“El juego de Milo” es el título elegido para la muestra que inaugura esta noche en el Museo Barrilete, una invitación a recorrer y adentrarse en el universo de uno de los artistas plásticos más conocidos de Argentina, célebre por sus obras en las que aparecen “figuras de ojos grandes almendrados”, como describen desde el Museo, y un uso de los colores plenos, con una presencia casi estridente. Esa combinación hace de los trabajos de Lockett no sólo algo inmediatamente reconocible, sino que estrecha un fuerte vínculo del artista con la percepción de los niños.
“Sé que estoy muy emparentado con ellos, hay muchos chicos que simpatizan con mi obra”, responde Lockett con respecto a ese lazo. “Se sienten referenciados por la imagen, un imaginario distinto al de otros artistas. De alguna manera se sienten parte. Me suele pasar que se me acerca algún chico y me dice ‘yo dibujo mejor que vos’, y eso para mí es una cosa maravillosa”.
Esa idea de “sentirse parte”, en la muestra de Barrilete, adquiere un sentido mucho más concreto. Al igual que en otras muestras anteriores de este espacio, “El juego de Milo” tiene un gran porcentaje de interactividad, para que los más jóvenes puedan sentirse parte del asunto. Sabina Villagra, directora del museo, explica que “todo está pensado para interactuar con la obra” y pone como ejemplo los talleres en donde se estudiarán diferentes aspectos de la obra del artista chaqueño.
“Hay varios espacios”, agrega. “Está ‘Miradas’, donde se analiza ese aspecto en las obras de Milo; otro es de sus ‘animales fantásticos’, que es una de sus series conocidas. También hay un taller que no está referido directamente a su obra, pero sí a la expresión, a la búsqueda de los artistas, con obras emblemáticas de la historia del arte”. Ese recorrido histórico, instalado en un pasillo, comienza con las pinturas rupestres, pasa por escuelas emblemáticas (el barroco, el cubismo) y llega a expresiones más modernas, como el pop art.
“Queremos contar que el hombre siempre buscó formas diferentes de expresarse. La de Milo es una búsqueda más, al igual que todos los artistas. Queremos plantearles a los chicos que tengan su propia búsqueda, su modo particular de expresión”, señala Villagra.
La muestra también incluye un sector biográfico, pero planteado de forma no tradicional. “Mostramos al artista en una búsqueda, como una persona que, en el caso de Milo Lockett, tuvo un fracaso importante en su vida: hasta el 2001 se dedicó a la industria textil, hasta que su empresa se fundió. Entonces, queremos rescatar el valor del fracaso, plantearlo como una posibilidad, como algo que puede ser bueno”, dice la directora. “Está contado muy gráficamente. Hay actividades en las que les preguntamos a los chicos su opinión sobre pintar, si hay que ser muy estudioso, si cualquiera puede empezar. A veces la Plástica es muy reducida en los colegios, son expresiones son cada vez más acotadas”.
La idea de esta muestra fue una propuesta de Barrilete hacia Lockett, quien asegura que es una exposición muy diferente a cualquier otra que haya realizado. “Es la primera vez que soy parte de una muestra de estas características. Estoy muy contento por la generosidad del museo, por cómo respetan la obra y cómo logran que los niños se acerquen desde otro lugar”.
Luego amplía la idea: “El público infantil es muy exigente. Ellos te eligen. Son híper sensibles, no están contaminados. Muchas veces, cuando escuchás que dicen de alguien que ‘dibuja como los niños’, es algo verdaderamente difícil, porque los chicos son muy honestos al dibujar, tienen una imaginación totalmente distinta a la de una persona mayor. Son directos. Son crueles y son buenos al mismo tiempo, no tienen filtro”.
“Los adultos, en cambio, pensamos mucho más: en lo pictórico, en la forma, el color, el lenguaje –añade–. Es un gran orgullo que los chicos se interesen por tu obra. Y es un fenómeno muy interesante que un museo se ocupe de ellos, del hecho de hacerlos participar. No es una muestra más para mí. Que interactúen con mi obra me parece una genialidad”.
Arte para todos
El lugar que ocupa Milo Lockett en el arte argentino es bastante singular. Tiene tantos adeptos como críticos, y muchas de estas observaciones radican no únicamente en su obra, sino en su forma de circulación. Las reacciones que genera en el mundo del arte son similares a las que provoca el ilustrador Nik entre los humoristas gráficos. Pero mientras que a este último se le critica que toma ideas ajenas para sus propios trabajos, a Lockett se lo relaciona con el marketing. Entretanto, uno y otro son inmensamente populares en lo suyo y tienen una fuerte adhesión en el público más joven.
“También queríamos rescatar eso, que es un artista discutido”, explica Villagra. “No es un indiscutido, como Quino, por ejemplo, a quien ya le hemos dedicado una muestra en Barrilete. En el caso de Milo, hay mucha gente que le gusta y mucha gente a la que no, la sociedad está un poquito dividida en relación con él. Y es un tema interesante para discutir con los chicos, qué pasa con estas personas discutidas, qué tienen de valioso esta clase de debates”.
¿Montar una muestra para niños, como es el caso de “El juego de Milo”, puede reforzar la mirada despectiva hacia Lockett o, por el contrario, erradicarla? La directora sostiene que ni una cosa ni la otra. “Cuando pensamos en Milo, lo hicimos desde esa dicotomía. Lo vimos como una búsqueda, una forma de sostener un proyecto y su propio mundo. No hay mecenas que le pongan plata, él se procura sus medios”, dice.
Luego añade: “No sé si él tiene un límite para lo que hace. Hay cosas que me gustan, otras que no, pero es un humano y puede decir ‘hasta acá llegué’. Nosotros, desde el museo, tratamos no de validar lo que hace, sino de mostrar esa búsqueda. Y no dar un mensaje de exitismo, porque queremos mostrar artistas que tienen otras formas de hacer su trabajo”.
“Además, me interesa mucho el aspecto solidario de su obra –agrega Villagra–. Algunos dicen que es marketing, pero a mí me parece algo muy sincero, porque hace muchas cosas que no tienen prensa. Hay murales suyos en lugares muy lejanos, y eso no sale en los medios. Por eso es importante no quedarse con una sola parte, sino verlo en su total amplitud. A mí Lockett me parece un artista muy interesante para mostrar a los niños”.
Más allá de esta muestra puntual, las obras de Milo Lockett suelen aparecer sobre cualquier tipo de superficie, desde el armazón de unas gafas hasta una mochila, desde el ploteado de algún auto hasta las paredes de un bar, como es el caso del local que el artista inauguró hace poco en una galería de Güemes. ¿Se ha planteado alguna vez un límite para el soporte y la circulación de su obra?
“Para mí todos los soportes son válidos”, responde Lockett. “Te cuento una anécdota. Un año atrás, en una charla en la Universidad de Genova, hablamos de las modificaciones de la arquitectura en los últimos 50 años. Por ponerte un ejemplo, la cocina hoy tiene un protagonismo que antes no tenía. Ahora es un lugar de encuentro, casi como un living. Eso mismo pasa en el mundo del arte”, dice.
Luego desarrolla: “En otras partes del mundo, el arte ya está integrado a los objetos cotidianos. Acá todavía pensamos que el arte es para pocos, pero no existe esa elite, porque no lo pueden sostener. El arte nos hace más sensibles, nos hace mejores personas, por eso le tiene que llegar a todos. Eso en el mundo está cambiando y nosotros no nos tenemos que quedar afuera. El arte también sufre las modificaciones de la globalización. Está muy metido en el diseño, en la convivencia de lo cotidiano, casi todo tiene arte hoy”.
Datos útiles
“El juego de Milo” se puede visitar desde el 26 de junio en Barrilete, Museo de los Niños (Recta Martinoli 7857). Para más información, comunicarse al (03543) 421-1027.
Este jueves inaugura El juego de Milo en el Museo Barrilete, una muestra apuntada a los niños con mucha interactividad y propuestas didácticas sobre la obra del artista chaqueño.