Se podría llamar con el nombre de “sensibilidad trash” a lo que está detrás de los ejercicios de acumulación que lleva a cabo Lael Servicentro. El artista cordobés ocupa una de las salas-túneles de 220 Cultura Contemporánea. Ya lo había hecho en 2016, como parte de la muestra “Románticos”, con una instalación que extremaba su versión de realismo sucio y abducía hacia el subsuelo de la Plaza de la Música a una fabulosa multitud de objetos: muñecos, libros, velas, ovillos de cintas de casette, armas de juguete, ropa, vidrios rotos, basura. Y un etcétera infinito en el que se destacaban decenas de frascos con miles de colillas de cigarrillos y toneladas de ceniza.
Había una cierta atmósfera ritual, como de vudú urbano, en aquella exposición colectiva en la que el artista se incrustaba componiendo una especie de autobiografía reventada de cosas que hablaban por él, un autorretrato por la vía de los objetos. Algo tan oprimente como bello.
Ahora Lael Servicentro integra la quinta edición del Festival Chatarra con Búsqueda del tesoro. En este caso, el principio de acumulación compulsiva está segmentado en grupos de objetos envueltos en film. La penumbra de la intervención anterior ha sido cambiada por un ámbito iluminado y acogedor. El espacio fue definido además como una zona liberada para la manipulación. Los visitantes pueden vincularse libremente (¿buscar tesoros ocultos dentro de los paquetes plásticos?) con todo lo que allí se ofrece, y las paredes están dispuestas como pizarras para expresar lo que a cada uno se le antoje.
El público ha ido dejando dibujos, grafitis espontáneos con la afectividad típica de los garabatos de baño público, alusiones al presidente y su apodo felino o retruécanos que van hacia el absurdo del estilo “¡Todo esto es culpa de Cris Morena”.
Destrucción y erosión
El día de la inauguración de esta edición del Festival Chatarra, Franco Basualdo protagonizó una acción que consistió en destruir un muro a mazazos. De un lado de la pared había una inscripción que decía: “Cuando el pueblo tiene una voluntad, no tiene representantes”. Del otro lado se leía: “Se representa a sí mismo”. La obra-acción, que se denomina Utilización de dispositivos del Estado, se puede ver actualmente en su condición de ruina, de alegoría.
Una experiencia inmersiva es lo que propone la dupla cordobesa Margarita Nores/Ciro del Barco en Nocturno: en una de las cavidades del edificio, que funcionó como usina eléctrica, los artistas diseñaron una experiencia entre melancólica y tenebrosa de la naturaleza. La ambientación permite recorrer un túnel revestido de ramas espinosas. Proyecciones y sonidos construyen una vivencia multisensorial, como si se caminara una noche de luna en un monte tupido, con los oídos alertas a la masa sonora que generan el viento, el agua y los insectos.
Erosiones es el trabajo del brasileño Andrey Zignnatto. Una serie de construcciones con ladrillos Palmar le otorgan a ese material una plasticidad escultórica, al tiempo que se hace un guiño al contexto.
Se incluye asimismo Homogeneous, de Victoria Liguori, cuyo dispositivo central es una suerte de gran escafandra que permite introducir la cabeza y acceder, junto a otro participante, a un encuentro de resultados imprevistos.
Las dos intervenciones que completan la muestra son Estado, de Agustina Roca, dos cuerpos vaporosos en un fondo iridiscente, y Dibujo para un andar inútil, la sutil y muy efectiva ambientación de Florencia Salazar que altera la percepción y trastoca el punto de fuga mediante listones de madera pintados de negro.
Chatarra se podrá visitar hasta el 15 de julio, pero este sábado tendrá su jornada de cierre con música y performance. De 19 a 22, con entrada libre, se presentarán la banda cordobesa La Isla Común y el músico mendocino Sebastián Garay, la acción titulada Tinnire y el proyecto Tarabust de Gabriela Nafissi.
Para ver. La quinta edición del Festival Chatarra, dirigido por Mercedes López Moreyra y Francisco Melano Cassina, se puede visitar hasta el 15 de julio en 220 Cultura Contemporánea (Plaza de la Música, Costanera esquina Mendoza). De martes a domingos de 15 a 20. Entrada $ 40. Este sábado 7, de 19 a 22: música y performance con entrada libre.
La quinta edición del Festival Chatarra tiene sede en 220 Cultura Contemporánea. La muestra de instalaciones y ambientaciones se puede visitar hasta el 15 de julio.