Desde hace unos días Martín Carrizo acarrea tierra. El artista estuvo trabajando en una instalación en el sótano de Casa Taller (Ramírez de Velazco 957), que este sábado se presenta a las 19, y a la que nombra con una frase de César Cano, su amigo del barrio: El día que me muera se cae el barrancón.
Poco tiempo atrás, el joven artista atrajo la atención de curadores, jurados y galerías dentro y fuera de las fronteras locales (actualmente su obra es parte de la mega muestra “Deseos”, en el Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata) con su serie Construcciones, esculturas de escala mínima que aluden, en principio, a obras en construcción. En principio, porque hay mucho más detrás de esas escenas.
En la frase de su amigo, Martín siente que se condensan “partes de un trabajo extenso”: “También es una exageración del impacto, no tanto de la violencia de la caída, sino más bien de la lenta violencia del terreno que se compacta”, reflexiona.
En diálogo con VOS, Carrizo va un poco más allá: “Hacer referencia al barrancón con esta frase es hacer coincidir cuestiones que, sospecho, están íntimamente vinculadas, cuestiones del proceso de trabajo con mi obra ahora y datos de texturas visuales, de acciones muy precisas en mi experiencia. Es resaltar otra vez la cuestión de cómo el conocimiento, para mí, se construye desde la experiencia directa, física”.
Entonces el barrancón, agrega, es en la nueva obra un elemento presente por más de una razón. Las capas de compactación de suelo incorporan la propia acción de compactar: “Cierta información va penetrando lentamente en nuestro cuerpo y produce más información”, explica. Además, dice Martín sobre la doble tragedia de la frase, “hace honor a un personaje del ambiente que me formó, y a una exageración también para el personaje, que morirá junto a su barrancón, por eso es gracioso, porque es exagerado”.
Síntesis
Las capas de tierra, de ladrillo molido y las paredes de pequeñísimos ladrillos son como círculos concéntricos que conducen hacia un epicentro. Como si ahora su obra obligara a mirar hacia adentro, lo que acentúa el cambio a una escala mayor.
–¿Qué sucede en este salto de la escultura a la instalación?
–Las definiciones conceptuales que van resultando se desarrollan lentamente. Esta instalación de alguna manera es una síntesis y concentración, desde las Construcciones, y todo un proceso de experimentación posterior. Haber incorporado polvo de ladrillo compactado y tierra compactada en esta etapa me permite hacer una valoración diferente de la escala, el formato de mis trabajos.
“Creo que las posibilidades que ofrecen esos materiales al estructurarlos, en este caso como bloques, más la amplitud de movimientos que implican los procesos de estos materiales (cavar para conseguir tierra, luego tamizarla, traer ladrillos en carretilla, partirlos a mazazos o molerlos) me han hecho pensar en amplitud, en cambiar la escala”, explica Martín.
Otras ideas que incluyen por ejemplo excavaciones reales en tierra, están dando vueltas. Por ahora, repite, el proceso va despacio: “Estoy feliz con esta obra, construir esta instalación fue expandir mi trabajo anterior pero como un claro proceso de expansión, capa sobre capa desde un punto. Desde aquello que son las construcciones, un paso tras otro a esto que ha cobrado otras dimensiones”.
Y para el espectador, Martín dejará operar otras expansiones, las que se relacionan con los sentidos e ideas que cualquiera pueda asociar al vivenciar su trabajo.
–¿Relacionás al sótano con tu obra?
–Sí, por el desnivel, por la idea de excavar. Viene bien por la humedad y la penumbra. Se notó cuando hubo que meter una camionada de tierra hasta abajo. Evidentemente la obra se desprende en gran medida de la referencia externa y se concentra. Ya en la mitad de la serie Construcciones aparecía esta autonomía del proceso.
Apertura. El sábado 7 de marzo a las 19, en el sótano de Casa Taller (Ramírez de Velazco 957), inaugura la instalación de Martín Carrizo El día que me muera se cae el barrancón. También abre al público La bestia, de Miguel Lucero, máscaras, pinturas y objetos.
Entrada gratuita.
Con la instalación El día que me muera se cae el barrancón, Martín Carrizo toma el sótano de Casa Taller en una nueva dimensión de sus “construcciones”. Abre este sábado a las 19.