Para Luis Sosa Luna (Córdoba, 1932-2005), la pintura fue una obsesión, su respiración. El artista, uno de los referentes del arte local entre 1970 y 1990, es el centro de la exposición “Interior sin precauciones” que hoy a las 19.30 presenta el museo Evita-Palacio Ferreyra (Hipólito Yrigoyen 511). La exhibición es una producción del museo junto a Marcos Acosta, su curador, con investigación de Constanza Molina.
A pesar de los premios que recibió, anota Tomás Bondone, director del museo este espacio, la obra de Sosa Luna “nunca había sido objeto de una revisión crítica y orgánica”. Hace un año que Marcos Acosta buscaba rescatar al artista y su trabajo del olvido. En esta ardua tarea colaboró no sólo el equipo del museo, sino también coleccionistas, restauradores y otras personas.
De su admiración de niño, cuando vio la pintura Interior sin precauciones en la recordada muestra “120 años de pintura en Córdoba”, pasó mucho tiempo. En 2002, Acosta visitó al artista en el Hogar de Ancianos Padre Lamónaca de San Vicente, incluso le tomó unas fotografías que ahora incluye la exposición (como otras dos imágenes memorables que le hicieran también Hugo Aveta y Marta De Miguel). “Lo recordaba como un personaje influyente aún en la década de 1990, pero cuando lo fui a visitar me creó una fuerte angustia, y me quedé con la sensación de que tenía que hacer algo por él”, cuenta Marcos Acosta.
¿Dónde estaba la obra de Sosa Luna y dónde estaba su historia? Con esas preguntas comenzó su trabajo Acosta. Otro desafío era cómo exhibir sus búsquedas, sus investigaciones, marcadas por dos facetas bien diferenciadas: su obra más distinguida y reconocida, la de sus monstruos, en la que el artista indagaba para dar con una identidad pictórica; y los paisajes y naturalezas muertas en los que también supo reconocerse luego, pero que en principio realizaba como sustento. Detrás de ese objetivo, señala Bondone, Acosta “supo perfilar una narrativa que ahora ilumina una obra y una personalidad compleja entre los gozos y las sombras”.
Marcos decidió poner juntos estos aspectos porque, afirma, Sosa Luna pintaba una y otra cosa en la misma época, no quiso disociar aquellas “imágenes tortuosas, terribles” de aquellas “en las que cierto regocijo y felicidad parecen ser los disparadores”.
“Más allá de un comienzo relacionado al arte americanista, su obra hacia fines de los ’70 adquiere una fuerte impronta expresionista, con tintes surreales, alucinados”, describe el curador. El recorrido de la exhibición va desde esos comienzos, pinturas cuyos climas recuerdan tanto a Ernesto Farina como a las producciones de los amigos de Manuel Reyna y Armando Molina Rosa; para transitar hacia los temas que finalmente lo conmovieron: “la vejez, la enfermedad, la comida”, señala Marcos. La obra Fin de mes, por ejemplo, da cuenta de alguna de estas “obsesiones”.
Los motivos aparecen en la obra de Sosa Luna encarnados en personajes y retratos que en muchos casos delatan su admiración por Francis Bacon (el artista inglés marcó la pintura cordobesa de aquel momento, y a su vez, de Sosa Luna se desprenden conexiones con los jóvenes pintores de la década de 1980).
Algunas de las pinturas que se exponen pertenecen a museos, como El accidente, una presencia destacada en la escalera del Museo Genaro Pérez. A propósito, recuerda Acosta, “un grave accidente marcó su vida, en 1969”. Sosa Luna, “me refieren quienes lo conocieron, era antes un tipo jodón, alegre, y después de es accidente automovilístico, estaba permanentemente angustiado, pensando en la muerte”.
Espacios de memoria
La muestra también rescata del olvido una buena cantidad de dibujos, como una larga serie inédita de la década de 1980.
Un segmento de la exposición ahonda en pinturas en las que se ven bicicletas, y otras, muy teatrales, en las que los protagonistas habitan camas y que revelan su preferencia por los grandes formatos y cierta monumentalidad.
“Las obras de Sosa Luna son espacios de memoria”, reflexiona Constanza Molina, y contextualiza su producción: “Referente de su época, e integrante activo del campo artístico local, formó parte de una generación que buscó exorcizar ciertos demonios sociales colectivos luego de un momento traumático y oscuro de la historia argentina, principalmente a través de la representación del cuerpo, asociada a la intimidad, y a la experiencia privada como primer territorio a conquistar”.
Al centenar de obras recorren las obsesiones de Luis Sosa Luna, se ha llegado atravesando veladuras. Esta exhibición lo celebra y saca de un injusto olvido.
Apertura
Este miércoles a las 19.30 abrirá al público en el museo Evita-Palacio Ferreyra (Hipólito Yrigoyen 511) la exposición “Interior sin precauciones”. La muestra es una producción del museo junto a Marcos Acosta, curador, con investigación de Constanza Molina.
Este miércoles inaugura en el museo Evita la exposición Interior sin precauciones, que recuerda al artista cordobés a través de un centenar de obras, muchas de ellas nunca exhibidas.