El festival "Performatear", que culmina este sábado (de 18 a 21.30) en el Centro Cultural España Córdoba (Entre Ríos 40), tendrá su cierre con la videoperformance IA Popstar Single ladies, de Manuel Molina. El joven artista trabaja desde 2013 en una obra a largo plazo, Investigaciones Adornianas, que se compone de varias piezas. Otra de sus videoperformances, IA Popstar Ego, obtuvo una mención este año en la última edición del Premio Itaú a las Artes Visuales. En ambas piezas "copia" los videoclips de esos temas de Beyoncé.
VOS lo entrevistó para saber qué es Investigaciones Adornianas, y cómo el filósofo alemán Theodor Adorno fue el flash generador de su obra.
"Hoy puedo ver que una parte de mí ya era adorniana, antes de haber leído algo de Adorno por primera vez", cuenta. Y su relato va hacia atrás y hacia adelante: "Mi interés infantil por pensar e imaginar cosas, por cuestionar el mundo y crear mundos, se transformaron después en mi interés por el arte y por la filosofía. A Adorno, en su propia, vida le pasó lo mismo, y eso está en su obra. Él pasó a la historia como filósofo, pero empezó de niño componiendo música. De hecho, muchos de sus trabajos, sobre todo su libro capital, Teoría Estética, podría ser pensado a la vez como una obra de arte, como una composición musical (espero no tener que optar por una de las dos cosas jamás). Lo primero que leí de Adorno hace unos años fue un pasaje de este libro, donde compara la manera en que se nos aparecen las obras de arte con los fuegos artificiales, como una explosión en el cielo negro, una aparición efímera pero intensa, como una escritura de fuego que viene a advertirnos algo y luego se apaga. Esa misma experiencia estética me asaltó leyendo justamente ese pasaje filosófico. Unos años después empecé a jugar con Investigaciones Adornianas".
–“I.A.” se compone de varias partes. ¿Es obra, un proyecto de investigación, o ambas cosas a la vez?
–Intenté sostener este cruce de teoría y práctica ya en mi trabajo final en la Facultad de Artes (UNC), pero al revés, porque ahí se espera que el acento esté en la obra. Me interesó entonces poner el acento también en la teoría. Hoy estoy haciendo el Doctorado en Artes, donde se espera que sea una tesis sólo de teoría. Investigaciones Adornianas sería la melliza maldita de esa tesis: un proceso artístico. Es un viaje a largo plazo, que empecé en el 2013 y que por lo menos seguirá hasta 2020.
“Trabajo desde hace un tiempo con la estrategia de la mímesis”, detalla Manuel. Y añade: “Imito cosas de otros, obras o producciones culturales que me interesan por distintas intuiciones. Imitar supone discutir que la creatividad es solitaria y original, sino que es más bien una actividad de intercambio y de mezcolanza con los trabajos de otros. Investigaciones Adornianas sería una suerte de maqueta a escala de ese complejo y extenso territorio que llamamos ‘arte contemporáneo’”.
Molina quiere que I.A.“crezca por estetofagia: tragando otras obras, muy dispares entre sí, de muchos lenguajes y contextos”. Una faz importante de su obra es “la relación simbiótica entre cultura ‘seria’ y entretenimiento masivo”.
“Por eso últimamente vengo imitando fenómenos de la cultura industrializada. Todo el proceso es ambicioso, lo sé, por eso me tomaré los años que hagan falta”, afirma. Lo asesoran Fernando Fraenza y Estaban Juárez (especialista en Adorno) para el trabajo teórico, y “la mirada y la escucha atenta de Carina Cagnolo, curadora general del proceso artístico, sumado a cientos de ayudas invisibles”, agrega.
–Pasaste de “Investigaciones Adornianas” a “I.A.” ¿Es una estrategia?
–Me interesa criticar la relación arte y capitalismo, entre obra y mercancía. Y otra vez la imitación: mi idea es dejar ingresar en el curso del trabajo las características de los fetiches culturales, las estrategias de marketing y las lógicas del consumo cotidiano. Algo de eso está en el título mismo Investigaciones Adornianas o su abreviación I.A. y en las portadas que diseño para las redes. Eso circula como una suerte de marca, de logo o de etiqueta, como una mercancía corriente, como un paquete de fideos o como una publicidad comercial. Uno de los procesos se concentra en esto del consumo cultural masivo: “Popstar”. El uso del inglés no es casual.
Como Beyoncé
–“I.A. Popstar” sería ya como una serie en sí misma, con las variaciones de “Ego”, “Why don’t you love me?” y “Single Ladies”, los temas de Beyoncé. ¿Qué te atrajo de ella?
–Popstar sería unos de los barrios de esta maqueta a escala. Es una serie de videoperformances donde imito a la artista pop norteamericana Beyoncé Knowles. Se trata de una mímesis que es progresiva, porque empiezo imitando el ensayo de la coreografía de la canción Why don’t you love me?, sólo el baile, y termino imitando Single Ladies en niveles que van desde el baile hasta el maquillaje, el vestuario, el peinado, el set, los movimientos de cámara, los accesorios, el trabajo en equipo y los tipos de videos de lo “pop”, que incluyen registro de ensayos, del “backstage”, etcétera. Elegí a Beyoncé porque me di cuenta un día que la consumía por YouTube en contradicción con todos mis presupuestos teóricos y políticos al respecto. De hecho hay cientos de otras imitaciones derivadas de los artistas popstar en YouTube. Creo que hay algo que tiene que ver con la irresistibilidad del entretenimiento, algo que es muy sensual (muy sensorial) que sospecho que es un rasgo del arte moderno que emigró a la industria cultural. Y Beyoncé maneja ese rasgo con “maestría profana”, como dice Juan Gugger.
El “vivo” cambia inevitablemente la obra. Manuel encarna los movimientos y gestos de Beyoncé hasta el mínimo detalle, en una transformación que el escenario delata lenta y repentinamente. Y la respuesta del público, ahí, no puede ser indiferente al artista.
–¿Qué pasa cuando saltás al show en vivo?
–Uno de los niveles que decidí imitar de Single Ladies fue la situación del show en vivo. Y lo hice en el marco del festival de performance “Réquiem para el Cabaret Voltaire” en Bataclana Espacio Cultural. Fue una demanda de la obra que no podía desoír, pero de un grado de exposición corporal que me daba muchos nervios y a la vez curiosidad.
Cuenta el artista cómo se preparó: “Reduje todas mis actividades al mínimo y entrené durante dos meses, todos los días, entre seis a ocho horas. Era la única manera para mí, que no estudié danza, de imitar tantos movimientos femeninos. Amigxs que se dedican a lo escénico me dieron clases magistrales de respiración, de interpretación y de actuación. El objetivo era que mi performance devenga show, entretenimiento real, y mi cuerpo el de una popstar. Siempre sosteniendo la idea de la maqueta a escala, de cartón, hecha artesanalmente, que son también nuestras condiciones de producción”.
“A la experiencia del show en vivo todavía la estoy masticando –explica–. Mientras estaba en el escenario, semi en pelotas, semi travestido y bailando como Beyoncé, se fue construyendo un clima de euforia y de diversión que en el momento me inyectaba una energía para sostener la ficción y para fogonearla un poco más, a la vez que me protegía en el personaje. En cuanto se terminó la música, la ficción se cayó y quedé yo, con frío y ‘donado’ en el escenario. Salí corriendo y pensando: ¡¿Qué hice?!”.
Manuel Molina cuenta que “experimentar esto mismo pero con un estadio lleno debe ser aún más extático”. Para el artista “esas experiencias populares en vivo funcionan y se expanden porque venden dosis de éxtasis colectivo, el salirse de sí, una ‘felicidad’ compartida, estandarizada y efímera, pero muy eficaz. Y rentable. Ahí, por un ratito, se suspende el sufrimiento pero también la reflexión. Un poco lo que Adorno vio durante su exilio en Los Ángeles en los dibujos de Disney o el cine de
Hollywood”.
–En “I.A. Popstar” hay un giro no sólo hacia la acción. Encarnás a una estrella pop femenina. ¿Por qué?
–El mercado popstar ha hecho un lugar especialmente reificador a lo femenino, creo que más que para otros géneros. Hoy ya hay una colección de mujeres yanquis, de “modelos de Barbies”, que cubren un rango de consumidores muy extenso en estéticas, generaciones, razas, clases y estilos musicales desde Estados Unidos para el mundo. Comencé con Beyoncé, pero no sé aún por dónde seguirá el proceso. Ella tiene, por dar un ejemplo, la estrategia de haber incorporado en sus producciones una especie de feminismo neutralizado, de un discurso nefasto que reivindica el ingreso total de la mujer en el sistema de producción capitalista pero que por otro lado refuerza todas las condiciones institucionales (como las identidades de género binarias, la maternidad, el matrimonio, la familia nuclear, el cristianismo, el mercado mismo) que someten a las mujeres. Creo que estas paradojas se replican de modos mucho más complejos y menos toscos en nuestros contextos, con nuestros popstar locales, de la televisión (el blanco fácil es Tinelli y su ejército de estrellas) pero también de otros fenómenos populares del carisma (dos blancos difíciles de pronunciar creo que son “la Mona” Jiménez y el Papa Francisco). Contradicciones que también alcanzan a Investigaciones...
Para ver. En el cierre del Festival “Performatear”, este sábado desde las 18 hasta las 21.30 en el Centro Cultural España Córdoba (Entre Ríos 40), Manuel Molina presentará IA Popstar Single ladies, una videoperformance que pertenece a su proyecto Investigaciones Adornianas.
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En la piel de una popstar
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Manuel Molina cruza entretenimiento y filosofía en un proyecto que incluye performances con imitaciones de Beyoncé. Este sábado muestra su trabajo en el Festival Performatear.
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Friday, 4 September, 2015 - 14:00
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