Cuando las historias y sus voces se cruzan, el entramado se hace visible. Y si es un arte ancestral, delicado y silencioso el vehículo, el gesto puede unir culturas, tragedias y buenas voluntades. Desde México llegaron noticias de los colectivos Bordamos por la Paz y Aguas Rojas. Un grupo de mujeres de Córdoba decidió sumarse a la causa. En diciembre Bordamos por la Paz cumple cuatro años en Córdoba.
Las acciones que proponen Sandra Mutal, Daniela Martín, Claudia Abichain y Carola Margara se realizan en lugares a confirmar, siempre con la idea de contar a través del bordado. La Plaza de la Intendencia ha sido el epicentro de muchas reuniones de bordadoras, pero con estos fríos el grupo se mudó. El sábado pasado, por ejemplo, bordaron en el centro cultural La Luna.
"Todo comenzó cuando en México se generó el movimiento solidario con las víctimas de la guerra del narcotráfico, las muertes que no aparecen en ningún lugar. En 2012 nos juntamos y llevamos los pañuelos a México. Los mostramos en la asunción de Peña Nieto, como memoriales. Cuando volvimos nos preguntamos qué podíamos bordar", cuenta Sandra Mutal. Así empezaron a bordar los nombres de los nietos apropiados en la última dictadura, hijos de desaparecidos, y esa acción las ligó a Abuelas de Plaza de Mayo.
La idea siempre fue bordar en la plaza pública. Colgaron los pañuelos para el 24 de Marzo, en ex centros clandestinos de detención, hicieron pintadas para las marchas. Los hilos se hicieron visibles. Tomaron los casos de femicidios no judicializados y no paran de bordar en memoria de los 43 normalistas de Ayotzinapa asesinados.
La trama mantiene los hilos de una historia, la estampa, la dibuja, la interviene en el lienzo, la exhibe. "Son las tragedias de las que tenemos que hacernos cargo", dice Sandra. El grupo hace una síntesis, ‘baja los casos' a la tela y luego la persona que participa puede intervenir el pañuelo como le parezca. La cuestión es bordar, que se lea y se haga visible. "Gesto delicado, pasivo pero potente", define Sandra.
"Ahora estamos bordando Ayotzinapa", señala. Están preparando para diciembre, la historia en pañuelos de la tragedia de diciembre de 2001 en Argentina, con 32 muertos y cinco presidentes al hilo. También preparan el libro que documenta las reuniones en torno al bordado, las ideas, el mate y la contención colectiva.
Ellas hilan fino, narran, retoman la práctica antigua, la relación entre el bordado y la posibilidad de contar una historia. El arte sale en auxilio de lo irrecuperable, dice y comunica. Bordamos por la Paz es una acción de la memoria, una invitación a quien quiera bordar y compartir esa sensibilidad que requiere concentración y amor. El compromiso y el arte público van tomando nuevos caminos y modos expresivos, basta con dar la primera puntada y no detenerse más.
El colectivo de mujeres "Bordamos por la Paz" cumple cuatro años, y este sábado estuvo hilando la historia en el centro cultural La Luna.