Una mirada introspectiva que involucra al paisaje deambula por las producciones de Belén Sonnet y Julia Amarger, que se exhiben por estos días en el Espacio Cultural Museo de las Mujeres (Rivera Indarte 55) en las muestras individuales: "Geografía para una persona", y "La fosforescencia del mar". Consultadas por VOS, Belén y Julia indagan en las propias percepciones como si fueran ecos que dejan sus imágenes, en las que el silencio impera.
Belén Sonnet: travesía por distintos senderos
"En mis obras el espacio es algo muy fuerte", declara Belén Sonnet, sobre la composición que plantea en la muestra "Geografía para una persona". Porque, aunque los dibujos sean de un realismo fantástico, dice, también ahí el espacio fue clave.
La artista eligió para esta muestra exponer pinturas, la mayoría fueron realizadas en los últimos dos años, a excepción de la obra El faro, de 2005, su primer paisaje al óleo. "Es un regalo a mi papá y tiene que ver con mi familia, ya que mi nono trabajó en un faro", cuenta sobre esta obra que comparte la idea de paisaje de las demás, "un paisaje íntimo, lejano a las ciudades, una búsqueda solitaria de silencio", como lo caracteriza la artista.
Belén trabaja su pintura entre la luminosidad y la oscuridad. ¿Se siente parte de la tradición del paisaje cordobés? Ella no cree que haga paisaje estrictamente. "El paisaje puede ser símbolo de nuestros sentimientos sin necesidad de contar nada específico, a pesar de que toda obra tiene un trasfondo de historia personal, cada observador puede ser esa primer persona de la historia, por eso creo me agrada el paisaje en sí", sostiene.
En algunas pinturas de esta muestra aparecen personajes y el clima cambia, también la paleta, los colores, los timbres. Como si su pintura pudiera dar lugar a distintas sonoridades. En cuanto a la idea de paisaje, Belén abordó una búsqueda de espacios diversos que la representan: "Algunas obras tienen que ver con recuerdos de viajes; otras, con una infancia en las sierras, he pasado mucho por senderos y ríos de Córdoba". Otras obras, agrega, se relacionan con imágenes o registros fotográficos que vio desde chica sobre aviadores explorando lugares lejanos. "Viajé con mi mente a través de esas fotografías", asegura.
En cuanto al color y al detalle, piensa que hay obras que las requieren más que otras: "Si pinto las sierras, las rocas y los arbustos es algo más palpable. No sucede lo mismo, por ejemplo, en obras como Sobrevuelo zona x, realizada a partir de una imagen aérea del final de la Segunda Guerra Mundial, ahí hay otro punto de vista", explica.
A fin de cuentas, le gusta variar y pensar el paisaje desde distintas perspectivas. "Desde mis ojos y desde lo que vieron otros, eso que recibí como un legado", cierra.
Julia Amarger: mirada en el horizonte
"En esta exposición presento dos proyectos que tienen temáticas comunes", cuenta Julia Amarger. El primero, el más reciente, es La fosforescencia del mar. Comenzó con una acción que realizó en La Caja Espacio Cultural, para la última edición de Noche de los Museos, a fin de año pasado. "En la entrada del espacio propuse al público escribir un mensaje para guardarlo dentro de una botella que luego yo lanzaría al mar", explica la artista, que asumió el rol de mensajera y llevó las 59 botellas a las costas de Normandía, Francia, donde las lanzó al mar.
Como una acción poética, el video que hoy se proyecta en el Museo de las Mujeres fue realizado en el momento en que liberó los mensajes. "La fosforescencia del mar es una exploración de mis propios recuerdos y sentimientos entre dos territorios: Francia y Argentina", afirma Julia, cuya obra borra las fronteras, destrabando la dialéctica adentro-afuera, para volver posible "la exploración de movimientos territoriales que siembran encuentros y a veces desencuentros".
La artista nacida en Tours, Francia (vive y trabaja tanto en París y en Córdoba) presenta además tres fotografías de la serie Esto es un secreto. Hay aquí otro detrás de escena que ella relata: "Este proyecto consistió en repartir sobres con mi dirección postal a personas conocidas y desconocidas, con una única indicación: que me enviaran un secreto de forma anónima".
En los meses siguientes, Julia recibió muchas cartas que le contaban de manera anónima historias personales que fueron el disparador de estas fotos. "Cada imagen es el fruto de una colaboración implícita entre un anónimo que aceptó compartir un fragmento de su experiencia y mi interpretación", reflexiona hoy. Para Julia, la poesía de las palabras y el protocolo de creación son los motores de un proyecto que hunde sus raíces en lo dicho y lo no dicho.
Algo sugestivo sucede en sus imágenes. No son visibles los rostros de las personas que habitan sus fotografías. Dan la espalda o sus cabellos tapan sus ojos. Incluso en el video, no se alcanza a ver quién lanza los mensajes al mar. Estos personajes no tienen una identidad definida. Revela Julia: "Podrían ser las personas que me rodean o yo misma, como si cada una de las imágenes que hago fuera un autorretrato". Quizás por eso no tenga la voluntad de representar un rostro de modo reconocible. "Mediante los gestos, las poses, las texturas, los colores, busco crear imágenes silenciosas, que pueden tener relación con un acontecimiento que vivieron o vivirán estos personajes", agrega.
El mar, el agua, es un elemento fundamental en la obra de Julia Amarger. Hay una razón fundamental y cierta nostalgia que tiñe sus imágenes: "El agua es un elemento muy presente en mis imágenes, quizás porque nací en Francia de madre argentina y padre francés, y pasé gran parte de mi infancia soñando con cruzar el mar. Ahora, mi situación no ha cambiado, si bien vivo entre los dos países, siempre me encuentro mirando el horizonte de un lado o del otro".
Colgadas de los muros, pareciera como si una leve brisa quisera llevarse esas fotos cuyas puntas se doblan, a punto de volar.
Además
El Museo de las Mujeres (Rivera Indarte 55) también exhibe otras exposiciones hasta fin de mes, de martes a viernes de 16 a 20, y los sábados de 10 a 16, con entrada gratuita. La muestra "Campamento de dibujo", sobre el proyecto de Irene Kopelman, realizado en febrero pasado en el Parque Nacional Quebrada del Condorito. Consiste en la exposición de más de 200 dibujos realizados en esta experiencia. Y por último, "Intuiciones paralelas/Movimientos en pausa", cerámicas de Sol Carranza, en la que la artista se concentra en la materialidad que sustenta una serie de piezas que no buscan representar algo.
Diálogo con Belén Sonnet y Julia Amarger. Las artistas exhiben sus proyectos individuales hasta fin de mes en el Museo de las Mujeres, espacio cultural que además exhibe las muestra de Campamento de Dibujo, proyecto de Irene Kopelman, y una muestra de Sol Carranza.