El andamio, ese símbolo de la construcción, de lo urbano, es el origen de una presencia que desacomoda la percepción del jardín del Palacio Ferreyra. Lo situado allí tiene nombre: No todo lo que brilla es oro, una obra de José Luis Torres. El artista cordobés (vive y trabaja desde 2003 en Canadá), autor de intervenciones urbanas en distintas ciudades, presenta en el Museo Evita (Yrigoyen 511) la primera obra de la serie “Autoconstrucciones”, No todo lo que brilla es oro, inspirada en el emblemático parque del museo que fue diseñado por Charles Thays hace un siglo.
“La noción de construcción y de deconstrucción de la memoria de un sitio es algo que me interesa desde hace varios años. Justamente, la relación del Palacio Ferreyra, esta aristocrática mansión de estilo francés, con la ciudad de Córdoba fue el punto de partida”, señala el artista. “Su espléndido parque funcionó como un estimulante laboratorio paisajístico generando un espacio privilegiado para la obra”, agrega. Torres realizó No todo lo que brilla es oro in situ, junto con Mercedes López Moreyra, desde la coordinación.
Para este proyecto, el andamio tubular (“estructura práctica, provisional y autoportante”) le permitió trabajar diversas alturas y formas, y componer una figura “orgánica, viral e invasiva a través de múltiples entrecruzamientos, intersticios y diagonales”.
Torres define su obra como “evolutiva, experimental y, sobre todo, vivencial”, al proponer nuevas formas de habitar el espacio desde el arte público. No todo lo que brilla es oro se liga al imaginario colectivo, afirma el artista. Así lo explica: “El parque del palacio era considerado un sitio prácticamente inaccesible y carente de interés para el cordobés. La obra es un pretexto para apropiarse de él, en una relación directa con su entorno edilicio, integrando el arte contemporáneo a la vida urbana, social y cultural de los ciudadanos”.
Desde el caos
Sus obras buscan poner en evidencia “el caos y las desproporciones de las urbes contemporáneas, partiendo de sus dimensiones social y ambiental”. Además, revelan nuevas identidades, y por lo tanto percepciones diferentes de los lugares que interviene, aspecto muy importante en su obra.
“La espontaneidad y el doble sentido son recurrentes en mi proceso creativo a partir de una mezcla de utopía, de vestigio y de esteticismo que funciona de manera intuitiva, donde la capacidad de evocación de los materiales es determinante”, profundiza.
Para el artista, su instalación escultórica es también un nexo entre el parque y la ciudad, que a la vez “cuestiona la divergencia entre lo público y lo privado, lo exquisito y lo cotidiano, el pasado y el presente, poniendo en evidencia las contradicciones y las ambigüedades que forman parte del imaginario colectivo cordobés”.
Como otros artistas contemporáneos, Torres trabaja desde objetos existentes: “Aludiendo siempre a la vida cotidiana, sacar a los objetos de su contexto original es darle un valor artístico”. En su caso, resalta las cualidades del andamio, estructura funcional “considerada poco estética”: “Inesperadamente, nos damos cuenta de que un andamio también puede ser un objeto estético”. El desafío será, para el espectador, indagar en el sentido de esa materia.
Señales
José Luis produce en constante cambio, con “inicios que jamás se repiten de la misma forma”, atento a las señales de cada lugar. A partir de la ciudad como “entidad heterogénea en constante mutación”, busca relacionar experiencias. Por eso, sus obras son espacios de intercambio.
No todo lo que brilla es oro está construida exclusivamente con andamios, detalla. Para el artista, el andamio es un símbolo ligado a la ciudad y a la vida cotidiana en pleno sentido, “moderna e inestable”. A la fuerte presencia del entorno edilicio, percibe a su obra como un eco: “El público se siente empujado a continuarla visualmente, a asistir a las urgencias de la construcción, a poner a prueba el andamio con el propósito de prever el riesgo, los constantes saltos al vacío, que es donde ocurre el hecho poético”.
Exponer en Córdoba o en otro lugar lo llama por igual a introducir una cierta ambigüedad en el cotidiano de la gente y en el arte, un gesto de provocación para dejar en claro, dice, su disconformidad “con el esnobismo que caracteriza un determinado segmento del mundo del arte actual”.
¿Hay un lenguaje universal? “El lenguaje del arte es el más universal de todos, ligado a las emociones, vivencias y realidades propias del artista”, responde.
Cada experiencia completa y articula continuamente su propuesta artística: “Todo tiene que ver con todo y lo bueno es que el lenguaje, en definitiva, no tiene que ser complicado. El objetivo es que cualquiera puede entender lo básico. Ya seas cordobés, canadiense o habitante del mundo, te puedes volver mi cómplice, entrar con facilidad en mi mundo, compartiendo emociones, sueños y fantasías”.
Para ver “Autoconstrucciones”
La muestra de José Luis Torres “Autoconstrucciones”, No todo lo que brilla es oro, se puede disfrutar en el Museo Evita Palacio Ferreyra hasta el mes de febrero.
José Luis Torres creó sobre la base de la estructura de un andamio una obra inspirada en el jardín del Palacio Ferreyra. El cordobés radicado en Canadá dice que el lugar fue un “estimulante laboratorio paisajístico”.