En un placard del lavadero de la casa de sus padres está su archivo. Minerales y todo tipo de antigüedades fueron a parar a esta suerte de museo propio a lo largo del tiempo. A los 13 años ya llevaba una cuenta y una clasificación de todas las piezas, hasta inventó un código, algo que hoy le suena chistoso, dice Gabriela Acha. La artista cordobesa trasladó algunas de esas piezas a La Sala Que Habito, en el Cabildo Histórico, como punto de partida para su proyecto "Parcialmente concebible" (ganador de una convocatoria abierta), que por un mes realizará allí.
En marzo, la artista fue invitada por Eva Finquelstein en su ciclo de Galerías Efímeras. La propuesta "Un museo en un placard" fue el primer acto de un año intenso, lleno de participaciones y muestras propias, y también junto a sus compañeros del grupo Expedicición de la UNC, con quienes expone actualmente "Territorios explorados" en la Academia de Ciencias, invitados por el Museo Botánico. Además de una muestra en el Cepia con ellos, Acha participó en Mercado de Arte a través de la galería Piccadilly, en cuya sede también expuso este año. Bastón del Moro fue otro lugar por donde pasó su obra en 2016.
¿Algo más? Dos residencias, una en Ecuador y otra en Buenos Aires, donde presentó en una vitrina una mini colección de piezas que recogió en Parque Centenario, al lado del museo de Ciencias Naturales.
Un punto de partida
Con lo del museo propio Gabriela largó el año 2016 volviendo al origen de su obra. "Esa circunstancia me dejó feliz, imaginé de chica que iba a tener mi museo, y siempre venía gente a verlo, familiares, conocidos, tengo cosas que me han donado, piezas importantes, siempre hay alguien que tiene algo, un mineral, o un cristal", cuenta hoy frente a algunos de estos objetos preciados y preciosos que llevó al Cabildo. De esos objetos surgirá lo que llama "dibujos instalativos", que desde grandes papeles tomarán La Sala Que Habito. Como le pasó en marzo en casa de sus padres, quizá aquí también la visiten personas que no conoce. Allá, en su museo, abría el cajón y las piezas (cada una con su historia) pasaban de mano en mano.
Lo de acopiar objetos disímiles es una compulsión que aprovechó cuando cursaba en la Facultad de Arte (UNC), en 2012: "Fue trabajar a partir de la obsesión con algo que había hecho siempre, como cantar, porque hay cosas que intenté autoimponerme que no funcionaron y desaparecieron, pero lo que queda está bueno atenderlo".
Para su obra, Gabriela fue detrás de la idea de "contraponer cosas súper distintas": "Lo pienso como un gabinete de curiosidades, por ese choque de cosas, hay que tener un conocimiento mínimo de cada disciplina, me interesan los museos de ciencias, voy a tal lugar y conozco los minerales".
En la Academia de Ciencias exhibe bajo esa matriz: una planta resinada (aprendió a utilizar la resina en el taller de su papá); un cartel retráctil que dice "reserva", y una piedra caliza, muy simple, "la nada misma", dice, la única que pudo encontrar en el último viaje del grupo Expedición, a la que decidió empoderar y representar cada vez de distintas maneras desde el dibujo, como una piedra que es a la vez paisaje: la piedra está exhibida allí revalorizada, en un sistema de marcos superpuestos.
La artista no sólo tiene su museo archivo en lo de sus padres. Del patio de la misma casa provienen plantas y hojas que cuando se secan eterniza bajo capas y capas de resina verde que luego se tornan color caramelo. Algunas piezas son tan grandes que atemorizan. Una de estas plantas exóticas (lo opuesto a lo nativo, autóctono, señala ella) es la Aralia o Ambay: "Una planta muy invasiva, cada año se corta y crece de nuevo, es casi un bosque gigante". La Aralia forma parte de su vida: "Siempre estuvo ahí, de sus hojas sale un té para la tos, pero cuando cortás la hoja te puede ahogar".
Otra planta que da materia a una obra aún inédita es Palmera de abanico chino, como si su nombre la hubiera elegido. En su gabinete de curiosidades, hay gran cantidad de escritos y poesía. Gabriela estudió por dos años la carrera de Letras y siempre consumió literatura. Propia fosa o el entierro de la infancia (videoarte que presentó en el Centro Cultural Córdoba también este año) es una foto de la Aralia frente a una fosa. El audio es la lectura de una poesía suya "escrita en femenino" a la que Chacho Marzetti (a quien admira), le pone su voz.
Y hay más. Lentamente aparece en el horizonte un lugar para sumarse a un grupo de investigación sobre el arte local. Todo su hacer se integra y se potencia. "Claramente será la obra de mi vida", intuye la artista.
Para ver
"Parcialmente concebible". Proyecto de Gabriela Acha. La Sala Que Habito. Cabildo Histórico (Independencia 30). Lunes, jueves y viernes de 16 a 20. Y miércoles y jueves de 10 a 14. Entrada gratuita.
"Territorios explorados". Muestra del proyecto Expedición, junto a otros artistas. Academia Nacional de Ciencias (Vélez Sársfield 248). Lunes a viernes de 10 a 18. Entrada gratuita.
La artista Gabriela Acha invita a conocer su obra en La Sala Que habito, Cabildo Histórico, y también en el Museo Botánico, junto a sus compañeros del proyecto Expedición.