Las formas de las nubes del sur en un día preciso (por ejemplo, el 30 de abril de 1882), todos los sueños y las sensaciones musculares asociadas, las líneas de espuma que levanta un remo en las aguas del Río Negro. En la memoria de Ireneo Funes, que Jorge Luis Borges describe en un cuento famoso, cabía absolutamente todo. Su capacidad para recordar era tan prodigiosa como perturbadora, una combinación de maravilla y condena, ya que esa experiencia fabulosa de poder retener cada detalle del universo percibido transformaba el presente en algo intolerable por su riqueza y su nitidez.
“Funes el memorioso” inspira la obra de Leo Núñez que llama la atención apenas se ingresa a Casa Naranja. El artista porteño eligió las dos primeras palabras de la ficción borgeana para generar una instalación interactiva que propone juego y especulación filosófica. Lo recuerdo incita al espectador a transformarse en usuario de una máquina de escribir antigua, una vieja Olivetti de la década de 1930, conectada por un sistema inalámbrico a un panel de circuitos. Lo que se teclea en la máquina aparece escrito de manera simultánea en forma de letras luminosas. El efecto es mágico, aunque la obra pone deliberadamente a la vista buena parte de la tecnología retro con la que está confeccionada. Todo está realizado “a mano” y, en algún sentido, atado con alambre.
Ireneo Funes necesitaba un día entero para describir un día del pasado. Basado en ese dato, Leo Núñez concibió Lo recuerdo como un mecanismo que permite a los visitantes tipear palabras o frases que al día siguiente, a la misma hora, la instalación “recordará” mezclada con recuerdos de otras personas que hayan utilizado la máquina de escribir.
Las frases del público terminarán generando una especie de cadáver exquisito gigante y en constante crecimiento. A ese componente lúdico se le añade una hipótesis acerca de las afinidades y diferencias entre la memoria humana y la memoria de las computadoras, dejando abierta una pregunta: ¿una capacidad de almacenamiento virtualmente infinita y la velocidad en el procesamiento de datos equivalen a pensar? Dicho de otro modo: ¿llegará el día en que las máquinas piensen?
Lo recuerdo es una de las propuestas de la exposición “En obras: Futuro volátil”, que abre sus puertas al público este miércoles a las 19 en el edificio corporativo de Tarjeta Naranja (La Tablada 451). La muestra despliega un amplio recorrido por el arte contemporáneo a través de 26 obras que despliegan una variedad de lenguajes. Hay instalaciones, esculturas, dibujos, intervenciones, videos, pinturas, objetos, creaciones tecnológicas y piezas cinéticas (con movimiento propio). Algunos proyectos fueron especialmente desarrollados para la muestra, y se suma una selección de obras pertenecientes a la colección del arquitecto José Luis Lorenzo.
De afuera hacia adentro
Daniel Fischer es el curador de esta mega exposición, que implica un salto audaz en comparación con propuestas anteriores de Casa Naranja, por donde pasaron últimamente muestras de tótems del mundo del arte que suelen asegurar éxito de público, como Marcos López, Marta Minujín y Antonio Seguí.
“En obras: Futuro volátil” cruza a creadores de distintas generaciones y ubicados en lugares muy diversos del sistema artístico, tanto en lo que refiere a los lenguajes como a su grado de consagración o visibilidad.
La muestra empieza en la plaza exterior del edificio, donde esta tarde-noche habrá un set de las DJ’s She Teiks y de donde arrancarán visitas guiadas cada 30 minutos. Allí recibe a los visitantes una mesa gigante de estilo provenzal y unos almohadones que sacuden la vista por sus dimensiones y sobre todo por la textura viscosa que presentan. Decenas de miles de gotas de silicona transparente, aplicadas con paciencia china, le otorgan un aspecto intrigante, sensual y provocador a la pieza monumental de la neuquina Cinthia de Mareca, titulada Cotidianos.
Audioguía. La muestra en Casa Naranja implementará por primera vez una audio guía online, para que los visitantes puedan tener información complementaria acerca de los artistas y las obras expuestas. A través del teléfono celular, se accederá a un sitio web con referencias fotográficas que podrán ser seleccionadas según el interés de cada visitante.
Las dos figuras de siete metros de altura que dominan la plaza de Casa Naranja, y que simbolizan un abrazo, fueron intervenidas por el ilustrador Cristian Turdera con vinilos impresos con criaturas de su universo fantástico. Un haiku de Tobías Schleider le presta su extenso nombre a la intervención: Sin lo de afuera no existirá un adentro para que importe.
Antes de ingresar al lobby se encuentra una escultura cinética de Santiago Viale, uno de los artistas cordobeses elegidos. Filicheira ondulata son dos bichos-artefactos realizados en hierro, tela, PVC y mecanismos eléctricos, cuya belleza mecánica recuerda los fascinantes autómatas de Theo Jansen.
Materiales y conceptos
Delia Cancela, una artista que animó la escena de vanguardia en la década de 1960 con sus cruces entre arte y moda, recibe en el interior del edificio con El punk es romántico, una obra en proceso infinito (o una obra infinita siempre en proceso) confeccionada con tintas, grafito e hilos sobre tela. Un vestido o delantal de grandes dimensiones cuelga en la sala proponiendo el goce de los materiales en conexión con el mensaje que surge de los rostros dibujados de mujeres admiradas, artistas pioneras, activistas o pensadoras como la surrealista Leonora Carrington o la coreógrafa y diseñadora peruana Victoria Santa Cruz.
El punk es romántico es asimismo el título del dibujo sobre tela de la rosarina Claudia del Río, que dialoga con la obra de Cancela. Ambas artistas partieron de la idea de trabajar sobre una tela, y luego cada una encaró su propio camino.
La tela es también el material con el que trabaja la artista paraguaya Claudia Casarino en Uniforme, una instalación que invita a poner el cuerpo entre vestidos de tul negro, un color que refiere al duelo. La instalación traza analogías entre momentos autobiográficos y experiencias vinculadas a la inmigración o el paso de fronteras.
Saliendo del lobby se llega a la sala de videos que reúne piezas de Ailin Chen (Taiwan), Eugenia Calvo (Rosario) y Brígida Baltar (Brasil), en vaporosos contrapuntos con el arreglo floral kitsch hecho en cuentas de acrílico de Román Vitali (¡la obra está montada sobre una mesa que perteneció a Emilio Caraffa¡) y un dibujo de Eduardo Stupía.
Irradiaciones
Romper los compartimentos estancos del arte según géneros o disciplinas es uno de los objetivos logrados por Daniel Fischer, cuyo diseño curatorial traza líneas de contacto entre obras muy diversas y genera constelaciones de sentido sutiles. “Irradiaciones”, las llama el curador, quien propone derivas y ecos visuales que van conectando a las obras entre sí, en un abanico que va desde el cuerpo y la memoria a los mundos oníricos, pasando por el énfasis en la elaboración artesanal o la sensación de incertidumbre que caracteriza a la existencia contemporánea.
En un texto curatorial Fischer señala que la muestra busca "establecer un puente conceptual entre algunas claves del arte actual y los desafíos que las nuevas generaciones atraviesan como consecuencia de los cambios de un pensamiento global, masivo y complejo. Intenta aventurarse y encontrar pistas y señales en 'las formas' para 'un mundo' que parece mostrarse cada vez más volátil, incierto, complejo y ambiguo. También nos incita a desarrollar una sensibilidad extrema, para rastrear los cambios en el momento mismo que nuestra razón se debilita y se pulveriza sublime, intentado entender un mapa cada vez más extraño, exquisito y sofisticado".
¿Qué es VICA? Para vincular el mundo del arte con el mundo de las empresas como Tarjeta Naranja, el curador Daniel Fischer decidió poner la muestra “En obras: Futuro volátil” en línea con el paradigma VICA. Se trata de un modelo que viene transformado las relaciones laborales y las organizaciones corporativas. La sigla incluye los siguientes conceptos: volátil, incierto, complejo y ambiguo. Son las mismas claves, propone el curador, que se pueden utilizar para leer el arte contemporáneo. Los visitantes recibirán un mapa que servirá para vincularse con las distintas zonas de la muestra según esas variables.
La muestra prosigue en el subsuelo, y quienes desciendan por las amplias escaleras no podrán evitar verse entre fascinados y abrumados por la envolvente escultura blanda de Manuel Ameztoy, 900 metros lineales de textil que se configuran en una especie de membrana cuyos calados operan con la luz y el espacio.
En la parte final del recorrido sorprende la obra de sitio específico de Leila Tschopp denominada El regreso, una apuesta pictórica que se expande en episodios, en contraste con Familia de la buena fortuna, un bordado con hilo y lana sobre manta en la que Leo Chiachio & Daniel Giannone hacen gala de una técnica tradicional y "femenina", y se auto representan como ekekos junto a su perro Piolín.
El recorrido incluye obras de Líbero Badií, Pablo Siquier, Fernando Allievi y Leonardo Damonte, y se completa con dos cordobeses: Gustavo Piñero muestra La tempestad y la calma, una pieza en aluminio fundido policromado, y Sofía Torres Kosiba protagoniza la videoperformance Mi sombra, con una interpretación que cruza la música de Portishead con José Larralde. Una audacia digna de una muestra que busca perforar lo conocido y abrir los sentidos a nuevas experiencias.
Apertura y conferencia. La exposición “En obras: Futuro volátil” abre al público esta tarde a las 19 en Casa Naranja (La Tablada 451). Habrá un set de las DJ’s She Teiks en la plaza perteneciente al edificio, de donde arrancarán visitas guiadas cada 30 minutos. A las 18, en el Auditorio habrá una charla abierta con la presencia de la reconocida artista Delia Cancela, el curador Daniel Fischer y el coleccionista José Luis Lorenzo acerca del entorno actual incierto y complejo, las mujeres en el arte y una mirada al futuro de las colecciones. El acceso a esta actividad estará sujeto a la disponibilidad de la sala.
En Casa Naranja abre al público este miércoles la exposición “En obras: Futuro volátil”, que reúne a más de 20 artistas de distintas generaciones y lenguajes. Se verán instalaciones, esculturas, dibujos, intervenciones, videos, pinturas, objetos, creaciones tecnológicas y piezas cinéticas.