"Mis textos de teatro, mis películas, mis fotos, siempre se gestaron trazando una línea de tiempo directa con mi historia, fuertemente arraigados en mi primera infancia y adolescencia en mi pueblo natal, Las Varillas", declara Franco Verdoia en diálogo con VOS sobre su muestra en el Museo Caraffa, "La mayor distancia entre dos lugares". "De alguna manera_completa_ ahí está el sedimento de todo mi material sensible, de todo mi imaginario".
"La mayor distancia entre dos lugares" propone un recorrido experimental por el recuerdo, señala Mariana Robles, investigadora del museo, sobre la muestra del cordobés que se desarrolló de manera versátil en Buenos Aires, como director de cine, teatro y publicidad, dramaturgo y fotógrafo. En el Caraffa presenta frente a frente las series Cuñadas y El miedo es un perro que muerde, en referencia a dos "lugares antagónicos" que marcaron la vida del artista: la casa de sus tías y el taller mecánico de su padre.
Un relato se ubica en medio de ambas secuencias, un texto silencioso posado sobre un banco, que "va al origen de las fotos". Dice Verdoia: "La escritura siempre fue una herramienta necesaria a la hora de comunicar mis emociones. Luego, las imágenes, mi cuerpo, mi voz. La naturaleza de las palabras siempre me fueron necesarias. Me cuesta mucho pensar el arte desde un lugar que no revele la posibilidad de conocer algo nuevo dentro de mí".
Para Franco, la curadora de la muestra, Lorena Fernández "fue a la médula y entendió que siendo un artista que pivotea en muchas disciplinas, mi alfabeto visual, emocional, siempre es el mismo. Está allí, colgado de las paredes; como los batones de mis tías y de mi abuela". Un alfabeto visual, dirá Fernández, que el artista llevará a sus películas, obras de teatro, fotografías, y sobre todo, "desplegará una sensibilidad, vivirá una vida".
El tiempo es para el artista un ir y venir constante en una línea de tiempo imaginaria. Lo que hoy hacemos afecta el pasado, opina. Incluso, agrega, "la memoria emotiva a la que echa mano el actor, no es más que la sustancia de un presente constante que hurga hacia atrás para estar vivo aquí y ahora". Para Franco, su revelador texto hilvana tiempo y espacio en la sala, y tiene el valor de un documento: "Estoy, soy. Así. No hay revés. No hay nada que esconder".
La cuestión fotográfica
La fotografía de Verdoia extrae del pasado su verdad, es testimonial en su brillante búsqueda estética. Cuñadas se gestó de manera "puramente inconsciente e intuitiva". Sus maestras (Florencia Blanco y Adriana Lestido), le permitieron entender "un universo para seguir fotografiando": "En mis viajes a Las Varillas, visitando a mi abuela y tías abuelas en la casa donde pasé gran parte de mi infancia, mientras tomaba mate y les contaba de mi 'vida' en Buenos Aires les sacaba fotos. No había nada armado, ni posado, ni ficcionado", reflexiona. Fue "estar ahí, observarlas, y de pronto fueron cinco, seis años de fotos, de revisitar la textura de los objetos, de las paredes, de los repasadores, de las arrugas de sus manos, de sus vestidos. Y mirar todo eso fue también mirarme, claro. Honrar mi paso por esa casa y mi vida con ellas".
El miedo es un perro que muerde, en cambio, tuvo un "abordaje totalmente diferente, meditado, calculado". Hizo fotos en la fábrica de su padre, "de noche, a oscuras, solo": "El trabajo comenzaba mucho antes de llegar a la fábrica, en Buenos Aires, preparándome para encarar esos 600 km que me separan de Las Varillas para penetrar en la hostilidad de ese espacio". En esa soledad, cuenta, con la lámpara cegadora iba apuntando a los diferentes objetos y rincones, "casi como si fuese un seguidor de teatro que define en el escenario aquello que hay que ver, o un detective intentado resolver un crimen".
Franco va hacia las aguas profundas cuando habla de esta serie: "Aislaba objetos del fondo, una luz dura y contrastada, mucho negro... Y claro, no tardó en aparecer el niño. El miedo de niño. La fotografía, y creo que el arte en general, pero lo siento especialmente con la fotografía, acaba siendo un canal que te ayuda a atravesar algo que no está tan claramente revelado". Y va aún más allá: "El día en que di por terminado ese trabajo, volviendo de la fábrica a la casa de mis padres, y a pocas horas de tomarme el micro de regreso hacia Buenos Aires, pude finalmente decirle a mi papá (luego de años de intentarlo), que yo era gay. Creo que el trabajo fue un puente invisible que me permitió llegar a mi padre sin veladuras. Éste soy".
Hablar de luz, composición o encuadres sería una anécdota vacía, entiende ahora: "Me impresiona mucho más lo que pasa de manera misteriosa, como por ejemplo con una de las fotos en la que aparece mi sombra, el exacto perfil de cuando era chico. Como si allí se hubiese manifestado ese pasado vivo".
En su obra la vibración visual se materializa en telas, chapas, y objetos: "Siempre imaginé que Cuñadas era un trabajo para montar una versión teatral, escenográfica. La pieza de cerámica de los caballos galopando que aparece en una de las fotos, puesta en el espacio, junto a la calma languidez de mi tía Beca, devuelve algo mucho más sustancioso y cercano a lo que yo viví". Ahora es su mundo.
Al final de la charla, Franco cierra el círculo: "La manera en la que pienso mis películas, los vestuarios, la escenografía de mis obras de teatro echa mano a esas flores, a esas texturas, a esos batones, en un nuevo dispositivo. Seguramente, en mi próximo filme, Traslasierra, se podrán reconocer muchos de estos elementos, como señuelos que marcan un camino invisible".
Perfil
Franco Verdoia (Las Varillas, Córdoba, 1977) es director de cine, teatro y publicidad, dramaturgo y fotógrafo. Se formó entre otros con Javier Daulte, y egresó de la Escuela de Cinematografía de Eliseo Subiela. En 2006 estrenó su opera prima Chile 672, premiada en festivales nacionales e internacionales. Estrenó más de 10 obras teatrales y realizó más de 50 comerciales para TV. De 2012 es su mediometraje Árnica; de 2015 su segundo largometraje, La Vida Después. Obtuvoel Premio a Mejor Film en los festivales internacionales de Bogotá (Colombia) y de Caldera (Chile). Vive y trabaja en Buenos Aires.
La muestra "La mayor distancia entre dos lugares" trae de regreso a Córdoba al artista Franco Verdoia, cuya destacada trayectoria en Buenos Aires abona la fotografía, el cine y teatro. Las imágenes que exhibe en el Museo Caraffa lo devuelven a su infancia en Las Varillas, un "pasado vivo".