Casapueblo, una residencia inolvidable
No es posible pasar por Punta del Este y no conocer Casapueblo, la residencia en Punta Ballena donde Páez Vilaró vivió hasta su muerte. El artista la erigió a fines de la década de 1950 basándose en arte de construcción de los horneros, aunque los especialistas de la arquitectura la comparan con las casas mediterráneas de Santorini. La escultura habitable Incluye un museo, una galería de arte, un hotel y un restaurant. Desde 1994, al momento del atardecer, se realiza también allí la Ceremonia del Sol, un rito recordado por todos los visitantes que pasan por Casapueblo, y que consiste en una suerte de misa en la que se escucha el recitado de un poema dedicado al sol a través de un altoparlante, a cargo del mismo Páez Vilaró.
Su casa-Museo en El Tigre
El artista tenía un vínculo con Argentina y en especial con el Tigre, donde construyó la casa Bengala a partir de los cimientos de una vivienda ferroviaria. “Con mi mujer, recorriendo las callecitas de Tigre, detrás de un matorral descubrimos una antigua casa de madera, caída de hombros, y nos dijimos mirándonos a los ojos que era digna de Hemingway. Hicimos lo imposible para adquirirla y, teniendo de testigo a un perro de tres patas y a un búho que me miraba con un solo ojo, la construimos e hicimos una familia”, recordó una vez.
Su pasión por las llamadas del candombe
Páez Vilaró estuvo vinculado desde muy temprano a la cultura negra uruguaya y los candombes, los tambores y las comparsas. Participaba siempre de los desfiles conocidos popularmente como Llamadas, y de hecho la última, del 14 de febrero, se llamó “Carlos Páez Vilaró” en su honor. Waldemar “Cachila” Silva, director de la comparsa C 1080 con la que desfiló Vilaró hace 10 días, contó a El País que el artista “Era como un padre. La Llamada para él era algo sagrado. Nunca faltó a una. El enorme privilegio que tenía era intentar cumplir con las Llamadas”.
El rescate milagroso
Carlos Miguel, uno de los tres hijos que Páez Vilaró tuvo con su primera mujer, Madelón Rodríguez Gómez (su esposa hasta el presente, Annette Deussen, le dio otros tres), fue protagonista de la tragedia aérea de los Andes en 1972, cuando viajaba con sus compañeros de rugby del Colegio Old Christians de Montevideo. Páez Vilaró, convencido de que su hijo estaba vivo, reclutó voluntarios y se internó en las montañas para buscarlo. Más tarde contó la dura experiencia en el libro Entre mi hijo y yo, la luna.
Además de su impresionante obra, estos cuatro puntos están inconfundiblemente unidos a la imagen del gran artista, compositor y arquitecto uruguayo.