Este jueves, trabajadores del teatro de la Ciudad de Buenos Aires tendrán una reunión con el Ministerio de Salud de la Ciudad, que puede ser “definitoria” para la actividad. Buscan que se tome conciencia de la importancia social de la actividad artística presencial.
En eso, adhieren a un manifiesto escrito por el dramaturgo Javier Daulte. “La creación artística en su praxis presencial está al servicio de algo que es tan contundente como invisible y que es uno de los fenómenos imprescindibles para el funcionamiento de una sociedad”, comienza.
“La praxis del arte es el alimento espiritual de una sociedad. Ir a un concierto, al cine, al teatro, a un museo, a una biblioteca, etc., son prácticas que las sociedades han desarrollado a lo largo de los siglos”, continúa y agrega: “Hoy se cree erróneamente (y se pregona de manera incansable) que podemos consumir arte en nuestras casas, a través de internet, o de los libros que tengamos la suerte de tener en nuestras bibliotecas. Pero eso no tiene nada que ver con la praxis artística (de hecho, hablar de consumo al referirnos al arte, es infame). El arte, fuera de su praxis social, no tiene ningún sentido”.
En eso, argumenta: “Su manifestación tiene que ver esencialmente con el encuentro de sujetos disímiles que serán atravesados por esa cosa en común que llamamos manifestación artística. Esta nos enlaza con el otro y nos hace parte de un todo complejo”.
“Sería lo que en términos sencillos llamamos compartir la experiencia”.
“El Estado debe declarar esencial la praxis presencial del arte porque es el único alimento que satisface una suerte de hambre que de otro modo no se saciará más que con violencia”, advierte además.
Por otro lado, resalta: “Todos sabemos que se establecen y se seguirán estableciendo protocolos para el funcionamiento de muchas actividades, también para las manifestaciones artísticas. No lo niego ni lo ignoro. Los distintos ministerios (a nivel ciudadano, regional, provincial y nacional) no tienen más remedio que dar la cara y tratar de encontrarle una vuelta al asunto. Después de todo, para eso cobran un sueldo. Pero con eso no alcanza”.
Finalmente, cierra: “El COVID amenaza nuestra salud física, la ausencia de arte presencial amenaza nuestra salud espiritual en tanto individuos y sociedad”.