La relación de admiración y la conexión entre Luciana Bertoloni y la figura de Eva Perón comenzó casi por casualidad: una agrupación llamada Mujeres Reparando Historia le solicitó un busto de Evita para la municipalidad de Río Ceballos. Fue entonces cuando Luciana comenzó un proceso de investigación, estudio y lectura sobre su vida y obra. Libros como Santa Evita (1995), de Tomás Eloy Martínez, y Evita. Jirones de su vida (2012), de Felipe Pigna, así como películas y fotografías fueron las claves de acceso para adentrarse en un personaje mítico que marcó la historia argentina. “Necesitaba meterme en el personaje y conocer su vida. Me puse a estudiarla, a leer, a ver películas y fotos. Me enganché de un modo muy fuerte”, cuenta.
Esta es la primera parte de la historia. El vínculo que se había generado entre la artista y el personaje era profundo y reclamaba darle una continuidad de trabajo y dedicación, ya no desde un pedido concreto, sino desde la mirada propia y singular de Luciana. Allí fue cuando decidió que debía hacer “su Eva”.
Bertoloni lleva años trabajando sobre las posibilidades de la vitrofusión. Según la artista, el vidrio es un recurso que presenta infinitas posibilidades al permitir la incorporación de diversos elementos y materiales, a través de los cuales va definiendo el concepto de sus obras. Al respecto, sostiene: “Entiendo al vidrio como un disparador creativo de posibilidades y recursos. Puedo hacerlo plano o colgante. Me permite realizar desde instalaciones y obras conceptuales hasta dibujos con alambre o hilos de plata. El vidrio es un material muy sensual con el cual me conecto”.
¿Qué aspectos de lo que Eva simbolizó movilizan hoy la recreación y el homenaje? Es posible advertir algunas pistas en el modo en que Luciana la retrató en Vitroficción.
Se trata de una muñeca de un metro y 20 centímetros realizada sobre una estructura de hierro y fibrocemento, y revestida completamente con pedacitos de vidrio. Su vestimenta remite a la Eva militante y activista, a la incansable trabajadora por los derechos de la mujer y de los niños.
Dos elementos de la escultura se destacan. Por un lado las joyas, que en palabras de Martín Kovensky, curador de la instalación, son “esas que usaba casi como una vanidad inevitable en su proceso personal de ascensión social, pero que finalmente abandona, cuando le robaba horas el cáncer y se inmolaba en agotadoras jornadas en la Fundación.”
Por otro lado, la pollera está construida a modo de santuario del pueblo, un lugar de devoción, compuesto por cuentas de vidrios de colores, estampitas de la época, textos incrustados que manifiestan apodos populares como “jefa espiritual de la nación” o “la dama de la esperanza” y dibujos que representan momentos de su vida.
Mediante una técnica meticulosa que demuestra un alto nivel de detalle y precisión, la Eva de Luciana es a la vez única e irrepetible, pero se nutre de todas las Evas de nuestro imaginario: la militante, la de las joyas y la alta sociedad, la de los viajes, la Eva de la gente, le representada por los medios de comunicación, la solidaria. Como una historia de vida narrada a partir de fragmentos, sucesos históricos y representaciones sobre su identidad. Y en este proceso, el vidrio, la materialidad elegida para trabajar, destaca su trasparencia y trasluce una interioridad personal y profunda. Somos seres hechos de historia y nuestra identidad se va construyendo como resultado de dichas experiencias.
Para ver. La intervención Vitroficción, de Luciana Bertoloni, se presentará el viernes 18 de julio a las 12.30 en el Cubo de Vidrio del Museo Evita (Hipólito Yrigoyen 511), con la curaduría de Martín Kovensky.
Vitroficción, de la artista cordobesa Luciana Bertoloni, es una obra revestida en vidrio que se inspiró en la figura de Eva Perón y en algunos hechos de su vida. Quedará instalada el viernes en el Palacio Ferreyra.