Se llama Adrián Villar Rojas, es fan de la ciencia ficción y es uno de los referentes argentinos del arte contemporáneo. Conocé más de sus obras y de su última obra maestra en Nueva York. Por Juan Pablo Andrade / Especial.
Con un interesante dramatismo y con una puesta en escena digna de una película de ciencia ficción, las esculturas de Adrián Villar Rojas ganan sonrisas en varias partes del mundo. En este caso se aprecia un fragmento de su último trabajo exhibido en la terraza del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Se trata nada menos que uno de los espacios más populares y prestigiosos de arte de la gran manzana.
De más chico en su Rosario natal, Adrián aspiraba a ser un dibujante y/o escritor de comics. Pero al no encontrar universidades o instituciones en donde pudiera aprender los secretos del oficio, se volcó a las artes visuales. Hoy en día su pasión sigue latente y llama la atención la mezcla de lenguajes que utiliza en sus esculturas. Muchas de ellas hacen un guiño a historias fantásticas, naves y/o robots que parecen emerger de su pasión por las historietas y por algunos clásicos del anime.
Su mirada tiene un tono apocalíptico que funciona a la perfección y que suele exponer a gran escala en sus exhibiciones.
Cada tanto, Adrián deja atrás a Rosario y a la Argentina para emprender nuevos caminos en ciudades como París, Berlín, San Francisco, La Habana, Estambul, Venecia, entre otras latitudes. Tampoco se casa con ningún material y suele innovar usando impresoras 3D para moldear algunos gestos que luego usa en sus esculturas.
Su primera escultura que dio qué hablar fue realizada en la Patagonia. Más precisamente en la Bienal que se celebra en Ushuaia. Allí en un bosque del sur argentino, Adrián recreó a una ballena muerta de 28 metros de largo. Se trata de una imagen potente que de algún modo también acerca una mirada sobre el destino de esos mamíferos en la parte más austral del mundo.
En el año 2011 Adrían fue elegido para representar al país en la Bienal de Venecia. Para aquella ocasión el artista recreó lo que parecían ser los restos de una civilización que volvía a la vida gracias a la mirada de quienes recorrían el lugar. Su trabajo despertó muchísimos comentarios positivos de la crítica internacional, recibió un destacado premio y fue una de las sensaciones de toda la Bienal.
Parte de su trabajo radica en rescatar algunas piezas que pertenecen a la colección privada de los museos y/o instituciones que lo contratan. En el caso de su reciente exhibición en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, Adrián eligió trabajar con obras que pertenecen al archivo de la cultura egipcia. Aunque como la imagen lo demuestra, lo hizo con una leve cuota de humor.
En el 2015 le tocó el turno a la Bienal de Estambul de tenerlo a Adrián dentro de su programación. En esta ocasión recreó a una fauna abandonada a metros del mar. Por la magnitud, la materialidad y el detalle de estar exhibido en medio de la naturaleza, sus esculturas se convirtieron en unos de los hits de la Bienal y fueron compartidas espontáneamente en las cuentas de Instagram de las personas que no resistieron la tentación, de sacarse fotos con sus obras detrás. Otro golazo.