Color, línea, forma, pero sobre todo espacio. "No podría concebir la obra de arte sin considerar al espacio como parte de ésta", dice Teresa Maluf, autora de la enorme estructura de anillos azules que tienta a los niños a treparse como si fuera un árbol en el Parque del Chateau.
La artista expone por estos días en la galería de arte Nodo940 (9 de Julio 40, peatonal) un conjunto de esculturas que cuelgan del techo de la sala y que ha bautizado Llegaré a puerto, zarparé mañana. En la misma sala, se arriesga al desafiante espacio de la lucera Alejandra Daoiz, con Eu quero um novo mundo, una propuesta lanzada al espacio y a través de dos plantas del edificio.
En lel Museo Caraffa (Poeta Lugones 411), Ramiro González Etchagüe despliega Spectrum con el mandato del “color como experiencia”. Sus obras también cuelgan del techo como racimos jugosos.
Maluf, Daoiz y González Etchagüe trabajan sus obras en composiciones geométricas, suspendiendo en el aire formas y colores.
Ramiro González Etchagüe: vibración en línea
En "Transpainting", la muestra de Ramiro González Echagüe en el Caraffa, la pintura busca abandonar su sentido representativo y ocupar el espacio real. Superar la bidimensionalidad para confluir en Spectrum, una instalación pensada y elaborada específicamente para esta sala, dice el artista santafesino, que invita al espectador a sumergirse en una experiencia estética.
Detalla Ramiro sobre Spectrum: "Es una instalación de 100 metros de tela de algodón intervenida con pintura acrílica en 25 tonos del espectro de la luz y direccionada en tiras suspendidas de parrillas de MDF". Spectrum representa el concepto que le da nombre a su muestra en la sala 4 del museo: "Transpainting" (a través de la pintura), nueva serie de obras en las que busca trascender el formato convencional en pinturas tridimensionales, espaciales, "donde el paisaje es una excusa para ofrecer nuevas experiencias al espectador, más interactivas que contemplativas. Y una vía para la experiencia directa con el color". En su obra, el dibujo se confunde con la pintura y se vuelve objeto, paisaje.
Ramiro considera la elasticidad tanto del cuerpo de las personas (donde "se producen experiencias") como del espacio: ambos "se conjugan a través de lo sensible como motor creador de nuevas sensaciones, vivencias, experiencias y memorias". El artista retoma una constante de su obra: la idea de vacío, no como ausencia de materia sino como posibilidad de ser interpretado. "Su elasticidad posibilita múltiples construcciones y desplazamientos, recorridos", dice.
En una pared Ramiro recupera ideas propias donde se identifica con los sentidos de su obra: "Recorro el espacio, me expando. Soy como punto y como línea. Soy luz, sonido, pulso, latido. Soy Trans, trans-drawing, trans-painting, trans-space. Soy lleno y vacío. Soy expansión y contracción. Soy binomio, bipolar. Soy azul y magenta".
Hasta el 1° de setiembre, de martes a domingos de 10 a 20.
Alejandra Daoiz y Teresa Maluf: otro mundo es posible
En la galería Nodo940, Teresa Maluf exhibe esculturas geométricas abstractas. Y en la lucera del edificio donde funciona Nodo940, Alejandra Daoiz dispone un mapamundi geométrico a modo de móvil aéreo (curaduría de Claudio Cassia).
Alejandra construye desde el dibujo y la escultura. Y lanza una pregunta: ¿cómo habitamos el mundo que vivimos? Su obra está compuesta por módulos geométricos suspendidos en el vacío. Los planos cortan el espacio, la línea que irrumpe y el color simbólico de cada continente para darle una nueva forma al planisferio, una utopía que Alejandra llama Eu quero um novo mundo: habitar el espacio, habitar el mundo.
La lucera le permitió trabajar con grandes volúmenes, dice la artista. Y dar batalla con ideas, que se corporizan en formas y ciertos colores.
Teresa Maluf hizo un gradual pasaje de la pintura a la escultura, y en un comienzo líneas en ángulo definían sus piezas geométricas. Hoy, en Nodo940, el círculo se impone. "Trabajo con la abstracción, concretamente con la abstracción geométrica, porque me da la posibilidad de alejarme de la presión cotidiana del mundo híper informado e híper acelerado en el que vivimos", reflexiona la artista. La obra, con su presencia y su gramática visual, dice Teresa, interrumpe el "enajenante caos de la vida cotidiana".
Llegaré a puerto, zarparé mañana exhibe Maluf en la misma galería donde tres años atrás fue invitada a intervenir la lucera. A partir de allí, recuerda, el espacio comenzó a jugar un papel importante en su producción, como continente y como sujeto activo de diálogo: "Un punto de inflexión o curva en el camino, un hoy seguro, un mañana tal vez, algunas constantes, inciertas variables", es la traducción que hace, de la vida al arte.
Hasta el 18 de julio, en 9 de Julio 40, de martes a viernes de 10.30 a 17.30.