¿De cuántos "momentos mágicos" está hecho una conmovedora historia de arte, cultura y vibración popular como es la Bienal Internacional de Esculturas de Resistencia, la ciudad que en lo profundo del interior argentino ha sido capaz de desplegar un ancho cielo para los escultores?
Empecemos por el esencial, el que sostiene en órbita a todos los planetas y satélites que han girado en esta esplendorosa semana de ocho días en el Parque 2 de Febrero: el momento en el que la materia se rinde ante la fuerza de una idea, de un acto creativo y asoma la belleza, la conmoción de una sensación, de una mirada, de un mensaje.
Jorge de Santiago López, el jurado que vino desde México, lo define así: "momento mágico". "Puedes haber visto como ha venido siendo elaborada la obra, pero no hay que distraerse mucho con eso. Cuando la obra se levanta, como decimos, es el momento mágico al que hay estar atento. Los escultores saben que no deben precipitar ese momento, sobre todo cuando están en un concurso cómo éste".
Claro, el instante que aparece la obra es el del asombro frente a las miradas y la sensibilidad; cuando se revela, ya la materia no es un objeto sino una fuente de sensaciones, hasta de razones y sentimientos.
Sobre todo con una consigna como la que planteó la Bienal chaqueña: "Identidad en movimiento", que puso a los escultores en verdaderos trances creativos, tan fecundos que en las de la competencia internacional también se les agregó sonido.
La edición especial celebró los 30 años de la iniciativa que empezó como certamen nacional de escultura en madera y que hoy es uno de los concursos más destacados del continente y acaso el único con tanto respaldo popular en el mundo. Por eso reunió a siete de los 10 ganadores de las bienales internacionales anteriores, además de una veintena de escultores invitados.
Tres de los escultores eligieron el mármol como la materia protagonista, y los otros cuatro optaron por caños y láminas de metal. No sólo plantearon formas y diseños, sino también modos, mecanismos para alcanzar el movimiento con la ayuda de la fuerza del aire. Sopletes, cinceles, martillos, amoladoras inundaron el aire de chispas y polvo de piedra.
En el caso del ganador, el alemán Tobel el momento mágico sucedió cuando montó su mole de piedra sobre un rulemán. Sobre una de las caras del rectángulo de mármol (con orificio de salida al oro lado) había trazado de un modo delicado y armónico, su métafora: "Sonido del universo". Algo así como una oreja, como un receptor capaz de atrapar el rumor y el silencio del cosmos en el acto cotidiano de vivir de los hombres.
A un costado puso un cuadrado de piedra suelto, algo así con un puff para que se sienten los niños y sólo con sus manos en la pesada pieza puedan hacer girar y sonar el universo según la brisa atraviese la pieza. Por unanimidad fue elegida como Gran Premio de Honor por el jurado: López, Ramón Morales Rossi (Venezuela), Juan Bordes (España).
El segundo fue el polaco, Piotr Twardowski, y tercero León Saavedra Geuer, de Bolivia.
El favorito del público, tanto de los niños como de los grandes, fue el argentino Raúl "Pájaro" Gómez, talentoso escultor y querido personaje de estos encuentros.
"Soy una avaro con mi tiempo y no me gusta salir demasiado de mi mundo, pero esto que he visto y vivido aquí ha compensado largamente estos tres días". Impactado por la masiva participación popular, el desarrollado aprecio por las obras al cabo de tantos años y el afecto por los artistas de parte de los chaqueños, el jurado Bordes, en tránsito por el predio, le decía estas palabras a Fabriciano Gómez, el gran inspirador y referente de la Bienal.
Fabriciano es un raro prócer-escultor que anda dando y recibiendo abrazos, homenajes aquí y allá. Le han puesto su nombre a una escuela, a una calle y hasta una receta de empanada y otra de helado.
El final, con la noche del sábado estremecida por el frío de julio, fue de una puesta espectacular en un grande y nuevo escenario. Otro de los momentos mágicos.
Pero tal vez el más mágico de todos fue cuando se presentó la convocatoria a la próxima Bienal, la de 2020, con fuego, luces e imágenes emocionantes. Aquel sueño original no detiene su marcha.
Toda Resistencia es una identidad en movimiento, y durante una semana se la vio echando virutas, chispas y polvo en busca del corazón definitivo que está guardado en la materia.
El sábado concluyó en Resistencia la Bienal Internacional de Esculturas. El Gran Premio de Honor fue para el alemán Tobel.