La primera tentación ante los retratos de la muestra “Mis reos-Cosa juzgada” es la de encontrar alguna clase de paralelismo entre lo que nos sorprende de Juan Filloy como dibujante y lo que supimos de Juan Filloy como escritor, algo que vincule esa dimensión desconocida, descubierta por azar entre los archivos de una casa en La Carlota, con otra que, por muy publicada que esté, tampoco podríamos definir como absolutamente conocida.
Suele suceder con autores prolíficos. Y sucede especialmente con Filloy por los modos de circulación de su literatura en ediciones privadas que iban y venían entre algunos elegidos por el escritor cordobés, una leyenda que se fue construyendo de boca en boca sobre la base de textos paródicos que se rieron de prácticamente todo lo que lo rodeaba, y también sobre determinados gestos que alimentaron el mito, como la obsesión por los títulos de siete letras (todos sus libros están titulados con esa cantidad de caracteres, al igual que el primer título de esta colección de dibujos) y su prolífica producción de palíndromos (palabras o frases que se leen igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda).
La segunda tentación es confirmar una potencia, una tremenda fuerza que parece hacer la obra de Filloy para no caer en ningún cliché, para que nada que tenga que ver con ese mundo se tranquilice en alguna versión más o menos correcta de estancamiento en la historia. El escritor de los tres siglos aparece detrás de los retratos de reos y funcionarios judiciales con un serio desenfado, esa misma insistencia en definir los rasgos de una persona que fue uno de sus sellos personales cuando irrumpió como un secreto a voces, en la década de 1930, en el mapa literario nacional.
“Mis reos-Cosa juzgada” se expuso por primera vez en Río Cuarto, y desde hoy se podrá ver en el museo Evita de la ciudad de Córdoba. Reúne dibujos de Juan Filloy, retratos de personas involucradas en juicios en los que el autor participó como juez. Es imposible no imaginarlo haciendo los garabatos en plena declaración del acusado, algo que le imprime una cierta cuota extra de humorismo a la colección. Como sucede con su novela Estafen, por ejemplo: un juez que se ríe de la justicia.
Por supuesto, las relaciones que puedan establecerse entre la escritura de Filloy y estos dibujos corren el riesgo de lo forzado, pero también es cierto que escaparle a la tentación puede empobrecer la experiencia. Algo de lo que conocemos como el humor de Filloy se impone como regla de observación de los dibujos que, a veces, coquetean con la caricatura, y otras veces parecen buscar una cierta fidelidad al modelo. Todo suma, en fin, para esa construcción incesante del mito de Filloy que es la propia obra, aún inédita en gran porcentaje, del escritor más longevo de la provincia.
Su ácida capacidad de observación, la sutileza humorística, un particular recato en el exceso. Acaso el Filloy de La Potra, Op Oloop y Los Ochoa se imponga sobre el Filloy de los retratos por un vicio de lectores. Del mismo modo en que es probable que al recorrer la muestra se instale la pregunta acerca de si Juan Filloy escribía y dibujaba para escaparle a la rutina de su trabajo, o si acaso se dedicaba a impartir justicia para escapar del asedio de la escritura y, ahora podemos intuirlo, del dibujo, de su fascinación por estudiar, descifrar y elaborar un carácter a partir de algunos rasgos.
La historia
Se cuenta que Filloy hizo estos dibujos mientras se desempeñaba como juez de Paz en Río Cuarto. Que guardó los retratos por muchos años, que la carpeta donde estaban archivados llevaba dos títulos: “Mis reos” y “Cosa juzgada”. El primero está tachado con la misma tinta con la que está escrito el segundo. Los dibujos están hechos en los márgenes de declaraciones juradas y actas notariales, y en las cartas de menú del Moderno Hotel, primera residencia de Filloy en Río Cuarto.
La familia de Filloy encontró los dibujos en un una casa de La Carlota, y desde hace un año el escritor Ariel Liendo y la arquitecta Nuria Peirone trabajan en el curado y puesta en valor de ese archivo.
En la carpeta había más de 250 dibujos, pero, por algo que parece un sino de la obra de Filloy, sólo se exhibirán 80. Otro dato: si bien el hallazgo fue sorpresivo, Ariel Liendo recordó hace poco en una nota para el suplemento Temas de La Voz del Interior que Juan Filloy trabajó como caricaturista en este diario entre 1916 y 1918.
La muestra, además, nos recuerda que hay una obra que limita con lo interminable que nos sigue esperando para que, como si encontráramos carpetas viejas en un cajón, nos sigamos sorprendiendo.
La muestra
El miércoles 13 de mayo se inaugura en el museo Evita (Hipólito Yrigoyen 511) la muestra “Mis reos-Cosa juzgada”. La colección de dibujos, que revela otra faceta del abogado y escritor cordobés Juan Filloy, abrirá a las 19 y podrá ser visitada de martes a domingo de 10 a 20. Entrada general: $ 15. Miércoles, gratis. Estudiantes y jubilados, gratis.
Charlas
La muestra incluye un “Ciclo de reflexiones”, que auspicia La Voz del Interior. La primera charla, a cargo del coordinador y curador de la muestra Ariel Liendo, será el martes 20 de este mes a las 19. La siguiente, a cargo de Adrián Manavella, será el martes 27 de a las 19. El cierre del ciclo será el 3 de junio a las 19 con intervenciones de Francisco Delich y Marcelo Casarin. Gratis.
El escritor cordobés guardó en secreto retratos de personas que circulaban por su juzgado. Hace un año, esos dibujos salieron a la luz. Este miércoles se inaugura una muestra con ellos en el museo Evita.