Un trabajo de selección "complejo" (en el buen sentido), con un alto nivel de presentaciones. Eso fue para Gabriel Valansi la quinta edición del Premio Aamec de Fotografía Contemporánea Argentina, organizado por la Asociación de Amigos del Museo Emilio Caraffa (Aamec) y el museo. "Fue una de las mejores ediciones, habla de cómo este premio se vuelve una instancia de legitimación importante", destaca el artista, que toma la palabra y nos guía en una visita por la muestra que se exhibe en las salas 6 y 7 del Museo Caraffa (Poeta Lugones 411).
Integraron también el jurado el artista fotógrafo Rodrigo Fierro y Verónica Tell, doctora en Historia y Teoría del Arte de la UBA e investigadora del Conicet. En nombre del jurado, Gabriel Valansi, fotógrafo, docente y curador porteño, aclara a qué se refiere con la idea de "complejidad": "Tenemos miradas complejas sobre el hecho fotográfico, pero todos insistimos en un umbral de calidad de base". En ese sentido, deja asentado: "Todo lo que está aquí ya es una mención, más allá de los lenguajes que, como verán, son bastante diversos: hay un abanico variopinto de maneras de encarar la fotografía, de maneras de mirar".
"Ningún premio fue otorgado por unanimidad", certifica. Y agrega: "Hemos tenido que definir nuestros criterios de selección, por qué esos premios y no otros".
La primera decisión fue elegir obras de artistas. "Esto parece una obviedad, pero no siempre una buena imagen conlleva la idea de un buen artista detrás. Las buenas fotos (lo sabemos los que tenemos Instagram) no necesariamente obedecen a buenos artistas", dice. Por eso, fue necesario saber que detrás de las imágenes presentadas para participar "había una persona que está mirando al mundo de una manera, un artista con un principio y un cuerpo de obra".
Después en la premiación, como es un salón de fotografía, surgió la pregunta "¿Estamos premiando a un fotógrafo o a un artista?". Otra aparente obviedad, aunque no tanto. "De pronto nosotros miramos fríamente cada imagen, y lo que destila per se no es exactamente lo que ese artista tiene como cuerpo de obra", explica. Condiciones de un salón que, en este caso, dice Valansi, será reformateado, para conocer a los artistas en mayor profundidad.
Primera parada
"Retrato con bolsa colectora, de Chelco Rezzano, tiene una contundencia formal y algo tan caro a la fotografía como es el corte", comienza Valansi la visita, suerte de clase de fotografía. "Hay una máxima editorial que dice nunca cortes por donde duele, y Checo cortó por donde duele", aclara. Y destaca la idea de vejez de su imagen: "Muestra algo más bien ominoso. La contemporaneidad no toma este tipo de propuestas".
Ante la fotografía Ana (de la serie Vademécum), de Emmanuel Borao, afirma: "La discusión del jurado fue que apela a una clase de manierismo de la fotografía de los '90, un diálogo o apoyo entre dos imágenes, la idea de árbol de Navidad, tronco; todos tenemos una tía con platitos. Y cómo juega esa estética con la idea de la píldora. Es una imagen muy lograda".
Sobre Casita en pista de autos. Parque Rodó-Montevideo, de Paulina Scheittin, anuncia: "Lo que nos interesa aquí es cómo en algún lado violó alguna máxima de la buena fotografía, nivelando todos los planos. Es una imagen casi sin relieve, hay una perspectiva que estatiza la imagen y la transforma en planos de colores, una lectura híper interesante de paisaje urbano".
Como jurado se debe dejar de lado el gusto personal, sostiene Valansi. Sin embargo, cuando llega a la obra Campo magnético 3, de Estrella Herrera (que recibió una mención especial), dice que le gustaba mucho: "Con este tipo de estética de las parabólicas, esta obra tiene un calibre poético enorme".
A propósito de Detenido 05, de Justina Leston, reflexiona: "Hay una línea entre el corazón, la lente y las cosas, que pone en sincronía al mundo. Algo que la fotografía fue perdiendo, el gesto de la proeza del fotógrafo en el momento decisivo con su cámara frente al mundo, como un látigo".
De Proyector de super-8 ELMO, mención del jurado, enorme fotografía analógica de Pedro Wainer, señala que rescata los elementos de la vieja tradición fotográfica de captura, para volcarlos sobre una máquina "destripada radiografiada, potente".
Valansi opina que el jurado debe entender el mensaje que le está dando a la gente sobre la fotografía contemporánea, en el que puede ver "desde una propuesta ultra border, a otra de avanzada y de riesgo, o a veces, casi un paisaje convencional".
Turner contemporáneo
Volviendo a los rescates, Gabriel Valansi reflexiona sobre la sustancia de la obra Metafísica del paisaje, de Bruno Stecconi, muy "turneriana" (por William Turner, el pintor inglés) en la que "existe el ensueño como materialidad". "Nos pareció divina esta imagen para ser tenida en cuenta desde lo contemporáneo. Esta podría ser tranquilamente una imagen de otra época, pero no quisimos circunscribir nuestra mirada y recorte a la cosa híper contemporánea. Sabemos que la fotografía está en una crisis, el arte está en una crisis, todos estamos en crisis. Y que todo esto va a mutar muy rápidamente. No debemos olvidar que estas propuestas son posibles, y que lejos de ser anacrónicas, todavía pueden tener vigencia. La emoción es un bien", agrega.
De regreso a lo contemporáneo, define a Final de fiesta, de Marcos Goymil, como "la reproducción de algo totalmente artificial, donde no hay un pie de comprensión de cómo está hecha la imagen, hay como una especie de suposición, una inverisimilitud que es también una construcción de belleza, muy jugado de parte del artista". Del trabajo de Mariana Lerner destacó el trabajo de planos que llamó la atención al jurado, su arquitectura reducida, y el dato minimalista: "Hay en el deterioro un gesto pictórico, una construcción muy enigmática, algo casi borgiano, un costado de insensatez".
Fotografía al límite
Cuando el recorrido guiado llega al primer premio, Litio-Salar del Hombre Muerto-Puna de Atacama, de Marcela Magno, Gabriel Valansi cuenta que esta distinción fue muy discutida por el jurado.
En su opinión, es la imagen que más exuda un cuerpo de obra interesante, porque tiene lecturas en sí mismas reconocibles que tienen que ver con un límite en la fotografía. Trabajar en el límite, precisa, significa "trabajar en lo que va a venir, adentrarse en este estado que la fotografía va a pasar y que todavía no está definido". "Esta fotografía, a la que dudo de llamar fotografía, está compuesta por una serie de imágenes satelitales y está ensamblada digitalmente, construida en un ordenador, son todas capturas de pantalla a partir de captura de satélites", se explaya.
"El trabajo de esta autora redunda en cómo los nuevos mapas sociopolíticos van surcando la tierra y se pueden describir desde puntos de vista antes imposible de describir", explica. Y profundiza: "Sabemos lo que es un atlas, reproductible desde una mirada de tierra, imaginado desde un cielo. La posibilidad de la fotografía satelital empieza a cambiar las cosas radicalmente, y es muy interesante empezar a tejer un nuevo mapa del mundo, que es lo que se propone la autora, de cómo se ven las cosa desde el aire, ciertas cosas, en cuanto la globalización, la sectorización de la geografía en función de su explotación económica y de sus puntos de poder va modificando nuestro paisaje".
Y agrega sobre la obra de Magno: "Tiene varios momentos de lectura, de lejos es una abstracción que ni siquiera puede ser percibida como una imagen fotográfica, y a medida que nos acercamos percibimos que hay parcelas, compartimentos que tienen que ver con una racionalización del paisaje, esto se deduce al ver la fotografía, que de una factura técnica maravillosa y una escala descomunal. Pensamos en el museo, que tiene una colección, que debe servirle al museo. Es un digno primer premio".
Paso siguiente, habla sobre Teatrito para Carlos H, de Lorena Fernández, a la que define como una naturaleza muerta contemporánea: "Si este género discutía la idea de muerte, donde la putrefacción, lo efímero, todo va a morir, y todo pasa del alimento al asco, Lorena hace una presentación de la reproductibilidad contemporánea de todas esas ideas con tintes filosóficos, un norte a trabajar".
Valansi dijo sobre la foto de Francisco Medall, la más pequeña de la muestra, que el joven artista se apropia de imágenes de narcotraficantes de las redes sociales, y revitaliza ese gesto al transformar las imágenes en negativos, en un laboratorio clásico, donde el tamaño tiene que ver con el contacto. En la imagen se ve a un niño convertido en sicario "exhibiendo con orgullo su arma".
La foto de Andrea Fasoli, Lo que piensan mis amigas que hago todo el día, es lisa y llanamente "la nada que se instala en la vida actual, hastío, aburrimiento, con algún dejo de humor, una excelente imagen con notable economía de medios". Al lado, La oscuridad tres veces radiante de la nada, de Cecilia Lutufyan, "plantea una serie de eclipses, texturas irreales, artificiales, una especie de halo".
Lo de Lena Szankay en Paisajes suspendidos, propone, "si bien el recurso de la proyección no es novedoso y arroja resultados previsibles, no es éste el caso, lo que dio aquí la croma es un extrañamiento del paisaje a partir de la proyección, el detalle, la profusión de datos que tiene que ver con el color, la naturaleza intuida, dio un estado muy inquietante, como una escenografía de cine". Ante Símil 91, de Diego Villarruel (Córdoba), apuesta: "Esta imagen es un universo interesante a desarrollar".
La visita continúa por Trust Me, de Lucía Von Sprecher (mención del jurado), un registro de una performance que para Valansi plantea otro límite de la foto, y un campo a discutir: "En el caso de esta artista nos pareció muy importante esta imagen, me lleva a Grete Stern, al borde de la gráfica, del collage, donde el texto se mete de una manera muy personal, texto y fotografía, algo difícil, muy provocador. En esta hibridación de soportes es una instancia fotográfica".
Altillo, de Diego Roia, es "una foto increíble, un prodigio por la cantidad de cosas que allí ocurren, no es un hallazgo, es una búsqueda; no está puesto, está dicho, por la cantidad de cosas delirantes y surrealistas que pasan acá".
"Repito, todas las imágenes merecen un premio", dice Valansi.
Y sigue. "Todos hemos jugado al Estanciero", afirma ante Estanciero, Córdoba (32), Zona Centro (33), y Zona Norte (34), de Livio Giordano. "El artista hace dialogar todos los datos en este juego aparentemente inocente parido en una idea de campo, una Argentina agrícola ganadera, de la chacra, la estancia", agrega.
Sospechosos (de la serie Vecinos Juntos), de Mariana Richardet, sostiene, "trae a la fotografía la instancia del WhatsApp, donde todos nos hemos comunicado fotográficamente". Y destaca esta fotografía intervenida con un texto, "un relato de enorme vigencia": "El reconocimiento facial de sospechosos va ejerciendo la vigilancia, todo esto empieza a ser un lenguaje, estos medios empiezan a atravesar la fotografía".
Valansi señala otros límites en los que se encuentra la fotografía, planteados en las propuestas de Camila Polo, y sus imágenes de fotografía tomadas con celular; y de Gabriel Rud, imágenes trabajadas con un estudio fotográfico virtual, lo opuesto a lo analógico, totalmente digital. "Aquí hay un laboratorio, y una cámara que saca esta foto, es una virtualidad pero lo siento, es fotografía", agega.
"Estamos en un devenir, no en un estar", revela Valansi como otro criterio fuerte que marcó las elecciones de este premio.
Más cordobeses en la sala 7
A Gabriel Valansi, el clima de la foto de Candelaria Magliano le recuerda a David Lynch, y también, a una película clase B. Considera un "gesto de época" a Primera Angostura, fotografía analógica de gran formato de la cordobesa Agustina Triquell, que obtuvo el segundo premio.
Destaca la obra de Marcela Bosch, más allá de su proeza técnica, por su "enorme poética"; y se detiene en los trabajos de Carla Barbero ("interesante apelación a la secuencia"); Peri Labeyrie, y Gabriel Orge y su Guaraní de la Quebrada, a la que considera una "obra maravillosa".
Para ver
Premio AAMEC de Fotografía Contemporánea Argentina.
Museo Caraffa (Poeta Lugones 411). La muestra de este concurso nacional con más de 30 obras seleccionadas se exhibe de martes a domingos de 10 a 13 y de 18 a 21 (horario de verano). Entrada: $ 15 (excepto miércoles que es gratis).
VOS participó en un recorrido guiado por la muestra de la quinta edición del Premio Aamec de Fotografía Contemporánea Argentina, que se exhibe en el Museo Caraffa. Guió Gabriel Valansi, uno de los integrantes del jurado. Aquí compartimos algunos tramos.