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Recuerdos inventados: los diálogos con el más allá de Fabián Nonino

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Fabián Nonino perdió a su padre cuando tenía 9 años. La muerte inesperada, como si la tierra se lo hubiera tragado sin aviso, provocó un estallido familiar. Los Nonino se dispersaron en todas las direcciones. Fabián y sus hermanas dejaron de verse. A él le tocó ir a vivir con uno de sus tíos en Morrison, en el sudeste de la provincia de Córdoba. Nadie le explicó qué había pasado.

El hueco que abrió en su vida esa ausencia repentina es la materia imposible y a la vez palpable de (volver a casa), una serie de capítulos que inició en 2008, animado por una sensibilidad y un deseo monotemáticos: volver a estar con su padre, imaginar un tiempo juntos, reunir los fragmentos perdidos.

Varios episodios de (volver a casa) se articulan en la muestra que Nonino presenta en la galería Piccadilly. Lejos de ser macabro o provocador, el efecto es conmovedor, sutil, envolvente. La construcción obsesiva de una presencia, la invención de recuerdos y formas de contacto ficticias con su papá muerto es el motor de los episodios que el artista va produciendo con la convicción de que se trata de (algo así como) diálogos con el más allá. La apuesta no se pierde en esoterismos, aunque aporta a la vivencia de que el arte puede ser una forma de abrir portales, de unir lo vivo con lo muerto. Encuentros previos a la reunión final.

Luces, un código de colores y un programa de computación para determinar el clima en los lugares donde hay un ser querido, videos, fotos intervenidas, telones pintados (Nonino trabaja en el taller de escenografía del Teatro Cervantes) y objetos componen la muestra, que además incluyó la performance Suite para 4 nalgas, compuesta por Claudio Bazán con letra de Guillermo Daghero y Natalia Martínez en flauta.

Uno de los capítulos de (volver a casa) es un vinilo cuyas pistas contienen mensajes grabados en un contestador. Nonino le pidió a un grupo de amigos que lo llamaron por teléfono para avisarle que su padre había muerto. Eso que nadie se había ocupado de comunicarle.

“Esa situación puntual de lo no dicho fue el disparador de uno de los capítulos de la serie –cuenta–. En 2015 le pedí a varios de mis amigos que el 2 de enero (fecha del aniversario de la muerte) me llamaran por teléfono y me dejaran un mensaje en el contestador de mi casa en Buenos Aires avisándome que mi papá acababa de morir. Entonces hice una recreación de ese trauma pasado: regresé a mi casa esa noche y me acosté… Al levantarme por la mañana  escuché los mensajes de mis amigos, fui a la estación de ómnibus en Retiro y me subí a un micro con destino a Morrison”. 

“El capítulo VI se llama El eterno retorno de todas las cosas–añade–. Las piezas principales son: un disco de vinilo LP donde hice grabar los mensajes, y un video de siete horas de duración, que es el registro del viaje en tiempo real desde Buenos Aires hasta Morrison luego de escuchar los mensajes”.

Los colores del alma

El celeste y el rosa que predominan en las obras son parte de un código científico-espiritual que proviene de un proyecto anterior, METEORON, que tiene un rol decisivo en (volver a casa)

METEORON es una aparición de luz que da el pronóstico del clima del lugar donde aparece –explica el artista–. Es luz RGB controlada por un programa complejo que en función del pronóstico del día siguiente cambia de color. Los colores están determinados por esos santos o suvenires que dan el pronóstico: si están de color celeste, el pronóstico es soleado; si están rosas el pronóstico es lluvia. METEORON usa esa paleta para dar el pronóstico certero, ya que toma información del clima de un sitio web”. 

“Al empezar la serie (volver a casa) usé ese software para que me dé el pronóstico de los lugares donde viven personas que amo –completa–. Y continué usando esa paleta para mostrar climas internos o emocionales: celeste/soleado/felicidad, o rosa/lluvia/tristeza)”. 

Tan lejos, tan cerca

–¿Cómo arrancó la serie "(volver a casa)"? ¿Elaborar obra acerca de la muerte y la ausencia de tu papá fue algo que decidiste o, más bien, algo que se impuso?

–Luego de terminar de estudiar de Escenografía, estuve un tiempo diseñando para teatro y ópera, y empecé a incluir en mis diseños puestas en escena complejas, con tecnología e interactividad. Eran proyectos que nunca podía concretar. Entonces empecé a simplificar los proyectos y, sin saberlo, estaba, de alguna manera, pensando y proyectando instalaciones para sitio específico, interactivas. Buscando cómo resolver lo técnico lleguée al Espacio Fundación Telefónica de Buenos Aires, donde me dieron una beca para desarrollar un proyecto (Interactivos, 2007). Allí empecé a involucrarme cada vez más en el circuito del arte contemporáneo, y me sentí a gusto. Me quedé. En 2011, empecé a buscar un maestro que pudiera guiarme en el desarrollo conceptual de mi obra. Entonces recordé una obra que que había visto en 2006, cuando vi ese video me puse a llorar en la sala, no supe en ese momento por qué me había emocionado tanto. El video era parte del envío argentino a la Bienal de Pontevedra de ese año: Mi tío Eduardo, de Ana Gallardo. Contacté a Ana para estudiar con ella, y empecé su clínica de obra. Llevé mi portfolio a la primera reunión, y también llevé fotos de mi papá que tenía conmigo desde 1992. Ana vio todo mi trabajo y me preguntó que tenía en esa caja: al mostrarle el contenido me dijo que podía quedarme en sus clases pero debería trabajar con ese material. Y empezó (volver a casa). Siempre me obsesionó la relación con mi papá (desde su muerte perdí la memoria, no tengo recuerdos de él), y entonces al empezar a trabajar con esas fotos me di cuenta que estaba relacionandome con él. Estaba vivo en mí. Decidí involucrarme con todo esto para armar una relación. 

–¿Qué significan los nidos de horneros en el capítulo II de “(volver a casa)”?

–El capítulo II se llama El mundo cambió en un instante. Cuando murió mi padre, vivíamos en Quitilipi, Chaco. Mi madre, ante semejante suceso, nos mandó a vivir a los cuatro hermanos a diferentes lugares. Sin explicarme la situación, decidió enviarme a Morrison, a la casa de uno de mis tíos. No sabía qué estaba sucediendo, ni dónde estaban mis hermanos. Estuvimos un año separados. Entonces, en 2013, realicé este capítulo. Parte de la instalación son cuatro nidos de hornero. Cada hornero tiene un sistema de luz LED RGB controlado por un microprocesador que me da, a través del color, el pronóstico del clima de los lugares donde viven mis hermanos en la actualidad. 

–¿Cómo te enteraste de la muerte de tu papá?

–Charlábamos hace unos días con mi hermana mayor sobre ese momento preciso de la muerte de mi padre, y ella mencionó varias veces que fue una de mis tías, al poco tiempo, quien le avisó de manera clara y precisa de semejante suceso. En mi caso nadie me lo dijo. Saqué conclusiones de más grande, la realidad era que mi viejo ya no estaba; sus amigos me paraban por la calle y me decían: “¡Qué buen tipo era tu viejo!”. O me contaban alguna anécdota, o me decían que yo estaba cada día más parecido a él. Y entonces empecé a pensar que estaba muerto. Fueron varios años después que empecé a elaborar internamente la idea de su muerte.

–¿Podés reconstruir cómo llegaste a pensar en el vinilo con los mensajes grabados?

–Necesitaba oír eso… Que seres amados me digan: tu papá se murió, y que todo va a estar bien. Nunca tuve rencor, es solo mi punto de vista y mi vivencia emotiva; no necesito reclamarle a nadie sobre lo que pasó. Pienso siempre en por qué los demás actúan de determinado modo y entiendo sus razones. 

–¿Alguien se negó a participar, o no puedo hacerlo por alguna razón?

–Primero pensé en pedirle a mi madre y a mis hermanas que lo hicieran, pero me conflictuaba mucho exponerlas a todo eso de nuevo. Solo pude consultarlo con uno de mis sobrinos, que es mi asistente y colaborador, y me dijo que no contara con él para hacer esa obra. Entonces decidí mandar un mail a mis amigos más queridos, para que el siguiente 2 de enero me dejaran los mensajes. Muchos lo hicieron, y muchos no. Algunos me llamaban y al atender el contestador no podían dejarme semejante mensaje, otros hicieron varios llamados hasta lograrlo, algunos me dejaron el mensaje avisándome de la muerte, y un segundo mensaje contándome lo complicado que había sido hacerlo. Yo ese día estaba en mi casa, viendo crecer el número de mensajes, sin saber qué me sucedería al escucharlos. Al otro día, al oír a todos mis amigos a través de ese contestador, puse fin a 36 años de silencio. Lo del viaje a Morrison surgió luego de oír los mensajes. Esas siete horas que duró ese viaje fueron mi duelo sin dolor.

Un lugar que no es acá

–“Los días sin vos” y “Afirmación # 1” cuentan los días transcurridos desde la muerte del viejo. En el segundo caso, hay además un anhelo de reencuentro. ¿Qué esperás encontrar? ¿En qué creencias se basa tu idea de volver a estar junto a tu papá?

–Esas dos piezas son parte del capítulo V: La incertidumbre es mi fuerte. Los días sin vos es un display de LEDs, que lleva la cuenta de los días que pasaron desde que mi padre murió. Tiene un reloj interno que se actualiza de manera automática, y suma un día más al número que muestra el cartel. Mañana sumará un día más, pasado mañana otro, y así sucesivamente. Afirmación #1  “Cada día falta menos para que estemos juntos otra vez" consiste en dibujar líneas sobre la pared, en este caso agrupadas de a diez; cada línea se corresponde con una palabra. Al dibujar cada línea repito cada una de las palabras de la afirmación. La suma total de las líneas dibujadas en la pared corresponde a la cantidad de días que pasaron desde que murió mi padre. Cada día agrego una nueva línea. En estas dos piezas tomo el compromiso, hasta mi muerte, de llevar la cuenta de los días que hace que mi padre murió. Creo que al morir voy a regresar a la fuente suprema de todo… Allí, en ese lugar que no es acá, en ese último lugar nos vamos a encontrar. Entonces, cada día que pasa me acerco más a la muerte; que en realidad es acercarme a la vida… 

–¿Qué emoción es la que se activa en vos frente a estos trabajos, y qué efectos imaginas en quienes se relacionan con la obra?

–Entusiasmo y entendimiento, eso es lo que se me activa mientras pienso y materializo cada capítulo de esta serie. No hay dolor. Veo a las personas que recorren estas instalaciones emocionarse e identificarse con algunas de las situaciones. Veo que tienen puntos en común conmigo y con mi vida. 

La muestra. Fabián Nonino presenta episodios de la serie (volver a casa) y obras no exhibidas con anterioridad en la galería Piccadilly (Gobernador José Echenique 2012, Cerro de las Rosas). Hasta el 30 de abril.

Perfil. Fabián Nonino nació en Morrison, provincia de Córdoba. Vive en Buenos Aires. Se graduó como escenógrafo en la Escuela de Bellas Artes Ernesto De La Cárcova. Trabajó como escenógrafo en óperas y se dedica a investigar sobre música contemporánea, género que incluye en sus proyectos artísticos. Cursó la carrera de Régié en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. En 2015 presentó en Córdoba la intervención Devoción, un conjunto de canciones de “la Mona” Jiménez reelaboradas para ser interpretadas desde el campanario de la Catedral, obra con la que ganó el Premio Federal de Arte Contemporáneo de la feria Mercado de Arte. 

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Desde hace años, Fabián Nonino añade nuevos episodios a la serie (volver a casa), que gira de manera obsesiva y amorosa en torno a la temprana muerte de su padre. En la galería Piccadilly se pueden ver piezas pertenecientes a varios capítulos de este proyecto artístico que conmueve.

Con Solapa Multimedial: 
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Fecha y Hora: 
Monday, 6 March, 2017 - 14:00
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