Inauguran la Capilla Buffo renovada

Un año atrás se anunció la restauración de la Capilla Buffo, que la rescata de medio siglo en el olvido. Lluvias e inundaciones mediante, entre otros inconvenientes durante el proceso de trabajo, finalmente mañana se inaugurará la obra que rescata uno de los emblemas de la cultura cordobesa.

“Tenemos la fortuna de que un italiano nacido en Treviso (Italia), ciudad donde no hay frescos, haya pintado en nuestra Córdoba esta obra única, dejándonos una herencia rica en conocimientos e historias”, dice Marcela Mammana sobre Guido Buffo, el artista que diseñó y edificó en 1950 la capilla que lleva su nombre, y que está ubicada en la reserva municipal de Los Quebrachitos, en Unquillo.

Después de haber estado durante décadas en muy mal estado, el trabajo demandó un año y sorteó más de un imprevisto, pero el intendente Germán Jalil finalmente podrá inaugurarla mañana al mediodía.

Mammana comenzó a recuperar los murales, gravemente deteriorados, en mayo de 2014. En su mayoría, los trabajos de Buffo fueron realizados con la técnica del fresco.

Antes, el arquitecto Javier Correa había comenzado el rescate arquitectónico, y por suerte se sanearon a tiempo las grietas que dejaban filtrar agua y se cambiaron las luceras rotas: de otra manera, el feroz aguacero de febrero hubiese destruido por completo los murales, con los 900 milímetros caídos. “Habíamos quitado salitres, hongos y manchas utilizando los mejores productos europeos, pero existían las ‘nanopartículas de cal’, lo último en tecnología en el mundo, algo que no creímos poder alcanzar”, continúa. Jacinto Palacios, restaurador de la Agencia Córdoba Cultura, llevó la noticia de esta técnica innovadora, que finalmente llegó después de muchísimos contratiempos y que se salió  del presupuesto.

El doctor en física Bernardo Molinas, experto en frescos, se convirtió en el nexo para la utilización de esta técnica. Cada paso de la investigación, aplicación y pruebas fue compartido con los especialistas de Italia: además de Molinas, el químico Rodorico Giorgi, y el profesor Baglioni Piero, ambos autores de Nanorestore®, marca registrada del Centro de Investigaciones de la Universidad de Florencia.

En Unquillo, gracias al entusiasta Rodolfo Leone (con su empresa Micro Grin y allegados suyos, más una participación de la Agencia Córdoba Cultura), se pudo importar el novedoso producto desde Italia. Molinas había visitado Unquillo en octubre pasado.

La importancia de las nanopartículas, aporta Emilio Cárdenas, de Cultura municipal, radica en que “permite que el fresco siga siendo un fresco”.

La restauración comenzó en mayo de 2014 coordinada por Mammana (restauradora, especialista en murales y en la técnica de frescos) y José Correa (arquitecto, especialista en restauración de edificios históricos de valor patrimonial). La tarea se hizo en tres etapas: después de trabajar en la parte externa de la cúpula de la Capilla, la acción se orientó a las pinturas murales del interior, y finalmente se recuperó la torre y el entorno. Junto a ellos trabajaron Pablo Mauvecín, y Juan Danna.

Inversión

La Municipalidad de Unquillo invirtió medio millón de pesos en la recuperación de este ícono de la ciudad que tiene en comodato desde 2006, a través de un contrato firmado con la Agencia Córdoba Cultura, renovado en 2013 por cinco más.

Guido Buffo había cedido lo que hoy es la Casa Museo y la Capilla al Ministerio de Educación de la Nación, que luego la traspasó a la Provincia. Buffo murió en el año 1960, y desde entonces el lugar reclamaba atención. Todos los involucrados coinciden en que el esfuerzo por rescatar la Capilla fue “descomunal”.

Hasta hace pocos días, el andamio ocupaba la Capilla, y la mesa de restauro tenía su rincón. El trabajo integral incluyó además el atelier y la torre, cuya vista, sostiene Correa, permite entender la concepción de Buffo, inspirada en las culturas maya y azteca, visible en el diseño de las escalinatas.

La cúpula tiene la forma de la flor del cardo. Subiendo a la torre, protege el ascenso una pirca que estaba inconclusa y que ahora se completó. Desde lo alto se ve la disposición de las luceras. “Todo está pensado”, destaca Correa, y plantea la necesidad de hacer un área de protección. La parte más alta de la torre volvió a ser “el original monumento blanco y resplandeciente, que estuvo años totalmente negro”, describe. El estilo art decó se reconoce más claramente ahora, como las distintas partituras escritas sobre la fachada.

Los frescos

Guido Buffo pintó los cuatro murales en las paredes del interior de la Capilla (de casi 6 metros por 8 metros cada uno) en honor a su esposa Leonor Allende y su hija. Por eso, Correa advierte que la Capilla en realidad es una cripta, o panteón, proyectada cuando ellas fallecieron. En su interior hay un altar. “Buffo es uno de los primeros en introducir la noción del ecumenismo religioso, que plasmó en arquitectura y pintura”, agrega.

No todos los murales son frescos, ya que también hay mural seco, explica Mammana. Las pinturas guardan relación con otros elementos. Una relación astronómica, podría decirse. Correa señala los pequeños círculos de metal que representan las estrellas y sus ciclos: es la constelación que estaba en el momento que muere la hija de Buffo, el 6 de setiembre de 1941. Correa y Mammana comprobaron que ése día ingresa un haz de luz por uno de los orificios de las luceras que ilumina uno de los murales dedicados a la niña.

Los murales son Elogio a Dios, a la Creación; Elogio al Sentimiento (dedicado a su esposa e hija); Elogio a la Imaginación, dedicado a las musas, y Elogio al intelecto, el mural inconcluso. A los expertos italianos les llamó la atención cómo pintó la transparencia de los tules.

La Capilla es una fuente inagotable de conocimiento, y eso se debe a su autor: Buffo fue un humanista, más allá de un gran dibujante y docente. Y tamaña tarea de restauración está generando proyectos de investigación sobre todo lo que pensó e investigó. “Los bienes tangibles despiertan una conexión cultural e intangible, algo insólito. Buffo es un caso paradigmático y sobresaliente que excede lo local”, reflexiona Jacinto Palacios. Y Mammana concluye: “Buffo te apasiona para siempre”.