Luciano Saracino, porteño de 37 años, no rondó la “primavera” fanzinera historietística de la década de 1990, como casi todos los contemporáneos suyos que, como él, hoy están instalados profesionalmente en el asunto. Por esos años él leía, mucho. Incluso a esos contemporáneos. Y escribía, mucho. Poesía más que todo. Y viajaba. Por el mundo. En uno de aquellos viajes, en la punta de un volcán nicaragüense, se prometió concretar su sueño de ser guionista de historietas. Y lo que siguió, a partir de 2003, fue una erupción.
Primero –por esas cosas de las oportunidades, pero también de las potencias latentes– Luciano se convirtió en autor de cuentos para niños y, en colaboración con reconocidos ilustradores del género, publicó mucho, en varios países y varios idiomas. La publicación de cómics le llegó en Francia y en España antes que acá, donde luego consiguió numerosas ediciones en diversos registros, desde el infantil Las aventuras de Fedey Tomate hasta el “superheroico indigenista” Ich, y se convirtió en uno de los guionistas más destacados de un campo que no lo vio venir.
Entre medio, y mientras también escribía novelas, canciones y crónicas de viajes, le llegó lo audiovisual: guionó las miniseries de la TV Pública La nada blanca y Germán, últimas viñetas (ficcionalización de un tramo biográfico de Oesterheld protagonizado por Miguel Ángel Solá).
Hoy Saracino tiene 60 libros publicados, entre literatura infantil, historietas para distintos públicos y otros. Y mientras no descuida la pantalla –guiona una película de terror que se filmará a fin de año y guionará dos cortos de ciencia ficción a realizarse en 2016– ni la prosa literaria –escribe una novela de terror, y uno de sus cuentos de ciencia ficción aparecerá en una antología junto a relatos de Angélica Gorodischer y Pillip K. Dick–, hace historietas con destacados dibujantes de varias generaciones, dos cordobeses incluidos: Carlos Gómez y Nicolás Brondo.
–¿Cómo te vinculaste con Gómez (hacedor de “Dago” con Robin Wood), quien sólo estaba trabajando para Europa?
–Sugerí su nombre cuando el suplemento Historietas Nacionales de Télam tuvo un recambio de autores. Es un genio. Lo había conocido en un evento de historieta en San Luis y teníamos esa cuenta pendiente de laburar juntos. Me mandó el desarrollo de una historia que él tenía entre manos y nos pusimos a contarla: Kuntur, ambientada en la época de la colonia que se publicará en libro cuando la terminemos. Ahora estamos haciendo cómics unitarios.
–Cómics que tienen que ver con realidades históricas contemporáneas...
–Sí, Télam nos tira un tema y tenemos que desarrollar: “La noche de los bastones largos”, “La Dictadura”, “La Justicia”… Lo bueno de estas “composición tema X” es que te sacan de tu registro, te hacen pensar en otro tono. Y en ese ejercicio están apareciendo cosas muy lindas.
–¿Qué características del dibujante de historietas lo hacen “un genio” para vos y tus propósitos?
–Naturalmente, pido que sepan manejar la dinámica de la historieta, los climas... Pero antes que nada, me gusta trabajar con artistas con personalidad propia que le pongan su energía a contar historias. Me siento cómodo si el dibujante con el que trabajo está cómodo. Y un dibujante está cómodo cuando le ofrecés una historia que él quiera dibujar...
–¿Y a Nicolás Brondo, de Llanto de Mudo, con qué historia lo motivaste?
–Con Nico estamos involucrados en proyectos desde hace años. Publicamos un libro que se llama John Crowley, cazador de leyendas, por Aique y destinado a público juvenil. Ahora estamos haciendo algo totalmente diferente: la vida de Cayetano Santos Godino, más conocido como El Petiso Orejudo, mal conocido como el primer asesino en serie de nuestras tierras. Como todavía estamos inmersos en el proceso creativo, no puedo decir para dónde vamos. Pero si está Brondo en el dibujo, no te esperes algo normalito.
–“A mí nadie me contó ningún secreto. A mí nadie me dijo cómo era. Tuve que caminar solito para arriba, y me costó muchísimo”, decís en una entrevista. ¿Nadie? ¿Ni una puntita?
–Nadie. Jamás. O, mejor dicho, muchos: sé escribir historias, si sé hacerlo, por la cantidad de historietas que leí en mi vida. Por los autores que me fueron marcando la vida. Inconscientemente, me fui haciendo una voz que tiene sus voces, adentro. Pero nunca hablé con ninguno hasta que fui escritor. Y con algunos no hablé ni hablaré jamás. Oesterheld, Wood, Trillo. De ellos tengo lo esencial. Las columnas de mi modo de contar. Más grande, me sentí muy identificado con las obras de Neil Gaiman y de Stephen King. Hay de ellos en cierta cadencia de las frases. Y es casi inevitable que admire a los que caminan este camino conmigo: Rodolfo Santullo, Diego Agrimbau, Diego Cortés…
–En el velorio de Diego Cortés dijiste “Él era el mejor de nosotros”.
–Sí… “Nosotros” somos los guionistas que llegamos después del diluvio, post 2001, una generación con historias para contar distintas de las que ya se han contado. Y Diego no sólo tenía eso, sino que lo tenía único. Cuando él me contaba, me cuenta, una historia, yo siento que todo el universo se detiene para disfrutarla. Sumale que era poeta, novelista, editor... un universo en una sola persona. No sé muy bien cómo merecí la amistad que me regaló: yo soy un pibe que cuenta historias, y él era un extraterrestre que podía todo.
–¿Tres insoslayables de un buen guion?
–Que la idea te conmueva hasta tal punto que no quieras salir de ella, que cuando pienses en ella te aparezca una sonrisa, o un escozor, o algo. Luego, trazar el camino, tener un mapa para no perderse. Cuando lo recorramos, iremos para dónde queramos; pero a mí me es de vital importancia evitar los pantanos. Por eso escribo el argumento en cuadernitos antes de sentarme en la computadora a guionar. Y tercero, tiempo al tiempo: cada comida requiere su tiempo de cocción, y las historias también. No las apures ni las dejes reposar más de la cuenta. Paciencia es la palabra mágica.
Charla y apertura. En Docta Cómics, Luciano Saracino dictará un taller de guion –cuyo cupo ya está cerrado– este viernes por la tarde, y luego, a las 19.30, brindará una charla abierta al público. El festival arranca oficialmente a las 18 con una charla de los autores locales de proyección internacional Alejandro Burdisio, Juan Ferreyra y Fernando “Junior” González con el periodista Andrés Valenzuela. Docta Cómics tuvo su previa el jueves con la inauguración en el mismo Centro Cultural España-Córdoba (Entre Ríos 40) de dos muestras que celebran los 20 años de la editorial Llanto de Mudo y homenajean a quien más la impulsó: el autor y editor Diego Cortés, fallecido hace casi dos meses.
Luciano Saracino, escritor todoterreno con predilección por la historieta, llega al festival Docta Cómics que se desarrollará este fin de semana en el Centro Cultural España Córdoba. Está trabajando con los cordobeses Carlos Gómez y Nico Brondo.