Comunicación, idea, estilo: las tapas de Alejandro Ros (Tucumán, 1964) para discos y suplementos se identifican al instante, como un sello nacido del juego entre palabra e imagen y la distancia elegante que amerita el diseño, con el agregado de que sus ocurrencias son tan cristalinas que parecen haber nacido concepto. Esa marca que une exclusividad autoral y amplitud en la recepción es propia de Ros, que ha hecho historia pop al darle portada emblemática a estéticas, subculturas, fenómenos y sonidos de una contemporaneidad tan global como argentina.
La mirada atrás y alrededor de su nutrido currículum, que incluye tapas icónicas de discos icónicos del rock local como Miami de Babasónicos (un mapa de Argentina pícaramente girado hacia abajo emulando al de Estados Unidos, y Posadas-Miami como un ficticio pasaje entre fronteras bizarras); Sueño Stereo de Soda Stereo (audífonos-espermatozoides fecundando a parlantes-óvulos); o Pan de Luis Alberto Spinetta (un mantel cuadriculado costumbrista que homenajea a la creación casera) junto a numerosas tapas para Radar, Soy y Las 12 de Página 12 se pueden admirar en “Ros sin receta”, la muestra de 220 Cultura Contemporánea que abrió esta semana y que recupera la retrospectiva de más de 25 años de carrera realizada en el Centro Cultural Recoleta porteño en 2012.
La exhibición evidencia la conexión estrecha entre Ros y Juana Molina, Babasónicos, Fito Páez y Spinetta, como también recordadas excepciones no necesariamente rockeras como las cubiertas de Tangoclub de Bajofondo, 10 años de oro de Damas Gratis o Cantora de Mercedes Sosa, por el que mereció un Grammy Latino.
Finalmente, la muestra se completa con un video producto de la colaboración del diseñador con Juana Molina en el recién salido disco Halo, y Perfumancia, un pasillo-instalación gestado con el crítico Pablo Schanton en donde el lenguaje visual deja paso a fragancias exquisitas y sonoridades extrañas explorables a oscuras.
Con casi tres décadas de trabajo a sus espaldas, Ros se pasea entre sus creaciones gráficas como quien repasa las fecundas plantas de su jardín, un terreno conquistado y conocido que así y todo le sigue demandando acción (ya de arranque debe entregar tres tapas semanales para Página 12, que a veces concibe en un mismo día). “Estoy por cumplir 53, sigo jugando, investigando, si no me aburro, pero también tengo la experiencia que pesa. Tengo seguridad de qué cosas funcionan y cuáles no. El espíritu es el mismo, pero ahora me baso en la experiencia”, reconoce.
–Más allá del “Sin recetas”, ¿existe una receta Ros?
–La síntesis, seguro. Cuantos menos elementos en el plano, mejor. Pocos colores, poca tipografía, siempre uso la misma, Helvética. El humor siempre ayuda. Con respecto a los diseños de los discos, cada artista tiene su mundo y su música y forma de comunicarse con el público, entonces tengo que averiguar eso a fondo, es un trabajo que puede llevar meses si no conozco al músico. Es hablar con él, ir a sus shows. Las tapas de suplementos son un trabajo más rápido y periodístico, hay que comunicar una noticia, una investigación. Los discos son más libres.
–¿Qué historias recordás detrás de algunas tapas?
–A Babasónicos la de Miami no les gustaba nada, por ejemplo. Era la primera vez que trabajaba con ellos, yo estaba seguro de que la tapa estaba buena, entonces les dije ‘miren chicos, la tapa es así’. Y ahora les encanta. Con Sueño Stereo fue al revés. El boceto a mí no me gustaba, se los mostré desganado a los Soda y ellos me dijeron “sí, sí, dale”, y ahora me gusta cómo quedó. Son épocas, cambia tu forma de ver el mundo. Y cada artista tiene su mambo. Spinetta era increíble, trabajábamos en un mundo mágico sin palabras, sin forma, el diálogo era muy volado. Con Juana somos amigos, entonces es un juego de niños, nos juntamos en el jardín de su casa, sacamos fotos, trabajo en solitario con ella. Con los Miranda! en cambio hay maquillador, peinador, vestuarista, fotógrafo, videasta, son como 15 personas en el set, es muy divertido. Tengo la flexibilidad de adaptarme a cada estilo de músico, eso es lo importante.
–¿Sentís nostalgia por el objeto disco y el papel de diario?
–Con los diarios no, el papel es feo, mucha nostalgia no tengo. Por eso acá no están exhibidos los originales, son impresiones en ploteado que quedaron bien. De los discos sí me da nostalgia, me gustaba jugar con la textura, los colores, los papeles, el blanco, el mate brillante, los relieves, las formas. A veces los discos eran esculturas, Hijos del culo de Bersuit tiene dos ojitos pegados.
–¿Cuál es tu tapa preferida del rock argentino?
–La de Artaud es la mejor, es mi faro. Nunca lo había visto en vivo, un día fui verlo a Luis por una cosa en la que estábamos trabajando, y le dije “Luis, nunca vi Artaud, ¿no me lo mostrás?”. Y me dice “esperá, esperá”. Va al fondo y me dice “tomá, llevátelo”. Me lo regaló y me fui corriendo, no vaya a ser que se arrepintiera (risas). Ahora lo tengo en mi estudio como una joya, es hermoso.
Perfume invisible
–¿Con quién te gustaría o hubiera gustado trabajar?
–Con Charly García y Andrés Calamaro me hubiera gustado, pero no pasó. Tampoco puedo hacer todo (risas). Me gustaría trabajar para Madonna. Cuando yo era chico soñaba con trabajar para Soda Stereo. Y bueno, ya lo logré. Así que puedo soñar con trabajar para Madonna también.
–¿Qué es “Perfumancia”?
–Con Pablo Schanton somos amigos, teníamos un grupo que se llamaba Agencia de Viajes, que ahora está inactivo, con el que hacíamos instalaciones en museos y galerías con sonido y música ambiental. Como nos gustan los perfumes y la música dijimos “por qué no hacemos algo con las dos cosas”. Y salió Perfumancia.
–En la muestra hay un afiche de “Cuatreros” de Albertina Carri, con quien junto a la periodista Marta Dillon incursionaste en la triple paternidad. ¿Cómo sigue la experiencia?
–Furio, nuestro hijo, es divino, un sol, lo amamos. Es un malcriado, un hijo único de tres padres, imaginate. La experiencia es linda y me llevo muy bien con las chicas, que ahora están separadas.
–¿Qué te seduce hoy por fuera de los límites del diseño?
–Bailar. Me encanta bailar. Una de mis obras más interesantes son unas fiestas de disfraces que hago dos veces al año, de la que en el video de la muestra se ven fotos. La gente disfrazada baila con luces, pongo disc jockeys que me gustan a mí. Bailar me mantiene vivo.
La muestra.“Ros sin receta” sigue hasta el 23 de julio en 220 Cultura Contemporánea (Costanera esquina Mendoza), de martes a domingos de 15 a 20. Entrada general: de martes a jueves, $ 25; de viernes a domingo, $ 20.
En 220 Cultura Contemporánea acaba de abrir la muestra “Ros sin receta”, que repasa la obra del diseñador gráfico Alejandro Ros. Sus tapas de discos del rock argentino y suplementos de Página 12 han hecho historia.