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La “Galería blanda” de Marta Minujín tiene nueva casa y queda en Córdoba

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Se puede caminar por dentro. Buscar un sitio para sentarse o acostarse. Incita a la relajación, quizás incluso a la meditación, y permite que se la use como un ámbito acogedor, de acuerdo a su materia acolchonada. Exactamente lo contrario a las obras para contemplar bajo el espíritu de mantener la distancia y el “prohibido tocar”.

GALERÍA. Así presentó Marta Minujín su obra donada al Museo Caraffa

 

Así es la Galería blanda que este jueves debutó en su nuevo hogar, el Museo Caraffa. La instalación de Marta Minujín, un tótem sagrado de la vanguardia rupturista en la década de 1960 y actualmente en plena actividad, formó parte de la muestra“Pasaporte a lo imposible” que se vio en 2017 en Casa Naranja, entidad que junto a la artista decidió donarla al museo provincial.

La firma del convenio de donación se llevó a cabo con la presencia de la consagrada creadora argentina, junto a Nora Bedano, Presidenta de la Agencia Córdoba Cultura; Jorge Torres, Director del Museo Caraffa y Gerardo Fraire, Gerente de Relaciones Institucionales de Naranja. 

Tras el acto protocolar, una Minujín exultante, vestida con pantalón y chaqueta confeccionados en una finísima tela de aguayo, ofreció una breve conferencia de prensa durante la cual mencionó la idea detrás de este trabajo: lograr que lo suyo fuera todo lo opuesto a un arte austero, duro, rígido.

La Galería blanda, que se erige imponente con sus 7,30 metros de frente, 4,80 de profundidad y 5,25 metros de alto, es un enorme recinto confeccionado con 210 colchones y 300 metros de soga flúo, además de cinco televisores led que proyectan imágenes de su obra. En los  colchones se reproduce la trama de un collage realizado por la artista en 2013, titulado Mandela.

Esta obra es la reconstrucción de Soft Gallery, una instalación realizada por primera vez junto a Richard Squires en Washington, en 1973. Otras versiones giraron por el mundo. Una se realizó en 2008 en Nueva York, y más tarde se reversiónó y se montó en 2010 para la retrospectiva que el Malba porteño le dedicó a la artista.

La Galería blanda permite el ingreso de grupos de hasta seis personas, con el requisito de quitarse el calzado. Se podrá disfrutar hasta el 2 de agosto.

Por sus dimensiones, una vez que se desmonte será guardada en un sitio destinado a tales fines en el Museo Dionisi. Torres, director del Caraffa, aseguró que la obra volverá a verse en exposiciones temporales, y que existe la posibilidad de que sea prestada a otros museos en caso de que sea solicitada. 

Marta pasó por Córdoba y como siempre dejó su impronta (Facundo Luque).

Diarios y colchones

Marta Minujín comenzó a trabajar con colchones en los primeros años de la década de 1960, cuando se radicó en París buscando lo que consideraba un destino ineludible en el mundo del arte. Era tan joven que debió casarse a escondidas, de modo de lograr la emancipación y poder viajar sin que fuera necesario el permiso de sus padres.

Parte de esa historia está contada en Tres inviernos en París. Diarios íntimos (1961-1964), el flamante libro de la artista que desempolva los registros de aquellos años en que decidió dejarlo todo para abrazar su vocación, perseguida con locura y a cualquier costo.

La creadora de La menesunda (1965) y del reciente Partenón de libros prohibidos (2017), que montó en la última edición de la Documenta de Kassel, desembarcó en París a los 18 años, con una ambición y una audacia sorprendentes para su edad, y un desparpajo inaudito. Esa combinación le permitió empezar a hacerse oír en un ambiente híper competitivo.

En los diarios íntimos, la felicidad de estar en París haciendo lo que tenía ganas de hacer se mezcla permanentemente con penurias de índole material, hundimientos emocionales y un vaivén espiritual que iba desde los picos de euforia a momentos que la hacían pensar incluso en el suicidio.

Desfila por las páginas toda la bohemia europea y latinoamericana de esos años parisinos, desde Julio Leparc, Luis Felipe Noé y una jovencísima Niki de Saint Phalle a Alejandra Pizarnik, entre muchísimos otros personajes del universo cultural.

De regreso a París tras una escapada a ver la Bienal de Venecia, Minujín tuvo una especie de revelación mirando una vidriera. “Algo se rompió en mí –anota en el prólogo de sus diarios–. ¡Era el pop! Descubrí los colores. Empecé a inventar colchones y a pintarlos de colores vivos. Mi vida cambió por completo. Había descubierto la alegría, el humor, la diversión”.

Por esos años, si alguien la veía en la calle, le hubiera resultado difícil imaginar a qué se dedicaba esa chica despeinada que cartoneaba por París arrastrando cajas y colchones más grandes que ella.

Los colchones que estaban tan presentes en su trabajo, y que en la actualidad recuperan protagonismo, fueron incluidos asimismo en el primer happening de Minujín, llamado La destrucción (1963).

Como su nombre permite intuirlo, se trató de un ritual que comenzaba con una exposición y terminaba en la demolición y quema de un conjunto de obras. Varios artistas amigos fueron invitados a sumarse. Había un verdugo encapuchado con un hacha, a quien se le dio la orden de liquidar todo. La producción artística de esos años ardió en una gran hoguera, mientras se soltaban 500 pájaros y 100 conejos que había “alquilado”. Apenas 15 animalitos fueron recuperados, asustados e inconscientes de haber participado en esa celebración de destrucción y renacimiento.

De esa época es también La chambre d’amour (La habitación del amor, 1963), una obra hecha con alrededor de 20 colchones, en colaboración con el holandés Mark Brusse, realizada en París pero mostrada por primera vez en una exposición en Tokio. Dentro de la habitación había una cama en la que los visitantes podían acostarse.

Son bastante evidentes las similitudes entre aquella chambre y la actual Galería blanda que ahora integra la colección del Caraffa, y que según la artista propone “liberar la energía creadora que potencialmente poseen las personas”. O lo que uno prefiera.

Para ver

Inauguraciones

Además de la Galería blanda de Marta Minujín, este jueves abrieron al público en el Museo Caraffa (Poeta Lugones 411) las siguientes muestras: “J.H.C.”, de Julio Chávez; “Homenaje de un pintor al cosmos”, de Eduardo Giusiano; “Deodoro Roca, un reformista en el museo (1916-1919)”; “Una pluma al viento”, de Martín La Rosa, “Los bañistas”, de Lucas Jalowski; “Papeles”, de Julio Ojeda y “Dibujos en el piso”, de Nora Dobarro. Entrada gratuita. Hasta el jueves 2 de agosto, de martes a domingos y feriados de 10 a 20. Entrada general $ 15, miércoles gratis.

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Marta pasó por Córdoba y como siempre dejó su impronta (Facundo Luque).
Marta pasó por Córdoba y como siempre dejó su impronta (Facundo Luque).
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La instalación, confeccionada con colchones y presentada en 2017 en Casa Naranja, fue donada al Museo Caraffa. La consagrada artista, quien acaba de publicar sus diarios íntimos, la define como una obra para liberar la energía creadora de las personas.

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Thursday, 31 May, 2018 - 21:45
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