Sal, mariposas y las formas de sus alas, el aroma del espinillo, superficies de árboles, texturas de naturaleza, manifestaciones del extrañamiento que producen el arte y la naturaleza al hombre. Las cosas más comunes, incluso Dios, y la neblina envolviéndolo todo. Un viaje, interrogantes y derivaciones en imágenes, visualidad engendrada o motivada en las ciencias naturales.
Es lo que propone la muestra que se exhibe en la Casona Municipal (Rioja y General Paz). Gabriela Acha, Mauricio Cerbellera, Silvana Montechiessi, Dianela Paloque, Manuel Sosa, Paula Roqué y Santiago Viale son los jóvenes autores del segundo avance de “Proyecto Expedición”, radicado en el Cepia (UNC), bajo la dirección de Carolina Senmartin y subtitulado “El objeto más ambiguo del mundo”.
Cada “avance” del proyecto es consecuencia de un viaje. En la Casona está la resultante de la última expedición de los artistas a la Reserva Natural Chancani de esta provincia. “Fuimos con cuatro biólogos del Conicet para intercambiar miradas, ellos nos contaban qué estaban haciendo y qué métodos usaban para eso, nos relataban cómo se plantean las investigaciones en las ciencias naturales”, cuenta a VOS Paula Roqué. “Nos enseñaron métodos concretos”, apunta Mauricio Cerbellera.
La relación entre ambos campos de conocimiento, el de arte y el de las ciencias naturales, se impone en este proyecto. “En el primer avance teníamos muchas ideas sobre la ciencia pero no las habíamos contrastado con los científicos”, agrega Mauricio. Después de este segundo viaje, los artistas descubrieron que son muchas más las afinidades que las diferencias. Encontrar un método personal, que pensaban sólo estaba en el arte, fue un hallazgo. Tanto el artista como el científico van formulando sus métodos a medida que trabajan.
“El del investigador se parece mucho al procedimiento artístico”, resaltan los chicos, que encontraron en la ciencia aspectos “caprichosos y aleatorios”. “En todo caso lo que distingue al científico es que puede replicar su proceso, pero cada investigador elige su camino”, sostiene Mauricio.
“No queríamos comparar sino trabajar en el lugar de la frontera que nos conecta, desde una visión humana del percibir y conocer, desde un lugar común que también es una zona difusa”, reflexiona Paula Roqué. Con esta perspectiva, tomaron como referencia el pensamiento de Elena Oliveras cuando en “El objeto más ambiguo del mundo” plantea con relación a las obras que se presentan como objetos ambiguos: algunos ejemplos: “¿Obra de arte u objeto extraartístico?”.
Cercando la forma
Paula trabajó a partir de los cristales de sal como materia de la naturaleza. Le interesó ver “cómo se acerca el conocimiento científico a los materiales para explicarlos”. Recurrió a gráficos de cristales simétricos, y los llevó a objetos. “Para saber cómo son las simetrías, se usan símbolos de manos, a los que descontextualicé volviéndolos ambiguos”.
Silvana Montechiessi fotografió superficies de troncos y cactus de manera que resulten difíciles de identificar, ya que los confunde con sus propios dibujos. No ir hacia la representación había sido una máxima del grupo.
Si en el primer avance se trabajó sobre los modos de representación del mundo natural, en el segundo la idea fue romper e investigar qué procesos generan obras. Viajaron juntos. “Eso era muy importante, que todos nos remitiéramos a una misma experiencia”, afirma Manuel Sosa.
Silvana también incluye en su presentación un aparato que reproduce el aroma de un espinillo. Hizo extractos de la planta para obtener colores y así pintar según los olores, para que los recuerdos “te lleven a alguna parte”.
A su lado, las mariposas esfinge capturadas por Santiago Viale comparten coloraciones tierra. “Los biólogos nos enseñaron a hacer muestreos de néctar de plantas que son polinizadas (fecundadas con el polen de otra planta) por estas mariposas nocturnas”, cuenta Santiago. El muestreo mide la cantidad de néctar que éstas absorben, y qué flor visitan.
Cuando se posan, las esfinges generan figuras geométricas, dice a su turno Manuel Sosa, que para su obra, sobre la base al trabajo de las polonizadoras, usó además dos métodos de una publicación científica, uno de la biología y otro de la geología: “Mi idea fue tomar las alas de la mariposa para hacer el objeto ambiguo; me olvidé del color y tomé la forma”, explica. A partir de puntos, contornos de sus alas, descubrió juegos de polígonos y así derivó su trabajo en lo geométrico, en círculos y aros. En su obra, afirma, “no hay razones científicas pero el método es ciento por ciento científico”. Reconoce el hermetismo de sus imágenes, para las que demanda indagación.
La muestra continua con obra de Viale, en la que utilizó el interior de semillas de quebracho blanco, un árbol que abunda en el Chancani. El resultado es una textura (a partir de una clasificación), una piel que sus compañeros relacionan con la forma del ala de la mariposa. En la muestra dialogan las obras más naturales con las más artificiales, destacan los artistas.
Mauricio Cerbellera ubicó cuatro espejos en lugares estratégicos, que reflejan algo que suele no percibirse en el techo de las habitaciones de la Casona: “Encuentro una relación con lo ambiguo en estas decoraciones naturalizadas que vienen como estilización de formas naturales”, detalla. ¿Son naturales, artificiales? Lo seguro es que son “representaciones de la cultura en el interior de una vivienda”. Llamar la atención sobre ellas fue el gesto que eligió.
Una ficción a partir de las ideas de hábitat, bosque y expedición construye Gabriela Acha, con tres objetos: a una planta a la que somete al proceso de las estalactitas le otorga un hábitat posible, muy cercano a las ornamentaciones del hogar que está en la sala. En otro objeto decide categorizar a Dios como un animal maligno, en un objeto que se ha caído: “Me pregunto si Dios no es el objeto más impensable y más ambiguo”, dice. Y el tercer objeto es una mochila de leña que vio en un dibujo publicado en un libro de artistas viajeros.
El final de la muestra espera detrás de una puerta. Cuando esta se abre, se debe enfrentar el humo. Adentro, Dianela Paloque proyecta un video de un paisaje visto desde arriba, sobre un triángulo de papel naranja. Una zona del techo iluminada revela que también allí hay paisaje. “Nuestros viajes fueron muy atravesados por la neblina”, relata la artista, que intenta recrear esa sensación: “No se veía bien por dónde íbamos”.
Para ver. Casona Municipal (La Rioja y General Paz). Hasta el 18 de este mes se puede ver la muestra del proyecto radicado en el Cepia (UNC), que dirige Carolina Senmartin. Integrantes: Gabriela Acha, Dianela Paloque, Manuel Sosa, Mauricio Cerbellera, Paula Roqué, Santiago Viale y Silvana Montechiessi.
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La Casona Municipal presenta el segundo avance del Proyecto Expedición, con las obras de siete jóvenes artistas.
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Tuesday, 8 December, 2015 - 19:00
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