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Una pintura única e intimista

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Como lo hicieran otros artistas cordobeses, Ernesto Soneira (1908-1970) introdujo nuevos lenguajes y perspectivas estéticas, cimentando el desarrollo del arte moderno en Córdoba y el país. Esa idea sostiene Guillermo Fantoni, curador de la imprescindible muestra "Los mundos de Ernesto Soneira: el esplendor del color y el goce de la vida", que se exhibe en el Museo Evita Palacio Ferreyra (Yrigoyen 511). Esta exposición convoca al reencuentro con las imágenes del artista después de tres décadas de la última muestra que le fue dedicada a su obra.

París y después

En diálogo con VOS, Fantoni repasa la biografía artística y los aportes de Soneira. Y explica: "Por sus actitudes y prácticas renovadoras y por la calidad y sugestión de su obra, tuvo un rol similar al asignado a los pintores argentinos que fueron identificados por la crítica de su época y posteriormente por la historia del arte como Grupo de París: Antonio Berni, Aquiles Badi, Horacio Butler, Héctor Basaldúa y Lino Enea Spilimbergo". Artistas que, instalados en la capital francesa entre 1920 y 1930, contribuyeron a la transformación del panorama plástico.

Unos años después, continúa Fantoni, Soneira se instaló en París y recorrió las ciudades de Italia con similar itinerario y experiencia de aquellos creadores, frecuentando los talleres de André Lhote y Othon Friesz, asimilando el fauvismo, el poscubismo y los planteos derivados de Paul Cézanne. También se dejó llevar por "la fascinación por los fresquistas italianos previos al Renacimiento como Giotto y Masaccio, o la renovada admiración por las reverberaciones de ese gran momento de la historia del arte encarnado en artistas como Rafael, Tiziano y Giorgione". Sin embargo, este intenso y productivo itinerario que Soneira pudo hacer gracias a una beca del Gobierno provincial en 1936 fue interrumpido por el estallido de la Segunda Guerra, que adelantó su regreso. Un nuevo ciclo comenzaría para nuestro artista en Córdoba.

Censura en Córdoba

A poco de instalarse en Córdoba, en 1940, Soneira presentó una exposición individual en el Salón Blanco del Ministerio de Obras Públicas que, por su inclusión de escenas con desnudos, ocasionó un resonante episodio de censura que generó, al mismo tiempo, la solidaridad de intelectuales y artistas. Más allá de lo insólito y pintoresco del asunto, advierte Fantoni: "No debe hacernos perder de vista significación y trascendencia de la propuesta del artista en el devenir de nuestra modernidad".

Sinfonía de colores

Sin dudas, Ernesto Soneira fue un artista fuertemente singular, parte de una "brillante generación de artistas cordobeses que actuaron intensamente en las décadas de 1930 y 1940 y que generaron una particular versión de la ciudad y de sus periferias". Añade Fantoni: "Soneira creó una pintura única y reconocible no sólo por sus temática y visión claramente intimista sino fundamentalmente por su tratamiento cromático".

Desde sus experiencias parisinas de fines de 1930 hacia avanzada la década de 1940 desarrolló, apelando a una paleta tímbrica y transparente, "una galería de paisajes y desnudos, a menudo insertos en escenas pastorales y festivas que revelan la pasión por una ‘edad de oro' ideal e intemporal". El curador agrega: "Ese mismo deseo de felicidad y bienestar, luego anclado en un presente que pretendía eternizar, lo plasmó en una serie de pinturas donde, preferentemente, figuras y naturalezas muertas se combinan de múltiples maneras sobre el trasfondo de serenos interiores y jardines".

Abstracto. Al finalizar la Segunda Guerra Soneira expande su lenguaje abstracto y geométrico.

Figuración versus abstracción

¿Hay dos Soneira, uno figurativo y otro abstracto? Sí, pero no. Es una dicotomía sólo aparente. Guillermo Fantoni va al centro del asunto, primero, poniendo la obra de Soneira en contexto histórico: "Al finalizar la Segunda Guerra se produce una expansión de los lenguajes abstractos, tanto en su versión geométrica como en sus vertientes líricas o expresivas a través del arte informal europeo o del expresionismo abstracto norteamericano". En Buenos Aires, por ejemplo, añade, "tras los debates de 1940 entre realismo y abstracción protagonizados por la emergente vanguardia concreta, tiene lugar, en el primer tramo de la década de 1950, un afianzamiento de los lenguajes no figurativos a tal punto que la discusión pasa de los artistas al terreno de la crítica y la teoría del arte, e incluso se produce una expansión de estas propuestas hacia el ámbito cotidiano a través de la arquitectura y el diseño".

"En ese clima cultural que involucra también a las diversas ciudades del país, no es extraña ni extemporánea la actitud de Soneira", reflexiona el curador: Y cierra la aparente distancia entre las etapas del artista: "Podría decirse que esta modalidad abstracta ya está prefigurada por sus reformulaciones de los géneros clásicos de la pintura en una clave sintética y geométrica desarrolladas en el último tramo de la década de 1940, y, curiosamente también, en obras figurativas vinculadas a un mundo tensionado ideológicamente, tal como se manifiesta en los estudios preliminares y el retrato de la escritora y militante Lila Guerrero". Esta obra preanuncia ese giro hacia la abstracción, y al mismo tiempo"deja entrever los vínculos del artista con la constelación cultural de la izquierda comunista. Esta imagen se publicó en el libro Intimando en el cielo que incluye ilustraciones de artistas paradigmáticos de esta orientación estético-ideológica como Antonio Berni y Juan Carlos Castagnino.

A la luz de este ejemplo, dice Fantoni: "Es difícil sostener de un modo taxativo si hay uno o dos Soneira, más allá de la existencia de dos etapas claramente distinguibles". Como artista eminentemente moderno, explica, Soneira ofrece "una constante y sofisticada elaboración formal que se despliega tanto en series figurativas como abstracto-geométricas". En la obra de Soneira, especifica, hay una exaltación de los elementos del lenguaje del arte, color, la línea o el plano, "que se desarrollan indistintamente y con diferentes grados de dominancia, en pinturas figurativas o abstractas".

Quizá esta producción última no fue muy difundida. Fantoni acuerda: "Durante los '50, Soneira realizó exposiciones individuales y de conjunto mostrando esa nueva orientación concreta. Sin embargo, luego de su muerte, museos e instituciones priorizaron la exhibición de sus obras figurativas".

El curador rosarino recuerda otro testimonio abstracto. Al comienzo de la década de 1950, en la casa que compartió con su esposa (Nancy Depeche Corvalán), Soneira pintó un mural abstracto así como otras composiciones que plasmó en distintas materialidades y soportes: "En esta nueva etapa, las recurrencias cromáticas que conformaban una suerte de vocabulario se articularon con un no menos recurrente repertorio de figuras geométricas. Se conforma así una suerte de lengua franca con aspiraciones universalistas que no solamente se despliega en una amplia serie de pinturas abstracto-concretas sino que, además, se expande y replica en la vida cotidiana".

Allí están, muebles, lámparas y piezas textiles, un "repertorio de objetos que muestran el proyecto típicamente vanguardista de zanjar la brecha entre arte y vida, y, asimismo, una sutil forma de relación entre arte y política". Una constante que Soneira en sintonía con las ideas sostenidas por la izquierda política pero de un modo personal, reformula en diferentes claves visuales y materiales.

Después de que el artista plasmara en su pintura entornos paradisíacos en los que desaparecen conflictos y penurias, propone una "no menos utópica elaboración de una gramática de formas y colores, y, finalmente, un repertorio de objetos que la expande: temas y realizaciones mediante los cuales el artista pone el mundo imaginado, y también los dispositivos para embellecer el mundo real, al alcance de la mano".

Abandono de la pintura

Ernesto Soneira abandonó la pintura en los últimos años de su vida ¿Por qué? Fantoni ensaya una posibilidad, sabiendo de antemano que no hay certidumbres: "Tal vez a la respuesta habría que buscarla en las tensiones entre el desarrollo de un proyecto creador y las condiciones sociales y materiales de existencia, entre la búsqueda de una expresión personal y el horizonte de expectativas del medio, entre la práctica artística y la práctica docente".

Ya en su recorrido Soneira había ingresado en momentos de silencios, como sucedió a comienzos de 1940, que motivó un intercambio epistolar con Oliverio de Allende. "Allí, no sólo se percibe una marcada independencia de grupos y sectores sino también una enfática distancia con respecto a los circuitos del arte cordobés y, más aún, del universo artístico porteño", añade.

Fantoni sostiene que en un pequeño fragmento de su respuesta a Oliverio de Allende (quien fervientemente lo instaba a retomar la pintura), Soneira le cuenta de "la felicidad vivenciada de modo pleno durante su estadía en la capital francesa, como, aparentemente, no volvió a experimentar con posterioridad".

También en la poesía depositó el artista una reserva de felicidad y sinsabores. Se conserva un ilustrativo texto poético sin fecha en el que, como en otros escritos, reduce el mundo a una sinfonía de colores. "Un texto donde igualmente muestra, más allá de este aspecto cromático vinculado con sus indagaciones plásticas, un profundo sentido dramático de la existencia. Un sentido que sólo podemos leer veladamente en un artista cuyos motivos pictóricos revelan, paradójicamente, el deseo de un mundo colmado de felicidad".

La muestra

“Los mundos de Ernesto Soneira: el esplendor del color y el goce de la vida”, curada por Guillermo Fantoni.

En el Museo Evita Palacio Ferreyra (Yrigoyen 511). De martes a domingo, de 10 a 20. Entrada general: $15.  Entrada combinada: Museo Superior de Bellas Artes Evita-Palacio Ferreyra + Museo Caraffa: $20. Jubilados, menores y estudiantes, gratis. Miércoles, entrada libre y gratuita.

Los mundos de Ernesto Soneira, hoja de ruta de la muestra

La muestra "Los mundos de Ernesto Soneira: el esplendor del color y el goce de la vida" marca los hilos conductores en la producción del artista, en lo estético y lo ideológico, en secciones que no se ajustan necesariamente a una cronología, como advierte el curador: "La alegría de vivir: paisajes, desnudos, escenas pastorales"; "Espacios para el placer: interiores y jardines, figuras y naturalezas muertas"; y "Vocabularios universales y objetos cotidianos: abstracciones y mobiliarios".

Si bien los dos primeros coinciden en su desarrollo, muestran aspectos relativamente diferenciados en la manera de plasmar el mundo comprensivo y feliz que interesaba al artista. Y el tercero, incluso compartiendo ciertas premisas estético-ideológicas, presenta un encuadre temporal y visual más recortado y distante. Para el curador, cada zona de la muestra se presenta sólo como las estaciones de una hoja de ruta para orientar al espectador.

Guillermo Fantoni destaca cuáles son para él las obras más significativas: "En primer lugar, el magnífico autorretrato y las escenas pastorales y bañistas realizadas en París a partir del contacto con artistas del mundo fauve: el aprendizaje con Othon Friesz en la Academia Colarossi y la frecuentación de figuras señeras del movimiento como Henri Matisse y Raoul Dufy". También, destaca la galería de retratos e interiores con naturalezas muertas realizados en los años posteriores a su regreso, y particularmente "la breve y sugestiva serie de acuarelas en la que predomina el tema de la naturaleza muerta".

Y finaliza: "Indicaría el extenso conjunto de composiciones no figurativas en las que, por pequeñas diferencias y a partir de sutiles variaciones cromáticas y compositivas, Soneira plasma un universo geométrico intensamente atractivo e igualmente singular, tanto en el contexto del arte Córdoba como en el del país".

El taller de los hermanos Soneira

Durante la década de 1940, el taller de Ernesto Soneira, compartido con su hermana Rosalía, también destacada pintora, se convirtió en un centro de reunión frecuentado por personalidades de la cultura y el arte, tales como los intelectuales reformistas Deodoro Roca y Saúl Taborda, la pedagoga María Luisa Cresta de Leguizamón, los pintores Lino Enea Spilimbergo y Antonio Berni, los poetas españoles Rafael Alberti y León Felipe.

Guillermo Augusto Fantoni

El curador de la muestra es Doctor en Humanidades y Artes, miembro de la Carrera del Investigador Científico del Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario donde también es profesor. Dirige el Centro de Investigaciones del Arte Argentino y Latinoamericano en la misma casa de estudios. Es autor de varios libros, artículos y ensayos publicados en volúmenes y revistas especializadas del país y el exterior.

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Retrato. El curador destaca la galería de retratos e interiores con naturalezas muertas de Soneira.
Abstracto. Al finalizar la Segunda Guerra Soneira expande su lenguaje abstracto y geométrico.
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"Los mundos de Ernesto Soneira: el esplendor del color y el goce de la vida" es una exposición antológica dedicada a uno de los grandes artistas de Córdoba. Guilermo Fantoni, investigador de arte rosarino y curador de la muestra, describe la trama detrás de su obra.

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