El jueves, la apertura del ciclo 2015 en el Centro Cultural España Córdoba (Entre Ríos 40), teñida de memoria por el tributo al periodista y escritor Daniel Salzano, se vivió como una tarde plena de propuestas para asimilar. Las puertas de ingreso a la antigua casona recibían desde el vamos con arte. A partir de allí, zaguán, salas de exposición, el patio del aljibe, el pasillo, los baños, y el jardín al final, se convirtieron en un largo camino de postas que esperaban a los espectadores con sonidos e imágenes.
La cosa había empezado temprano, hacia las 19, con los ecos de la obra sonora y visual realizada por el equipo del centro cultural, en colaboración con el artista local Julio Catalano. Pero, al entrar, era raro percibir lo empañadas que estaban las puertas de vidrio en el ingreso, intervención gráfica de Néstor Alarcón. Ya en el zaguán, un ojo atento quizá haya detectado la secuencia de sobres vacíos agrupados, de Ars Moriendi Cuerpo en Estadio, obra de Mariana Mallada. Ambas propuestas integran el espacio “Arte a la Parrilla-En Vidriera”, primera posta del recorrido.
Mientras, en las tres salas del España Córdoba inauguraba la exposición “Vacío”, de los artistas Manuel Pascual, Guadalupe Aller y Ezequiel Ludueña, invitando a desentrañar cada proyecto como una muestra en sí misma. De regreso al patio, en la zona del aljibe, por un lado, uno se podía sentar a mirar la proyección (en el Espacio Permanente de Reflexión sobre Derechos Humanos) del filme documental Ese pibe no robó (como parte del Programa Jóvenes y Memoria, de la Comisión Provincial de la Memoria de La Matanza, de Buenos Aires), sobre la desaparición y asesinato del joven Luciano Arruga. Y en el mismísimo aljibe, se estaba cerca de La rebelión de las aguas, de Alfredo Zamora, micro instalación sonora del ciclo “Historias de Agua”.
Hasta aquí todo tranquilo, con el vernissage en marcha. En el Espacio Suelta de Globos, el curador Iván Lomsacov recibía a los que llegaban con la primera muestra del ciclo denominado “A cuatro Puntas”: “Ojos grandes, miradas oblicuas” (Cortes de manga 2). Los muros despuntaban las imágenes en cuadritos, de autores de historieta “con estilo o influjo japonés”: Miljaus Aparicius (Córdoba); Keiten Group, representado por Sergio Gómez (Chubut); Studio XIII (México) e Isabel Terol (Alicante, España).
Siguiendo el camino, quien tuvo necesidad de adentrarse en los baños mixtos, o sabía de antemano que allí se encontraría con algo, pudo ver las contundentes imágenes de Santiago Flores. Se presentaba en gran porte La celebración de la muerte (una mirada sobre el Día de los Muertos en Oaxaca, México), en el espacio de fotografía documental “La Realidad”, que coordina Martín Villarroel Borgna (alias Fulano).
La niña del pozo
Hacia las 20, la acción de Constanza Pellici volvió a congregar a todo el mundo en el aljibe. Todos están expectantes, porque ella sale y luego se sumerge en el pozo y no se sabe qué pasará. Como acción del espacio de performance, Pellici emerge nuevamente y va sacando de a poco las extremidades. Su figura esbelta, enfundada en un sensual vestido negro, lleva adosaba algo extraño. “¿Qué otros habitan un cuerpo? ¿Qué voces en silencio buscan espacio resonar?” eran las preguntas que ella había anunciado previamente en pos de “mover, escuchar, pensar”, con “la promesa del canto que vendrá”, y que después de varios minutos de silencio salió con fuerza de su pequeño cuerpo, como un gruñido.
Su poesía dicha o cantada salía, más que de su boca, de todo su cuerpo. A paso lento, lento, avanzaba entre el público en dirección al último patio (era ya muchísima la gente que se había llegado al lugar, y costaba ver de cerca la acción).
Constanza Pellicci “no es una niña/No es una serpiente/tampoco una pipa/quizá es un bicho o muchos/una Alicia desnuda/blanca/con una voz negra/arrastra membranas de origen, larvales/...y se desarma un minuto después”, había escrito Clelia Romanutti como anticipo de la performance, y es lo que se vio y oyó. Constanza atravesando con su silencio a veces, o con su voz atravesando la extraña trompa, con movimientos mínimos pero eficaces, moviendo la masa humana, hasta despejarse en el patio, seguir componiendo imágenes con su sombra, hasta treparse al techo y desaparecer de la vista.
Un “Vacío” partido en tres
La muestra “Vacío” reúne a Manuel Pascual, Ezequiel Ludueña y Guadalupe Aller en torno al vacío como estado potencial y creativo. Las casi invisibles fotografías, mínima presencia agrisada de color y soporte, inician el círculo de Pasaje, de Aller. Luego, hay pistas, a decir de Christian Román, autor del texto del catálogo. Una mirada enmarcada en el rostro entrado en años asoma en un video, hay objetos enfrente que se supone son de esa señora que nos mira. “Guadalupe colecciona fragmentos de abuela, que administra y exhibe celosamente”, detalla Román en su texto Pistas de un rapto amoroso.
En otra sala, Ezequiel Ludueña propone imágenes de algo que sucedió en un territorio o terreno, una imagen abierta, densa, cargada de infinitos y diminutos elementos que a la vez se muestran en su más cruda simpleza. De Universitas son las fotografías que presenta en el ámbito oscuro, como un ritual.
Del otro lado, Manuel Pascual sorprende a todos: Adentro del lado de afuera (la frase tomada de una canción del brasileño Arnaldo Antunes da título a su instalación que tiene curaduría de Belkys Scolamieri) son 165 collages construidos con tarjetones, tarjetitas, afiches y volantes de propaganda de todos los colores y formas y contenidos que se pueda imaginar, piezas gráficas que el artista recolectó de la calle entre 2008 y 2013. Un friso gigante de imágenes que circulan en papel, tan palpables, tan físicas, de su eterno Observatorio Urbano que el artista supo crear en imágenes fotográficas.
Para ver. Las muestras que se exhiben en el Centro Cultural España Córdoba (Entre Ríos 40) se pueden visitar de lunes a viernes de 10 a 14 y de 16 a 21.30. Teléfono: 433-2721.
El homenaje al escritor y periodista se realizó en el Centro Cultural España Córdoba, que además muestra otras propuestas.