Un paseo por las cornisas que separan la realidad de la ficción. Así define Paola Spalletti el universo de imágenes de su proyecto Impermanente, que por estos días se puede ver en tres espacios de la ciudad, en el que conviven objetos y esculturas, fotografías y videoarte, en un “recorrido caprichoso” por sus pensamientos.
Se puede seguir la huella de Impermanente en la planta alta del museo Genaro Pérez (General Paz 33); en el Cabildo Histórico (Independencia 30); y en la galería de arte Sasha D. (Bulnes y Pringles). Agrega Paola: “En Caseros y Obispo Trejo, uno de los cubos de la escultura de Luis Bernardi está intervenido con imágenes de esta serie, que realizamos durante la feria Mercado de Arte Eggo”. Estas “postas simultáneas –afirma– proponen un juego de encuentro con la obra”.
En el museo Genaro Pérez se genera un clima intimista y a la vez distante entre espectador y obra: le gusta pensarse como “una ladrona de espacios-tiempos de reflexión”. Allí, Paola exhibe 17 piezas de diferentes lenguajes, casi toda la serie producida hasta la actualidad. En el Cabildo Histórico, en cambio, “por su concurrencia masiva, pasa algo que me asusta y fascina a la vez: la gente se apropia de la obra”.
La mano en la arena
En el Cabildo, la escultura de arena (lo impermanente, dice Paola), una obra moldeada sobre una pila de chinelas, está acompañada por una imagen fotográfica de la misma escultura tomada horas antes de la inauguración (lo permanente). Durante La Noche de los Museos, cuenta Paola, “la gente metía mano en la escultura, los niños le hincaban sus deditos, los adultos de manera disimulada –escapando a la mirada de los guardias de sala– la acariciaban y se limpiaban tímidamente los restos de arena que se escurrían entre sus dedos, otros jugaban a intentar desmoronar esa especie de castillo de arena, familias y jóvenes se sacaban selfies. Debo confesar que me costó comenzar a disfrutar, hasta que comprendí que la obra estaba siendo en ese instante”. Cada tanto, Paola pasa a ver cuánto resiste la obra. La galería de arte es otra cosa, dice: “La obra convive en un clima de ‘oda al encuentro’, el bon vivant, el vernissage, el chin chin entre artistas, obras, galeristas, coleccioniszas), la cámara, y en una hora obtuve la primera imagen”.
–¿Te interesa esa zona difusa entre realidad y ficción?
–Justo ahí. Esa nada indecible, esa cornisa entre la realidad y la ficción, allí ocurre mi obra. Me gusta pivotear desde un modelo de incorporación-transformación de recuerdos oníricos inconscientes y la conversión de esas ficciones al plano de lo real: lo irreal se vuelve real y no hay imposibles. Habitualmente escribo lo que sueño. Pasa el tiempo, a veces años y de repente surge la obra y de la obra surge, sólo a veces, una serie.
Este año sus fotografiás fueron seleccionadas por segunda vez para el Visionado de Portfolios de Photoespaña.
–¿Primero fue la fotografía?
–Sí, es el lenguaje expresivo que practico desde hace más de 12 años. Mis reflexiones o sueños generalmente me devolvían imágenes, algunas se completaban en sí mismas dentro del lenguaje fotográfico, otras necesitaban movimiento y sonido dándole lugar a los videos, y actualmente se revelaron a la bidimensión llevándome jugar con los relieves y texturas de la pintura, hasta abarcarme por completo con objetos escultóricos.
La fotografía es la más distante de las artes, sostiene Paola, quizá por eso sintió la necesidad de impregnarse, ensuciarse “y probar el sabor del riesgo que conlleva la imprecisión de la pincelada, el moldeado... volverme obra”. La idea de juego, una constante en su trabajo, la vuelve “niña, exploradora, genuina”.
–¿Te inspiró el mar?
–La playa, el mar y su sonido nos transportan en general a situaciones relacionadas con tiempos de ocio, vacaciones. En mi caso, el mar me relaja y tensiona al mismo tiempo, lo contemplo de lejos, es un inminente peligro. En Impermanente vino para traer algo y llevarse otra cosa, sólo es cuestión de tiempo, de allí la impermanencia del ser que transita de la nada al ser y a la nada otra vez.
Un recorrido por Impermanente, proyecto que la artista Paola Spalletti presentó en el museo Genaro Pérez, el Cabildo y la galería Sasha D.