Las únicas pintoras premiadas en el Salón Nacional de Artes Visuales, que hace rato cruzó la barrera de los 100 años, son Ana Weiss de Rossi (1939), Raquel Forner (1956), Marcia Schvartz (2013), Diana Dowek (2015) y Carolina Antoniadis (2016). Es evidente que algo empezó a cambiar en el último lustro. Pero si se mira la historia completa del certamen oficial, la desproporción es alarmante. Entre 1911 y 2017, entre 97 artistas que recibieron el Gran Premio de Pintura, 92 son varones.
La invisibilización y el borramiento del arte hecho por mujeres, junto a la histórica postergación que han sufrido, son datos que comienzan a ser atendidos en instancias oficiales que pueden ayudar a transformar un panorama tan brutalmente injusto.
La nueva edición del Salón Nacional de Artes Visuales acaba de modificar su reglamento y propone ejes de acción que se dejan leer como síntomas de un cambio reparador.
En otros ámbitos de la cultura se están produciendo también movimientos que hablan de una sensibilidad que muta aceleradamente y gana consenso. Las demandas por una mayor igualdad de género se verifican en un abanico que va del mundo del cine a las ferias del libro e incluye a la industria de la música, respondiendo a una agenda global de reclamos que en la Argentina tiene sus propias inflexiones.
El caso del Salón Nacional de Artes Visuales permite pensar con algo de optimismo. La convocatoria a la nueva edición, lanzada hace poco más de una semana, incorporó la perspectiva de género sobre puntos decisivos. Se busca asegurar una representación igualitaria tanto en la conformación de jurados como en las instancias de selección de artistas y premiadas/os.
Las acciones de Nosotras Proponemos han sido determinantes. La agrupación que reúne a artistas, curadoras, críticas, historiadoras e investigadoras conformó una Asamblea Permanente de Trabajadoras del Arte y generó en noviembre de 2017 el Compromiso de práctica artística feminista. En ese documento se define el paisaje de discriminación que sufren las mujeres en el campo específico de las artes visuales y se promueven desde sugerencias sobre el manejo de expresiones enraizadas en el machismo y modos lingüísticos que menosprecian a las mujeres, hasta medidas para modificar las estadísticas de exclusión en lugares de gestión, colecciones, ferias, muestras y certámenes.
El nuevo Salón Nacional de Artes Visuales tomó en cuenta varios reclamos de la agrupación, que fueron divulgados en redes sociales y propuestos en reuniones con autoridades del Ministerio de Cultura de la Nación.
Detrás de cámara
El cine también cruje. Y los números ayudan a visualizar la necesidad de cambiar las cosas.
Entre 2010 y 2017 se estrenaron 1563 películas nacionales, de las cuales apenas 211 fueron dirigidas por mujeres. El dato es aún más conmocionante si se coteja con la cantidad de estudiantes en las distintas carreras de cine, donde las mujeres representan en algunos casos hasta el 60 por ciento del alumnado. Es decir que hay un abismo entre el momento de la formación y la inserción laboral que logran luego las mujeres.
Un problema central es que persiste la creencia en que hay roles femeninos, como vestuario o maquillaje, y roles para los varones, como dirección, producción y cargos técnicos muy específicos, resalta la publicación de periodismo feminista Latfem citando al realizador Diego Dubcovsky.
El Observatorio “Emilia Saleny” de perspectiva de género del cine argentino, presentado durante el último Festival de Cannes, fue evaluado por el sector como un avance en las políticas para la participación femenina en la industria audiovisual. El Observatorio, adelantó Latfem, buscará obtener datos cuantitativos y cualitativos que logren reflejar los roles de las mujeres delante y detrás de cámara, y mostrar cuál es la participación femenina en áreas técnicas, dirección, guion y producción, entre otros rubros.
A principios de julio, un grupo llamado “Acción” –reúne a más de 400 mujeres autoconvocadas pertenecientes a diversas asociaciones del sector audiovisual– reclamó acciones concretas y urgentes con una carta al Instituto Nacional de Cine (INCAA). La carta, dirigida al presidente de la entidad, Ralph Haiek, proponía la creación de incentivos a la contratación de mujeres en los equipos técnicos, y abrió el diálogo para discutir propuestas como la creación de incentivos fiscales, el establecimiento de un cupo femenino entre las cabezas de los equipos técnicos en rodajes y otros puntos que garanticen la igualdad entre hombres y mujeres en la integración de los órganos de decisión del organismo.
Las pautas del nuevo Plan de Fomento a la producción audiovisual que acaban de publicarse en el Boletín Oficial indican que algunas de esas demandas obtuvieron una respuesta positiva. Por ejemplo, los comités estarán integrados por igual cantidad de mujeres y varones.
La feria y el mercado
En Córdoba, dos eventos que tendrán lugar en los próximos meses también pusieron en su radar las políticas de género.
En agosto, la sexta edición de la feria Mercado de Arte Contemporáneo, que organiza la Municipalidad de Córdoba, hará de esa temática uno de sus ejes troncales.
La próxima Feria del Libro y el Conocimiento, en septiembre, tendrá asimismo una agenda transversal dedicada al género con actividades como mesas de debate sobre el feminismo, la presencia de los autores Gonzalo Unamuno y Enzo Maqueira (cuyas novelas se vincularán en una discusión sobre la deconstrucción de la figura masculina), el encuentro denominado “Les poetes” (sobre el lenguaje inclusivo) y la presentación de Luciana Peker, periodista especializada en género y autora de un reciente libro de título controversial: Putita Golosa. Por un feminismo del goce.
Las mujeres se mueven. Y a partir de ese movimiento las estructuras oficiales de la cultura empiezan a transformarse. Ya era hora.
Las demandas por una mayor igualdad entre mujeres y varones se instalaron en diversos ámbitos culturales. Certámenes de arte, planes oficiales de fomento del cine y ferias literarias comienzan a atender los reclamos.