Atracción seguida de desconcierto: esa es la secuencia que se vive al visitar cada muestra de Marisol San Jorge. Y “Roer”, la que presenta actualmente en el Museo Genaro Pérez (General Paz 33), no es la excepción. Más bien, esta muestra se carga de la potencia de otras de sus recientes exhibiciones.
Esa seducción a la que somete su obra rápidamente obliga a abrir los ojos. Hay incluso fluorescencia, pero también un personaje agazapado en la penumbra. Atención.
La muestra concentra por un lado más de 30 dibujos (de 2011, posteriores a su muestra del Museo Caraffa), además de objetos actuales dispuestos en tensión. Hay muchos más capítulos de dibujos realizados casi como una meditación, en tinta y látex, y que por momentos nos hacen pensar en el animé japonés. Son, para el curador de la muestra, Lucas Despósito, “de una gestualidad muy planeada”.
En estos dibujos hay situaciones que su línea revela entre piernas, polleras, cobertizos, plumas, aparentes cobijos. Dice la artista: “En el discurso de las narraciones me valgo casi exclusivamente del sujeto femenino, un sujeto que presento fragmentado, ausente de identidad, de tiempo y contexto; un cuerpo que podría ser reconocido como femenino tal vez por sus piernas, sus movimientos y por la pollera. Un poco de animalidad y un poco de cultura, visto según los patrones de nuestra cultura”.
Fraccionar ese cuerpo supone un acto de violencia, sostiene, y explica que “al sacrificar y elegir particularmente la porción inferior, además de querer observar qué límites y potencias emancipadoras presenta esa sección, busco señalar el movimiento y encontrar un recurso allí, una inteligencia desligada de la razón”.
“Es también un sabotaje a la gratificación de ciertos placeres visuales sobre el cuerpo femenino”, agrega. La artista no plantea de manera literal o evidente estas cuestiones en su obra.
Tanto en los dibujos como en los objetos, “echa mano a un compendio de símbolos”, entiende Despósito, un “almacén de recursos para construir constantemente su obra y la posibilidad de variar”.
De la picardía a la violencia
Una sierra a punto de caer, una cabellera sin cabeza, un pinito verde de esos para perfumar, son señales dispuestas entre el objeto y el dibujo como “relieves”: “En las formas que presento hay una dirección hacia la planimetría, podrían verse como relieves en la pared, objetos aplanados al límite del dibujo”, define. Pero también dice: “Si bien aquí acerco algunos intereses propios, nunca sé realmente lo que hago mientras hago”.
En su obra hay una tragedia, son imágenes “que van de la picardía a la violencia explícita develando el misterio –afirma la artista–, por donde también se cuelan estereotipos de algunos cuentos infantiles”, como el zapallo criollo que lleva incrustado un zapato (de hombre), una suerte de reversión de La Cenicienta. Y quizá algo más.
Todo empieza a simple vista como un juego de combinaciones que muy pronto se vuelve espeso. Marisol desanuda su procedimiento: “Entre los elementos ya dados, los que yo interpreto y después las sombras o siluetas de otros, que por lo general están pintadas de negro, se produce una convivencia entre esos diferentes sistemas o universos puestos en equilibrio. Hay algo que circula entre ellos, o toma fracciones de ellos, para sacarlos de la idea binaria que tenemos de todas las cosas, hay distintos tiempos, capas de situaciones que estos universos generan estado juntos, o lo que se escapa de allí”.
Su manera de trabajar los dibujos y objetos es a través de “creaciones simultáneas”. Explica Marisol: “En el dibujo me atrae el linde entre el dibujo artístico y la ilustración, el afiche y el cómic. Indago en sus características, sus lenguajes, sus recursos, su materia, su forma de construir y decir”.
A los objetos también los aborda de varias maneras, con cierto interés hacia el objeto de diseño, el utilitario. Recurrir a elementos domésticos colabora a su causa.
“Algunos objetos los realizo para interactuar con un cuerpo fragmentado; a otros los concibo como ‘dobles’ de objetos ya existentes, a los que sumo funciones que excedan las dadas en un sólo plano de la existencia”, profundiza. Muchas veces, a los objetos industriales los combina con otros que construye como representaciones de ellos: “Varío escalas y materias en un intento de ver ese espacio intermedio o roce que se produce entre estos diversos sistemas”.
Marisol San Jorge estrenó en marzo del año pasado su propio espacio, el de su casa y taller en la calle Genaro Pérez de barrio Rogelio Martínez, con la muestra “Escondido al revés”, que fue como una fábrica de imágenes en la que reveló de qué venía su nueva obra.
Y a partir de allí, le siguieron varias exposiciones que condensaron sus ideas: su obra participó en “Románticos” (la muestra colectiva que pudo verse el año pasado en 220 Cultura Contemporánea, con curaduría de Raúl Flores y Catalina Urtubey), y después vino una importante presentación individual (“Profanando”) en todo el primer piso de Casa de Pepino, en el marco del ciclo “Suba la escalera”, de los curadores Eugenia González Mussano y Lucas Despósito.
Aun así, Marisol sueña con exhibir la inmensa cantidad de dibujos que aún permanecen inéditos.
Perfil
Marisol San Jorge. Su producción se desarrolla en torno al dibujo, objetos e instalaciones. Desde el 2002 ha exhibido su obras en Casa de Pepino, Museo Caraffa, Fondo Nacional de las Artes, Palais de Glace, 220 Cultura Contemporánea; Centro de Arte Contemporpaneo Chateau CAC; Sala Farina; Museo Evita-Palacio Ferreyra; Centro Cultural España Córdoba; Casa 13, en bienales Gráficas; ArteBA, Periférica y en su propio estudio. Recibió becas de Fundación Antorchas y FNA. Paralelamente ha desarrollado proyectos de identidad visual en La Rioja, Misiones, Mendoza, Catamarca y Santa Fe, para Anses, Ministerio de Transporte de la Nación y Pueblo Cultural en La Rioja.
Para ir
"Roer". Museo Genaro Pérez (General Paz 33). La muestra de dibujos y objetos de Marisol San Jorge se puede recorrer en la planta alta del museo, de martes a domingos de 10 a 20, con entrada gratuita.
En el Museo Genaro Pérez, Marisol San Jorge propone con Roer, ir detrás de las imágenes y sus efectos, siluetas que desde la pura visualidad convocan al pensamiento.