El nombre elegido para la muestra encaja muy bien con la propuesta. Basta ver al “Mono” Cohen recorriendo los pasillos laberínticos de 220 Cultura Contemporánea para comprender que hay algo mimético entre esa imagen y el título de la exposición dedicada a su figura. Mientras llegan ecos lejanos de la superficie (provenientes de la Costanera o de la Plaza de la Música), en el subsuelo todo está listo para “Rocambole y el arte subterráneo”, que este sábado abrió sus puertas al público para poder conocer en profundidad los trabajos de un nombre clave en la historia gráfica del rock argentino.
“Siempre he creído que paralelamente al desarrollo del arte o de la cultura considerada ‘oficial’, en las brechas de la sociedad, ha existido un arte subterráneo, rebelde, underground o marginal”, comenta Rocambole mientras recorre su muestra, minutos antes de la apertura al público, a propósito de la idea de lo subterráneo. “Desde ese lugar surge aquello que va a ser llamado ‘arte’ en el futuro. Es como un reservorio donde aparece lo que va a renovar lo que ya está establecido”.
–Esta muestra refleja algunas facetas no tan conocidas de tu trabajo, como pinturas o esculturas.
–Mi trabajo más reconocido está vinculado a la gráfica musical, por el hecho de que esa faceta tuvo una exhibición y difusión más grande, sobre todo mi trabajo con Patricio Rey y los Redonditos de Ricota. Las imágenes que acompañaban los discos fueron recorriendo esos circuitos. La gente que me conoce por el rock nacional, sobre todo los ricoteros, han hecho una especie de culto de esas imágenes. Desde las escenografías hasta las entradas. Algunas de esas imágenes se han vuelto conocidas casi al mismo nivel que la música. Han sido reproducidas en remeras, banderas, paredes... Me impresiona también en los tatuajes.
En la piel
–Debe ser uno de los artistas argentinos cuya obra generó más tatuajes. Más allá del orgullo que eso produce, ¿qué le despierta que una imagen de usted esté plasmada en una piel?
–Me emociona profundamente. Creo que un artista aspira a que sus imágenes sean vistas. Después, en segundo lugar, que esas imágenes sean queridas y apropiadas. Algunas de mis imágenes ya no son mías, sino de esa gente que tanto las
quiere.
–Muchas de sus obras reflejan una idea algo oscura: la del hombre que sobrevive en un contexto hostil.
–A veces me preguntan cómo me defino. Yo prefiero decir que soy dibujante. Lo que más se acerca a mi manera de mirar es ser paisajista. En vez de tomar fragmentos de paisajes relacionados con la vegetación o el campo, yo tomo situaciones humanas, por eso en mis obras hay muchas figuras humanas. A mí me basta con mirar mi entorno social para inspirarme, y eso es algo relacionado con el pensamiento. Algunos dicen que eso podría llamarse “expresionismo”, pero no sé hasta qué punto, porque son las imágenes las que suscitan una referencia en el espectador. Yo tomo como punto de partida algo puntual, como las pasiones humanas, el amor, la locura, la muerte, la injusticia...
–Esta muestra refleja una misma idea pero aplicada a diferentes soportes. ¿Hay alguno con el que se sienta más cómodo?
–Yo parto de un dibujo. Lápiz y papel son fundamentales para mí, es lo originario. Después me da curiosidad representar esa idea sobre diferentes soportes. Hice incursiones breves en la escultura, en la tercera dimensión, pero sólo como visitante.
–Su impronta como artista es muy fuerte, y eso ha generado muchas copias…
–Como todo realizador, soy hijo de las innumerables imágenes que rodearon mi vida. Hay algunas que están más presentes que otras. El puño con la cadena le debe mucho a Ricardo Carpani; esos personajes obsesivos y desencajados, a Francis Bacon o Carlos Alonso... Mis copias favoritas han sido las de Goya.
–Más allá de eso, ¿encuentra su marca en artistas más jóvenes?
–No lo sé, no me he puesto a relacionar, aunque muchos chicos han usado mis imágenes para empezar a trabajar. Soy docente de la facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Plata, a algunos de mis alumnos podría llamarlos discípulos, porque noto ciertas características determinantes, pero no sabría responder a eso.
–En los últimos tiempos, ¿alguna banda argentina lo ha conmovido tanto como los Redondos?
–Siempre he estado vinculado con músicos. Y sigo escuchando música, a grupos jóvenes, sobre todo de bandas de La Plata, que es donde vivo. Pero, si me preguntás si he descubierto algo como Los Redondos, la respuesta es no, porque eso es algo muy particular. Soy amigo de Skay (Beilinson), de Kubero Díaz, de artistas como Miguel Cantilo... Pero encontrar la misma impronta, no. Cada fenómeno es particular, a cada expresión la reúne el rock nacional, que tiene características bastante propias. Nuestro rock tiene una raíz tanguera que es muy particular, aunque no nos demos cuenta.
Para ver. “Rocambole y el arte subterráneo” se puede visitar en 220 Cultura Contemporánea (Costanera esquina Mendoza). Martes a viernes de 16 a 21. Sábados y domingos de 16 a 22.
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Rocambole muestra todo lo que tiene
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Rocambole protagoniza la nueva muestra de 220 Cultura Contemporánea. Un recorrido por el arte de un hombre clave en la historia gráfica del rock argentino.
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Saturday, 20 February, 2016 - 16:30
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