Diego Arrascaeta presenta hasta fin de mes Desamparo, muestra multimedial que ocupa tres salas del Museo Genaro Pérez. Diego dejó la bidimensionalidad de la pintura y encontró un lenguaje del espacio y del cuerpo.
"Resulta que ahora estoy realizando una muestra junto al colega Andrés Senn, en el Genaro Pérez, donde experimentamos con la tecnología multimedial", señala el artista que formó parte de la Compañía Gristenia de danza-teatro.
Diego describe qué ocurre en la primera sala del Genaro, la sala negra que habita un personaje humano, un hombre que, mediante el trabajo de sensores, modifica su aspecto cuando el espectador se acerca.
"Cuando uno se acerca a tres metros toma noción y algo pasa. No es un holograma. Es una videoproyección, una toma ininterrumpida eterna. El hombre sentado, que realiza algunas acciones, interpela al espectador", dice Diego.
La sala derecha circular está anulada, amputada e intervenida por una especie de balbuceo. La instalación sonora, con sonido estéreo, emula una presencia física. Habla del artista. Es una instalación del cuerpo, relativizado pero interactuando. Es la performance a partir de la ausencia.
"El artista es hoy un sujeto marginal, invisible. Estoy seguro de eso. El arte, más allá del coqueteo con espacios de poder, está escindido de la sociedad. No entra en ningún canal de consumo popular. El museo es lugar hermético para la sociedad".Para Arrascaeta, Desamparo es fantasmagórico.
"El que se acerca al hombre de la primera sala tampoco puede escrutarlo. Las lamparitas en la segunda sala funcionan como transición, y luego el espectador va a la tercera, la del oficio que no se ve. Porque el artista es un fantasma que husmea la sensibilidad del mundo. No se sabe para qué, no sabemos qué está pasando con nosotros", comenta Arrascaeta. Señala que su obra pregunta las cosas que hoy pasaron de moda, como el existencialismo, aunque existimos.
"Pensamos en el oficio como disparador interno, y la percepción del público, que es más trascendente de lo que uno puede decir. Veo este trabajo mucho más teatral, como la danza, construido desde tópicos de la danza teatro", señala Arrascaeta.En Desamparo la tecnología es usada de manera estratégica. Tiene un efecto, un juego de lo sensible. La gente se sorprende al ver el personaje iluminado en el medio de la nada. Es inquietante. Sobre las motivaciones que llevaron a realizar esta obra, Diego Arrascaeta reflexiona sobre los medios masivos de consumo, lo que sucede alrededor, y los artistas ‘consumidos'. Frente a esa realidad se para el artista comprometido con la profundidad, que lo hace pensar en ciertos tópicos.
"Rilke dice que la poesía sirve para hacernos más libres. El arte es una herramienta trascendente. En eso el artista está solo. Los mecanismos de consumo llevan al hombre a esclavizarse. El artista es un tipo que le habla a la nada. Está produciendo algo que nadie quiere ver ni necesita. Al museo van tres personas. Al concierto de Romeo Santos, miles. Para mí hoy la televisión es el opio del pueblo", dice Diego.
Lo acompaña Andrés Senn, artista multimedial, especialista de la tecnología. "Diseñó el programa, trabajó con sensores y audio. Laburó el aspecto electroacústico. Ésta es mi primera muestra en relación a la tecnología. He estado 20 años encerrado pintando, como en el paleolítico. Creo que dejo los pinceles", bromea Arrascaeta. La muestra está abierta de martes a domingos; los días de semana, de 10 a 20, y los fines de semana, de 12 a 19. Entrada gratuita.
Diego Arrascaeta se presenta en el museo Genaro Pérez. Dice que estuvo "20 años encerrado pintando, como en el paleolítico" y anticipa que "deja los pinceles".