Cuando el 2015 se iba, lejos de bajar las persianas Eva Ana Finquelstein ponía en acción una nueva entrega de su proyecto Galerías Efímeras con el ciclo “Expectativa Cero”: desde entonces, incluso en pleno verano, hizo entregas todas las semanas con acciones por fuera de los circuitos del arte.
En ese “afuera” encuentra el lugar la artista, performer y gestora. Es la marca de Galerías Efímeras desde 2010, cuando empezó en una carnicería. Y fue sumando a su plan otros comercios: librería, cotillón, ferretería, verdulería, vivero, incluso un cine porno.
El ciclo tocó otras zonas inciertas, como proponer muestras en un baldío, un río, un placard, un celular o un viaje en auto. Después de intensos meses y tantas participaciones, “Expectativa Cero” termina mañana a las 18 en la habitación de un hotel, con los protagónicos de Susana Gamarra y Mauricio Cerbellera.
Hotel del Boulevard (Illia 184). Susana Gamarra y Mauricio trabajarán a partir de un objeto encontrado, la habitación de un hotel que da a la calle, vidriada e iluminada que permanece inmutable e inalterada desde hace años, como un extraño objeto dispuesto a la contemplación de los transeúntes.
“Aunque partí de un nivel muy bajo de expectativa, éstas existen. Esperaba poder materializar imágenes, ideas y deseos que el propio proyecto me fue habilitando con los años y que vinieron a cuajar en este ciclo. Imaginaba un proceso continuo, sostenido, como un ritmo, con alta intensidad y densidad, que pueda leerse en un conjunto complejo y no en eventos individuales. El ciclo tenía que ser extenso en el tiempo y complejo en el contenido. Fue pensado como un rompecabezas, donde importa cada pieza leída en la perspectiva del total”.
El lugar del arte
¿Descoloca que el arte se salga de su lugar, y que tome aire fuera de museos y espacios que aunque alternativos se van institucionalizando? Reflexiona Eva: “Lo que sucede cuando las obras están fuera de los espacios legitimadores es que a la obra se le diluyen las certezas constitutivas que estos espacios imprimen. Ninguna voz autorizada nos indica cómo leer eso. Muchas obras se activan justamente cuando no son advertidas como arte y ahí encuentran su potencia. Los espacios de arte se han vuelto terrenos neutralizadores, aplanadores, donde las obras son reducidas, anestesiadas”.
Sin embargo, “el proyecto no se pensó en oposición a las instituciones, simplemente existió por fuera. El arte no tiene que pensarse en relación a la academia, galerías comerciales, museos, bienales ni ninguna institución, no les debe nada. El arte puede en cambio pensarse en relación a las personas y las cosas que las constituyen, los mundos que habitan y las cosas que tienen sentido para ellas”.
El lugar del público
“Como el proyecto incursiona y se solapa a la ciudad de formas bastante invisibles, es difícil hacer un seguimiento de la recepción más allá del público propio. El público inadvertido es el receptor final”, afirma la artista, y se centra en ejemplos: “Una parte de la obra de Manuel Molina en la librería Amerindia son señaladores con frases en el interior de los libros; quienes los compren serán los espectadores. Inés Miserendino coloca frases camufladas en medicamentos de una farmacia. ¿Cómo será la experiencia de quien al abrir un libro o la de quien compra un inductor del sueño y al llegar a su casa lee en el envase ‘nada crece en la oscuridad’?”.
Cuando la experiencia es más directa, continua, siempre genera reacción en el transeúnte o el cliente que se detiene a mirar, pregunta, toma fotos: “Cuando Indira Montoya en la carnicería realizaba una performance cosiendo fotografías, un albañil se acercó a preguntar si se trataba de algo del amor. Para la presentación del libro Stickear de Francis Vipond (Cuqui) en el patio de comidas de un shopping, la artista estaba vestida con un llamativo atuendo rosado, la gente se acercaba a preguntar, a sacarse selfies con Cuqui y se sentaban a nuestra mesa a leer los libros. Gabriela Grimaux, en un cotillón, se dedicaba a freír cebollas, los clientes desconcertados terminaron comiendo pan con cebolla y charlando”.
El lugar del artista
Lo que le atrae a Eva de los artistas que convoca: “Me atraen primero como personas, invito a gente que me parece interesante, con la que me dan ganas de hablar, pensar y trabajar. Me atraen las personas con potencial, que sabés van a crecer porque tienen adentro un ímpetu que los mueve, que desbordan de preguntas, de inquietudes y en ese desborde que no saben como encausar caen en el arte, como un espacio fértil donde explotar y entender eso, indefinible, que los atraviesa”.
Eva no piensa que los artistas tengan obras ni estrategias, sino “pensamientos que se materializan en arte, y es la singularidad de los pensamientos lo que me atrae”.
¿Cómo se abre el juego? “Generalmente invito a un artista y le propongo un espacio puntual. A veces le pido una obra en particular para determinado espacio, otras veces lo invito sin un espacio predeterminado y lo vamos pensando juntos. Sea cual fuere el caso, el proceso de trabajo es muy mutante, los espacios pueden cambiar, las obras pueden cambiar, y todo puede terminar en algo impensado para ambos”.
Cien por ciento riesgo: lluvia y piedra en una muestra
Cuenta Eva Ana Finquelstein una experiencia, al finalizar “Una muestra para nadie en la nada”, de Marta Mansilla, en el río de Cabalango: “Esperamos el colectivo en la ruta bajo una tormenta muy violenta. No había donde guarecerse. Durante una hora recibimos lluvia y piedra. Esto me hizo pensar en cómo este proyecto te involucra hasta niveles tan físicos. Aquí el espectador tuvo una experiencia completamente diferente a la de ir a una inauguración entre blancas paredes, con una copa de vino en la mano. Tuvo que involucrar el cuerpo de una forma total, expuesto y a merced de la experiencia de la muestra que era todo, no solamente mirar las obras. Sin comodidad, ni seguridad, ni confort, ni tranquilidad ni placidez alguna”.
Este mes, el ciclo tiene a Gerardo Repetto con “Cúmulo abierto” en la ferretería Falucho, donde el artista trabajó una idea de constelación agrupando estrellas: “Allí donde acudimos para encontrar las soluciones más pragmáticas a nuestros problemas domésticos, allí nos podemos encontrar con una porción del universo”. La experiencia se iba a realizar hace unos días pero se pasó para el miércoles 29.
El viernes pasado, desde Patio Olmos salió un 2x1. Por un lado, la presentación del libro Stickear de Francis Vipond, heterónimo de la artista, tarotista y escritora Cuqui: un libro de poesía escrito con stickers de Facebook, poemas breves como haikus que propone un nuevo alfabeto tomado de las redes sociales a partir del cual escribir, y leer; y #encontrado, una muestra en el teléfono celular de Tomás Quiroga, una muestra de bolsillo, con fotografías de obras encontradas por la ciudad.
Culmina en un hotel uno de los ciclos más radicales del proyecto Galerías Efímeras de Eva Ana Finquelstein, que propone muestras y acciones en sitios donde no el arte no es habitual.