“Sus pinturas no se parecen a las de otros artistas de Córdoba”, afirma sobre Oscar Curtino el escritor Antonio Oviedo en la primera línea de su texto “La invención de las formas” (1938-1994), publicado en el catálogo de la muestra que se exhibe en el último piso del museo Evita Palacio Ferreyra (Hipólito Yrigoyen 511).
Con curaduría de Tomás Bondone (exdirector del museo), basada en el abordaje crítico de Oviedo, esta exposición saca con justicia a Curtino de un largo silencio. La última retrospectiva del artista nacido en San Francisco se realizó en 1987 en el museo Caraffa. La actual muestra incluye principalmente obras de la familia del artista, y también, otras del acervo provincial.
Además de la irreverencia y el desprejuicio que señala en Curtino, Oviedo analiza –consultado por VOS– otros aspectos como el contexto de su producción y, sobre todo, el concepto de invención que sostiene la pintura de Curtino, artista singular escasamente estudiado y por eso desconocido. Curtino inventó un conjunto formas. Eso atrajo su mirada.
El relato de su experiencia es casi un modelo para acercarse al artista: “Curtino había representado a unos personajes cubiertos de atuendos casi deliberadamente aparatosos. Sentí que esas túnicas, esas draperies con formas serpenteantes tenían un determinado efecto sobre la mirada, acaso buscaban adormecerla, fagocitarla, quitarle su capacidad de indagación”. Sin embargo, “en una segunda instancia, advertí que era todo lo contrario, despertaban en la mirada, y en lo que subjetivamente examinaba la mirada, la necesidad de llegar a otros mensajes, a otras capas que permanecían replegadas y a las que sí había que desentrañar o interpretar”.
Para el escritor, Curtino fue “un artista que se mantuvo al margen y que, dándole prioridad a una tarea silenciosa y tenaz, evitó, salvo excepciones, frecuentar a los demás nombres descollantes de la plástica de Córdoba”.
Y que cuando descubre aquello que le interesa alcanzar artísticamente, “un saber estético indisociable de su cabeza de artista, en ese momento arranca una tarea empecinada que ya no se detendrá”.
De esa manera, ensaya Oviedo, “si es indispensable apelar al kitsch, a lo ingenuo, a las ráfagas de surrealismo o a los desciframientos que la pintura renacentista todavía es capaz de liberar (en sus Anunciaciones, por ejemplo), Curtino recogerá todos esos elementos para moldear sus obras”.
En conexión con la modernidad de la década de 1960, Curtino no fue ajeno a su “ebullición y al torbellino, no ignoró que los decisivos nombres de esa época (Carlos Alonso, Ronaldo de Juan, Antonio Seguí, Marcelo Bonevardi, Pedro Pont Vergés, José de Monte, Eduardo Moisset de Espanés, Oscar Brandán, etcétera) igual que él aportaban oleadas de innovaciones y también las desbordaban”.
¿Hay un rasgo distintivo e inconfundible en Curtino? “Si con una palabra fuera factible no digo explicar sino describir muy escuetamente a muchos de los cuadros de Curtino, esa palabra sería: inestabilidad”, sostiene Oviedo en referencia a “ciertas figuras humanas que flotan, u otras que, sin estar en esa misma acción, comparten un mismo estado de volatilidad”. Una ingravidez, agrega, que siempre sugiere su precariedad incluso cuando no es del todo explícita: “Raramente se observan objetos, solamente los cuerpos suelen habitar el espacio de las telas con un desenfado que desconcierta y a la vez apremia a nuestra comprensión por darle un cauce más tranquilizador”.
Siguiendo la idea de invención, afirma Oviedo, “los cuadros de Curtino han fundado su propia tradición”. Y define al artista como un pintor fuertemente atravesado por búsquedas individuales que lo llevaron a recorrer un camino propio donde las influencias o las apropiaciones quedaron en un segundo plano o bien fueron reformuladas.
Las invenciones “siempre ávidas de renovarse” de Curtino le recuerdan el axioma de Elías Canetti, para quien el arte consiste en elegir acertadamente lo que no se hará. Lo que lo lleva a reflexionar: “Las formas que se inventan tienen sus correlatos en determinados hallazgos, surgidos, es obvio, de búsquedas a menudo inciertas. Con esa dialéctica vacilante de lo conocido y lo ignoto, Curtino nutre los horizontes visuales más originales de su obra”.
Para ver
La muestra “La invención de las formas”, de Oscar Curtino, se puede visitar hasta este domingo en el museo Evita Palacio Ferreyra (Hipólito Yrigoyen 511). De 10 a 20. Entrada: $ 15.
La invención de las formas repasa la obra desprejuiciada de Oscar Curtino. Hasta el domingo, en el museo Evita.