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Marcela Bosch: “Me interesa trabajar con los conceptos de lo sublime y lo siniestro”

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Hay obras que encierran historias, pedazos de tiempo, grandes o pequeños núcleos de experiencia que se van filtrando hacia el arte. A veces no hay manera de dar cuenta de ese goteo de la vida en las cosas que hacen los artistas. Otras veces se puede tirar del hilo, hacer que la obra hable y revele algún secreto, más allá de lo que muestra a simple vista.

Como si fuera un tesoro, Marcela Bosch guardó durante años un papel japonés que evitaba utilizar, a la espera de que surgiera la imagen apropiada. Un día tuvo en sus manos, a modo de pago, un billete que nunca había visto. Lo observó con atención. Era como mirar por primera vez un paisaje desconocido. Aparecieron preguntas y sensaciones nuevas.

De esa trama de acciones y emociones surgió El capital , un collage digital de fotografías con el que la artista cordobesa ganó el segundo premio adquisición en el décimo aniversario del Premio Itaú de Artes Visuales, un certamen que ha consolidado su prestigio. La obra está compuesta por billetes “deconstruidos”, fragmentos de paisajes que han sido liberados, desenganchados del dato numérico (su valor monetario) y recuperados en su condición de imágenes.

“Hace un tiempo me pagaron una obra con un billete de $ 1000, entre otros. Como era la primera vez que lo veía, me puse a mirarlo con detenimiento reparando en el paisaje de una de sus caras. Es un campo que transmite tranquilidad, colorido y luminoso. Me hizo pensar en cuántas sensaciones diferentes están relacionadas al dinero: seguridad, confort, estabilidad, poder  planificar. Y en que la falta del mismo representa  lo opuesto”, señala la fotógrafa y artista visual.

Y añade: “Pensé en las cosas que se compran con ese dinero: ¿El tiempo? ¿El trabajo? ¿El territorio? Y cuál es el límite de lo que necesitamos para sentir bienestar. ¿Hay un límite? ¿Cuál es? El dinero está presente en todo lo que nos rodea, como el paisaje”.

–¿Qué procedimientos utilizaste para realizar la obra?

–Tuve la idea de sacar fotos a todos los billetes argentinos actualmente en curso para poder observarlos en mayor escala. A medida que procesaba las imágenes, más me llamaba la atención el protagonismo del paisaje a modo de dibujo japonés, muy sutil y detallado. De ahí surgió la idea de ir extrayendo información de unos y otros, de mezclarlos para que el valor se volviera simbólico e indefinido.

Vivir con lo mínimo

–¿“El Capital” pertenece a una serie más amplia de trabajos?

–Sigo trabajando en una serie con el material que obtuve de esas investigaciones. Creo que me ayuda a seguir pensando en las preguntas que me fueron surgiendo cuando comencé el proyecto.

–¿Te interesa indagar específicamente el tema del dinero? ¿Ya venías investigando en esa línea?

–No he trabajado específicamente el tema dinero anteriormente, pero sí  hay un proyecto que creo que se relaciona mucho. Hace unos años comencé  una serie multidisciplinaria con fotografía, pintura y fundamentalmente dibujo, basada en retratar distintas especies de claveles del aire o Thillandsias. Este proyecto se gestó en un momento de crisis personal. Encontré un clavel del aire y pensé que dibujar algo tan intrincado me iba a distraer. Buscando documentación del tema encontré la definición que le da sentido a toda la producción. Estas plantas no son parásitas sino epífitas, o sea que sólo necesitan un lugar donde apoyarse, sol y aire. Si caen al suelo, mueren. Tienen que habitar lugares altos, donde el aire es más puro. Me conectó con la idea del ascetismo, de cómo es vivir con lo mínimo indispensable, de la supervivencia. Desde 2016 hasta ahora hice muchas obras sobre el tema y todas tienen el mismo título: Thillandsia, el nombre de su especie, porque son silvestres, no tienen pretensiones. 

–¿Considerás que “El capital” es una obra con cierta carga política?

–Me interesa trabajar con temas universales, que trasciendan a la problemática local. Si bien la intencionalidad no es manifiestamente política, hay una mirada hacia las consecuencias que produce vivir en este sistema y las diferencias económicas y sociales implícitas en él.

–En el texto que acompaña la obra te referís al hecho de pensar cuál es el verdadero capital. La imagen es un paisaje, una escena de la naturaleza. ¿Se conjuga de algún modo ese “verdadero capital” con la imagen que propone la obra?

–Más que dar una respuesta, me interesa dejar planteadas preguntas, para que cada uno se haga sus propios cuestionamientos. La obra está hecha con recortes de paisajes, tiene que ver con re-ordenar lo que hay; con re-distribuir lo mismo pero de distinta manera. Está impresa sobre un papel japonés hecho a mano que guardé muchos años hasta que encontrara la imagen adecuada.  Para su fabricación se utilizan enormes bandejas sostenidas con el esfuerzo de muchas manos y el trabajo en conjunto.

Cazar imágenes 

–¿Esta obra premiada se vincula a otros trabajos?

–He venido trabajando sobre el paisaje en fotografía, en dibujo y en pintura. Creo que esta obra aúna los lenguajes que he utilizado, de alguna manera, desde lo formal. Desde lo conceptual, me interesa el extrañamiento en la cotidianeidad. En este caso, tomar algo tan omnipresente como el dinero y extraerle los significantes de valor en letras y números lo vuelve simplemente un paisaje. En otros casos, mirar los lugares comunes a horas desacostumbradas o a través de fenómenos climáticos los transforma en escenas de una puesta artificial.

–En otro segmento de tu labor artística te desempeñás como una especie de cazadora urbana, buscando escenas un poco inquietantes, misteriosas, extrañadas. ¿Seguís en ese plan? ¿Salís a “cazar”?

–Con la fotografía pasé por diferentes etapas. Los comienzos fueron en mi casa, retratando la casa lindera donde pasé mi infancia. Sacaba fotos de noche, al jardín, a la pileta, a las sombras, a ese clima misterioso. Después necesité salir a “cazar escenas”. Ir por la ciudad desierta a horas desacostumbradas y encontrarme con esa sensación de ver los lugares habituales como si no lo fueran. Cada vez fui alejándome más de donde empecé, aunque todavía encuentro cosas que me conmueven o perturban en mi entorno. Ahora, cuando puedo, me traslado, viajo, cerca o lejos, pero cualquier desplazamiento es un estímulo para volver a esa sensación inquietante que me lleva a disparar la imagen. Me interesa especialmente trabajar con los conceptos de lo sublime y lo siniestro como opuestos que se tocan. Con sensaciones que parecen un rastro de algo que nos deja sin palabras, nos excede, nos conmueve o nos desborda.

Muestra en Buenos Aires

El capital de Marcela Bosch integra la muestra de la décima edición del Premio Itaú de Artes Visuales, que se exhibe hasta el 16 de este mes en la Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985), Ciudad de Buenos Aires.

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Marcela Bosch es fotógrafa y artista visual. / Foto: Nicolás Bravo.
"El capital", obra premiada de la artista.
Foto: Nicolás Bravo.

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