“A la foto que se llama Como la gasta, como la gasta la hice en Forja, en la presentación de un disco. Él va caminando por la lengua que sale del escenario principal, se enfrenta a su público y a las luces, en un contraluz fantástico, que le da algo celestial. Me gusta mucho que la foto esté de atrás. Él es tan icónico que no nos hace falta verle la cara”.
Quien habla es el fotógrafo Marco Cabral y de quien habla envuelto en ese halo celestial es Carlos “La Mona” Jiménez. Unas 16 fotos del cantante cordobés forman parte de “Ídolo inédito”, una de las varias exposiciones que se inauguran este sábado en el museo Palacio Dionisi.
Marco Cabral cubrió infinita cantidad de shows de Jiménez entre 2010 y 2013, cuando trabajaba para un proyecto editorial en torno al músico. Y hace unos meses, decidió buscar en su archivo aquellas imágenes que no fueron publicadas ni expuestas para presentarlas a la convocatoria abierta del museo, que tenía como eje temático el cuarteto.
En total, son 16 fotos de La Mona, todas sobre el escenario. Algunas son retratos íntimos del momento de entrega a su público, otras muestra a un Jiménez en acción con su banda, otras se centran en detalles: las gotas de sudor que relucen bajo la luz del escenario, un gesto típico de boca abierta y manos compenetradas.
“Es un recorrido por todos los bailes, algunas fueron hechas en Forja, otras en el templo (el Sargento), en el Estadio del Centro y en la Sociedad Belgrano”, aclara.
No hay entre las imágenes escenas de backstage o retratos fuera de la interacción con el público. Esa fue una decisión. “Quería elegir fotos de escenario, con un tinte rockero. Desde el vamos el concepto estético era ese, mostrar a la Mona desde una imagen fotográfica al estilo de Rolling Stone”, agrega.
Palabras
Cada foto lleva en el epígrafe el fragmento de alguna canción. muchas, son las que el fotógrafo recuerda que sonaban en el momento de disparar. Hay fragmentos de El renegado, otros de Mary la del burdel. Cabral, además, ha tenido contacto cercano con Jiménez, su vida familiar y ciertos momentos de intimidad del backstage.
“Creo que eso se nota en la comunicación arriba del escenario entre los dos, se ve en algunas fotos como en una en la que él mira la cámara y hace un gesto de gato con las manos. Esa intimidad entre el artista y el camarógrafo se logra en el feeling, en la empatía, siempre la sentí en esos años de laburo. Siempre trabajé tranquilo. Él además tira ideas, siempre me sentía muy cómodo arriba del escenario. Por eso el resultado es estas fotos”, cuenta.
Si cada seguidor ve algo diferente en el cantante cordobés, ¿qué ve entonces un fotógrafo cuando lo captura en acción y conoce de cerca ese momento de trance cuartetero?
“A mí me pasaba que por momentos veía a un rockero, en otros a un tanguero, en otros a un folklorista, a veces a un cuartetero. Más allá de qué cante, es un artista angelado, se transmite su pasión, hay un mar de sensaciones arriba del escenario. Y eso es rock”, cierra Cabral.