El hallazgo de lo que no imaginamos es posible al transitar y explorar la pequeña trama urbana que contiene al Museo Abandonado de Diego Bianchi, en el barrio obrero Kronfuss (Agustín Garzón al 1400). Es una de las siete propuestas que presenta la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de América del Sur (Bienalsur) en suelo cordobés, que inauguró el jueves.
Bienalsur, llegando al kilómetro 700
Cuando Diego Bianchi visitó por primera vez el barrio obrero que Juan Kronfuss diseño en 1926 (un centenar de casas de las cuales sólo unas pocas sobreviven según su estilo original), le pareció que su patrimonio arquitectónico tenía un valor excepcional. Era el lugar propicio para Museo Abandonado, a pesar de su estado de precariedad y deterioro absoluto.
La propuesta de activar una segunda versión de Museo Abandonado le llegó desde la Agencia Córdoba Cultura, que organiza la etapa local de Bienalsur de esta ciudad (una de las 43 sedes del evento). Bianchi había concretado la primera versión en Valparaíso (Chile) en 2017, pero aquella vez trabajó en casas abandonadas. En Córdoba “tuvimos que ganarnos los espacios, pedir permiso”, cuenta a VOS el artista.
El jueves, la señal de largada la dio una de las artistas invitadas, Noelia Correa (Noesasí), con una acción volátil, una humareda de color fucsia que salía de una de las casas del lugar, aledaño a otro barrio histórico, San Vicente.
Así arrancó BIENALSUR en las calles de barrio Kronfuss
“¡Me encanta! Es tan desarticulado” le comenta alguien a Bianchi durante el recorrido. Definición que da pie para arriesgar y adentrarse desde calle Agustín Garzón. Y agudizar la vista e ir descubriendo a lo largo de una calle paralela, Corrientes, lo que Bianchi y compañía han dejado en las callecitas y fachadas de algunas casas.
Además de Noelia, Martín Carrizo (conocido por sus obras de diminutos ladrillos que se asemejan a casas en plena construcción), Noel de Cándido y Noé Colombo (la dupla que trabaja sus instalaciones a partir de ramas) son los artistas de Córdoba invitados por Diego Bianchi para sumarse a Museo Abandonado. Trabajar a partir del entorno ha sido la clave, en relación con los materiales y el vínculo con vecinos y casas.
Una exhibición en el espacio público fue la idea inicial de Bianchi, allí donde arquitectura, paisaje y arte se “entrelacen, soporten y confundan”. Lo que de hecho ha sucedido, a través de intervenciones efímeras (como unas escobas que como frutos cuelgan de un árbol), esculturas (las hay por doquier, hay que identificarlas, si no, no tiene gracia). Bianchi imaginó para esta ocasión, que el tiempo, la gente y el entorno se apropien de lo que finalmente se exhibe.
Una pierna escapa de una pared. Dos semáforos han sido transformados, como algunas fachadas, prendas y viejas estructuras. Hasta hay un televisor y un enorme tacho de metal tuneado. Se erigen como “costuras” entre lo hallado y lo que se propone.
Hay formas escultóricas que sobresalen como señales menos difusas de una idea de arte en medio de un paisaje urbano que en sí mismo se torna extraño. Las huellas de Kronfuss persisten, entre pintadas furiosas, como evidencia de que allí se pensó un lugar de viviendas para trabajadores, que finalmente quedó abandonado, al igual que el paisaje industrial que languidece.
¿Qué relación hay entre las partes? (el barrio, Diego, los artistas). Quizá una respuesta sea lo mismo que a Bianchi le interesó de lo que aparece en las obras de sus invitados: una idea de fragilidad.
Los vecinos, protagonistas
“A la gente no le gusta que te le metas mucho en el barrio”, dice en voz baja uno de los artistas invitados mientras la invasión de extraños camina mirando cada rincón, buscando las intervenciones en la tarde de inauguración.
Leonardo, Charly, y Graciela son algunos de los vecinos que adhirieron a la propuesta de Bianchi. Hay que decir que, sin los vecinos, Museo Abandonado hubiera tenido al barrio como telón de fondo, y no fue así. Porque los vínculos crearon la propuesta, desde Diego y los artistas, hasta los diferentes interlocutores y los vecinos.
Graciela, incluso puso en exhibición sus cuadros, en sus ventanas. “Yo pinto” le había dicho a Diego, y él la animó a sacar sus cuadros. Leonardo también es artista y docente. Él ofreció su frente para una de las intervenciones con botellas. Entendió desde el principio la naturaleza del proyecto.
A propósito de naturaleza, Diego recurrió a la estructura de una heladera que estaba para el desguace, para trabajar la superficie como una escultura, “siguiendo las mismas estrategias de la naturaleza”: es decir, logrando una cobertura que imita la acumulación de hojas. En otra zona colocó un tacho que capturó de la basura, al que pintó de dorado y situó en un rincón muy otoñal.
¿Qué opina de todo esto? le preguntamos a Charly, un vecino que prestó la vereda de su casa (la misma donde se filmó una película de Paula Markovitch), y responde en seco: “Raro”. En el recorrido, se puede apreciar el arte desde un lugar “renovado y auténtico”. Como había anticipado Bianchi en su proyecto.
Para verPor un tiempo impreciso (mientras dure), Museo Abandonado se podrá recorrer dentro de Barrio Kronfuss (Agustín Garzón al 1400). Es un proyecto de Diego Bianchi, de Buenos Aires, y los artistas invitados: Martín Carrizo, Noelia Correa (Noesasí), y a la dupla del colectivo Primitivo: Noel de Cándido y Noé Colombo.