invita a mirar la ropa colgada. Señala las banderas y ennumera: "Estuve lavando las banderas de Chile, Bolivia, Argentina y México, y hoy traen una de Colombia. Las únicas que no lavo son las Whipalas ni las de la comunidad LGTBIQ+ porque no hace falta".
La bandera más grande es la de su tierra natal. Armando es Mejicano y explica que hace "doce años menos dos" que vive en Argentina y resalta que siempre se sintió unido a este país. "Nuestros países son como espejos, mientras acá tenían a Menem, allá teníamos a Salinas, nuestro neoliberal más putrefacto", manifiesta.
Un hombre, al pasar, le comenta que las banderas no se lavan, pero nada puede sacar al artista-niño explorador de su papel: "Claro que sí, están sucias", responde. El hombre es mejicano y le discute cuando dice que el emblema con el águila está manchado de sangre.
Hay una razón más para esta muestra. Al consultarle sobre el origen, y sobre cómo entró en relaciones con Drean para conseguir su colaboración ("Me parecía la marca más adecuada porque es cordobesa", aclara) explica que siempre tuvo la idea pero nunca había podido hacerla. Y dice: "Y, es que… nunca había podido hacerme con un lavarropas". Mientras, el aparato continúa su tarea, en silencio.
Para ir
Museo Caraffa (Av. Poeta Lugones 411).Las próximas fechas para lavar ropa son: este sábado 21 de diciembre a las 18. El 11 y 22 de enero a las 18. El 5 y 19 de febrero a las 18. El 4 de marzo a las 18.