Cada libro es una nueva página en blanco para Javier Zabala (León, España, 1962), quien ha dejado su inquieta y exploratoria huella gráfica en innumerables volúmenes del mundo entero, tanto en narraciones clásicas como contemporáneas, adultas como juveniles. El actual invitado al Festival Internacional de Literatura de Córdoba es uno de los ilustradores más requeridos de su país, habiendo contribuido con su arte en adaptaciones de Bartleby, el escribiente de Herman Melville y El gato con botas de Charles Perrault (Nórdica), Árboles de Mario Benedetti y Santiago de Federico García Lorca (Libros del Zorro Rojo) o La prosa del transiberiano de Blaise Cendrars (Fondo de Cultura Económica).
Difícil de encasillar en un estilo, Zabala parece reactivar su maquinaria visual ante cada texto que aborda: a veces recurre al vacío del blanco y otras a la saturación, de a ratos al collage y otras al trazo o a la mancha, por ahí se vuelve geométrico y de a ratos más orgánico y realista. El ilustrador asume esa intermitencia: “Yo siempre digo que hay que elegir la técnica que mejor va con tu carácter –dice–. Al principio de mi carrera fui a ver a un amigo que era muy buen profesional, Arcadio Lobato, que está todavía activo. Le enseñé 50, 60 ilustraciones en su casa, desparramadas en el suelo, y el hombre las mira y me dice ‘Todas están muy bien, pero ¿te das cuenta que has empezado cinco carreras y sólo tienes una vida?’. Desde entonces me di cuenta que soy un tipo ecléctico. Procuro que mi carrera sea coherente pero utilizo técnicas mezcladas, a mí me parece más interesante así, de alguna manera he hecho de un error una virtud”.
Y agrega: “Al cocinar una receta tres veces ya no me sale bien, porque me aburre. Ya no me parece una cosa desconocida o que produzca un reto o un descubrimiento. También corre el riesgo de que se produzca esa cosa fea que es el amaneramiento, la búsqueda excesiva de una técnica o un virtuosismo, que se queda muchas veces ahí. De todos modos hay gente que hace lo mismo un montón de veces y le sale cada vez mejor”.
La formación de Zabala supuso asimismo un tantear variado, aunque él tenía las cosas claras desde el principio: “Cuando tenía 18 años quise estudiar Bellas Artes y mis padres me mandaron al psicólogo, que por suerte era un tipo encantador (risas). Acabé en veterinaria, estuve también dos años en derecho, y después de la mili (servicio militar) fui a una escuela de artes en Oviedo, ahí encontré gente parecida a mí. Más tarde todo fue de prisa y ya estaba trabajando a la vez que estudiaba. Antes, cuando todavía no había muchas escuelas, la formación de un ilustrador era como tirarse a una piscina sin saber si estaba llena. Había ilustradores pero no eran conocidos, era una profesión distante de la sociedad. Mi forma de aprenderla fue muy medieval. Hoy hay tantas buenas escuelas que el oficio ha cambiado mucho”, reconoce el artista.
Mayoría de edad
–¿Cuál es tu concepto de ilustrador? ¿Qué define el oficio?
–La gente de Libros del Zorro Rojo dice que hay dos tipos de ilustradores: los que leen y los que no leen, y añaden que prefieren trabajar con los primeros, y yo trabajo para ellos. Es imprescindible que un ilustrador lea, sino sería igual de extraño que un actor o escenógrafo que no va al teatro. Además somos los primeros lectores de muchos libros, lectores sin duda privilegiados. La ilustración es un lenguaje y se nutre de todos los lenguajes, el literario, el cinematográfico, el musical. La idea es que con texto e ilustración puedas formar una tercera lectura.
–¿Cómo ves la ilustración en el mercado editorial actual?
–Los libros ilustrados que había hace 15 años para niños en España y supongo que también en Argentina alcanzaron una profundidad y un calado que interesó a los adultos, que empezaron a comprarlos para ellos mismos. Los lectores van por delante de nosotros. Por otro lado, hace 20 años había propuestas gráficas limitadas, el rubro ha crecido exponencialmente y existen propuestas muy ricas. Los ilustradores hemos alcanzado hace tiempo la mayoría de edad, no tenemos deudas con otros lenguajes.
–¿Hay textos más adaptables que otros? ¿Cuál te desafió?
–Uno de los más complejos fue Bartleby, el escribiente, mi primer libro para adultos, un relato donde no sucede nada. Es un tipo que está escribiendo, una cosa totalmente psicológica, mientras que un ilustrador siempre prefiere una batalla para lucirse. Me sorprendió que fue el mismo Bartleby quien se dibujó, me mangoneó para que lo dibujara como él quería. También fue difícil El pájaro enjaulado de Vincent Van Gogh (Edelvives), tardé cuatro años e hice tres versiones para sólo 12 páginas. Más allá del tiempo, si abordas el libro con sinceridad no deberías tener problemas.
Zabala en el Festival de Literatura y grilla de jueves
Escribir con imágenes. Hoy a las 16, en Centro Cultural España Córdoba (Entre Ríos 40). El ilustrador compartirá su experiencia a través de los trabajos para diferentes editoriales.
La ilustración como lenguaje en el proceso de edición de un texto. A las 17. 30, en CCEC. Participan Javier Zabala y Elisa Canello (Córdoba). Modera: Gabriela Halac.
Además:
Políticas oblicuas. A las 18.30, en CCEC. Participan Gabriela Massuh (Buenos Aires), María Teresa Andruetto (Córdoba) y Liliana Tozzi (Córdoba). Modera: Jorge Bracamonte
Cómo me hice Viernes. A las 20, en CCEC. Charla con Juan Forn. Presentan: José Heinz y Flavio Lo Presti.
Estuve en Lisboa y me acordé de ti. A las 21.30, en CCEC. Estrena la película basada en la novela del escritor brasileño Luiz Ruffato. Charla de Eugenia Almeida con el autor.
El artista español es uno de los invitados al Festival Internacional de Literatura de Córdoba, en el que participa este jueves con diversas actividades. Artista requerido a nivel mundial, Zabala ha ilustrado libros para jóvenes y adultos con estilo ecléctico.