Admirada por la sutileza que imprime a su paso, la acuarela es una técnica delicada que propone un verdadero desafío a quien se adentra en ella. Y así lo fue, a excepción de artistas ligados anteriormente a la sublime técnica, para casi la mayoría de los participantes de la muestra que exhibe hasta el domingo el Museo de Arte Contemporáneo de Unquillo (avenida San Martín 588), sencillamente titulada: “La acuarela”.
Una treintena de artistas modelan sus inquietudes bajo el dominio del espíritu azaroso de la acuarela. Liviana y transparente, con mayor o menor control, ésta posee una fugaz capacidad de definición, a la vez determinante, en la vida que tan pronto le da al trazo: “diáfana como el agua en la cual se zambulle con el pincel, es impredecible”, se lee en el ingreso a la muestra en el MACU, antes de sumergirse en el acuoso mar de experiencias. Una acertada decisión tomada en el museo, a modo de homenaje inicia el recorrido: se trata de una obra donde Guido Buffo (1885-1960) retrata a su esposa Leonor Allende en un halo silencioso que tiñe de nostalgia al singular artista y científico italiano que se instaló a comienzos del siglo 20 en Los Quebrachitos (Cabana, Unquillo).
La de Carlos Alonso y su aguda mirada política es otra de las participaciones destacadas, con dos obras donde conjura, entre la voluptuosidad de los cuerpos y ciertos rostros, el erotismo entrelazado con los horrores del poder, como en Dante en el infierno, de 2005.
Esta muestra indaga en la contemporaneidad de la acuarela, aquella “intérprete primera del gesto emotivo y azaroso”. Paisaje y retrato, composiciones nacidas de la abstracción sensible y la experimentación, todo cabe en esta propuesta del MACU que reúne proyectos diversos.
Algunos de los autores han puesto a raya a la técnica según la búsqueda compositiva. Como Marcos Acosta, al relatar la dramática caída del hincha cordobés lanzado al vacío desde una tribuna de Belgrano en el estadio Kempes dos años atrás. También los personajes que delinean Juan Delfini, Claudia Perrotta, Majo Arrigoni, Juan Juares o Adrián Bertol.
Curva y contracurva, Pablo Canedo, Álvaro Izurieta, e incluso las traducciones que de la fotografía realiza Martínez Archina, y también Florentino Sanguinetti y Ana María Burdese, someten la técnica a sus intereses.
Otros artistas, como Marcelo Babini, Gerardo Oberto, Mario Arana, Agustina Pesci, Oscar Suárez, Oscar Gubiani se entregan al fuego interno que esconde (esquiva) la acuarela, en una intensidad notable.
Una mayor dosis de experimentación proveen a sus trabajos Manuel Quiroga y Gerardo Oberto; mientras sostienen sus búsquedas constantes Ernesto Berra, Paco Rodríguez Ortega, y Dante Montich.
La variante del paisaje se desenvuelve en la vibrante paleta de Rubén Menas, alucinadas escenas de Martín Kovensky; también la búsqueda plástica de Pablo García; en las azuladas y violetas postales que apunta Ricardo Vargas sobre rincones de La Quebrada, y en la soledad de la ruta según Ramio Vázquez.
La intimidad que la acuarela imprime es esencial a las obras de Diego Bastos, José Utrera, y Lucas Jalowski.
Inquietante, el devenir de la acuarela ofrece sus misterios a quien se le anime.
Lo que viene: conexiones visuales
Después de la acuarela, para el sábado 22 de junio a las 19 el MACU presentará tres exposiciones: en la sala de planta baja se podrá ver “A bordar, mujeres que no pierden el hilo ", de Mónica Fierro, Lucrecia Romero Victorica y Ana Valentina Bocchetto. Y en planta alta, otro trío exhibirá "Mapa de vínculos": Javier Bellomo Coria, Carina Cervigni y Erica Naito. Mientras, tomarán la sala principal esculturas de gran formato de Julieta Seia, Susana Lescano, Luis Bernardi, Julio Guillamondegui, Diego Gutiérrez, Álvaro Sosa, Jorge Asís, y José Landoni.
Bocchetto, Fierro y Romero Victorica definen “A bordar, mujeres que no pierden el hilo” desde el textil contemporáneo como una propuesta de miradas individuales, vital, que emerge en cada puntada “siempre cuidada y a veces desatada”. Las artistas apuestan a un universo construido de materiales blandos, amoldables, envolventes, como “pequeños gestos de intimidad doméstica”. Y como “estímulo a recuperar el potencial del hacer, latente en nuestras raíces, como un espacio de ingeniería emocional”.
En cuanto a “Mapa de vínculos”, la propuesta de Bellomo, Cervigni y Naito, la idea es explorar “la potencialidad de las creaciones vinculantes y el experimentalismo”: “Desde el territorio íntimo del taller y de nuestro vínculo como artistas, y del hacer hacia otros espacios, hablamos de un camino, del recorrido que parte desde el interior, desde el taller, proyectándonos hacia la pulcritud de la sala de MACU, para luego proyectarnos a lo urbano, caótico, sin control del afuera”, adelantan sobre la investigación que desarrollan desde hace un largo tiempo. “Planteamos generar esa otra dimensión, nuestro vínculo con el exterior”, señalan, como “procesos internos que exteriorizamos en cada acción”. Los artistas llevarán al MACU dos instalaciones (que incluirán video y una trama de hilos), y una serie de acciones efímeras y progresivas abordando el espacio interior y exterior de MACU.
Así, los hilos o redes de “Mapa de vínculos” se sostendrán desde varios puntos, y desde el interior del museo trazará líneas hacia los árboles del parque. La tecnología atravesará estas marcaciones del trío.
Para ver. “La acuarela”. Museo de Arte Contemporáneo de Unquillo (MACU). Avenida San Martín 588. Sábados y domingos de 10 a 13 y de 17 a 20. Entrada gratuita. Hasta el 9 de junio. Y el sábado 22 de junio a las 19, inauguran: “A bordar”, “Mapa de vínculos” y una muestra de esculturas.