Uno de los objetos de la muestra "Yo, Sandro", es un encendedor común y corriente; lo curioso es que el encendedor está embutido en una funda dorada. Y que esa funda está hecha con el oro fundido de las medallitas que le tiraban sus admiradoras en los recitales. Esta y otra clase de piezas integran la muestra que llega a Córdoba este jueves y que promete eso que no ha podido la paciencia ni la perseverancia: mostrar la intimidad de uno de los artistas argentinos con más proyección latinoamericana en la historia de la música.
Alejandro Salade es el curador, el hombre que consiguió entreabrir la puerta para que hoy la intimidad del gitano ya no sea un secreto celosamente guardado, sino la posibilidad cierta de que miles de fans puedan asomarse a una trastienda hasta ahora desconocida.
Salade es argentino pero vive desde hace mucho en España, donde tiene a su cargo la Fundación de homenaje a Miguel de Molina, de quien es sobrino nieto. "Siempre digo que Molina me llevó a España y que Sandro me trajo de nuevo a Argentina", resume el hombre que hoy se encuentra ultimando los detalles para la inauguración, y que concibió esta iniciativa junto a la viuda del cantante, Olga Garaventa.
Perlitas
En la muestra se puede apreciar la génesis del Elvis argentino desde distintas ópticas. A través de sus pasaportes, por mencionar una curiosa, ya que en esos documentos las mismas fotos van narrando involuntariamente la historia del ídolo, desde el nacimiento con un nombre genérico de Roberto Sánchez, hasta convertirse en el fenómeno musical que consiguió enamorar a generaciones enteras y que, ya convertido en un éxito de ventas, se hizo famoso mundialmente con un nombre: Sandro.
La intención de Salade es hacer itinerar la muestra por el país y luego cruzar la frontera: "Es un homenaje a un gran artista que tuvimos en Argentina con tanta proyección latinoamericana -dice-, por eso queremos intentar llegar a todos los rincones posibles de todo el país, y ya estamos diseñando la salida a Latinoamérica, porque Sandro es ídolo internacional".
Otro material a disposición del público serán las imágenes del interior de la casa del ídolo, que se suman a las letras manuscritas: "Te causa estupor verlas -dice Salade-, realmente son un mundo de sensaciones, pensar que esos papeles fueron el comienzo de tantas canciones que hoy conocemos todos. Pero además están los pergaminos, los diplomas, los discos de oro de los años 70, que son disco de oro por haber vendido un millón de copias, y no 25 mil como ahora. Todas las historias de vida de esa casa de Banfield las trasladamos a esta exposición", resume.
De cuerpo y alma
Si pensamos las paredes de la casa de Sandro como un muro perimetral que marcaba la frontera entre el reino del ídolo y sus seguidores, no estaríamos haciendo justicia. Las seguidoras y el artista siempre tuvieron una comunión religiosa fundada en razones que escapan al entendimiento de la mayoría. Y de eso también da cuenta la muestra, que en un punto funciona como un atisbo a ese secreto que Sandro tenía con sus chicas.
Salade lo explica así: "Hay un gran respeto por las fans, y esta muestra es una forma de devolver ese cariño que sus seguidoras le profesan; abrir la casa y mostrar eso que muchas querían conocer detrás de ese paredón, uno de los más conocidos de Latinoamérica. Para que te des una idea, Roberto llamaba por teléfono para el día de su cumpleaños a las fans que conocía; tenía gran respeto por sus seguidores, y en la muestra vas a ver exhibidas muchas cartas de ellas donde se lee que le agradecen que Sandro las haya llamado para alguna fecha en especial".
Puertas abiertas
La muestra Yo, Sandro ya estuvo en Buenos Aires, Rosario y Mar del Plata, y tiene previstas fechas en La Plata, Mendoza, San Luis y Neuquén. Es una forma de festejar los 50 años del lanzamiento del primer disco del cantante, Sandro y los de fuego.
La exposición contiene además vestuario original, colección de instrumentos, premios y distinciones, fotografías inéditas y filmaciones personales en Súper8, sus recetas de cocina y testimonios de sus admiradoras y seguidores.
La muerte llamó varias veces a su puerta, y Sandro consiguió burlarla hasta el 4 de enero de 2010.
El legado de un hombre puede medirse por la forma en que marca a sus contemporáneos y por la manera en la que su trabajo lo trasciende. Con esa vara, lo que consiguió Roberto Sánchez no es poca cosa. Y de sobra alcanza para homenajearlo a puertas abiertas.
Yo, Sandro
Inaugura el jueves 18 de junio, a las 19.30, en el Museo Palacio Dionisi (Av. Hipólito Yrigoyen 622). Martes a domingos de 10 a 20, hasta el 30 de agosto. Entrada general: $15. Miércoles día gratis. Jubilados, estudiantes y discapacitados, sin cargo todos los días.
La exposición, que se inaugura este jueves en el Museo Palacio Dionisi, trae mumerosos objetos personales del cantante. Habrá desde vestuario hasta pasaportes, letras manuscritas y correspondencia.