El universo entero bajo techo, el espacio exterior condensado en las paredes de un espacio interior. Y no cualquier universo, sino uno personal, reconocible, una constelación genética y artística que Dolores Cáceres viene trabajando en la serie Atlas y que ahora se desprende en “Poéticas del cielo”, la muestra que puede verse en The White Lodge. Círculos astrales, señales de neón místico-urbanas, espirales, frases borgeanas y juegos de espejo y espacio integran la exposición, que tiene a la home-gallery de Pablo Mrakovich y Georgina Valdez como inmejorable aliada, puertas y pisos y ventanas de departamento antiguo que le dan un aura surreal al trabajo de Cáceres, haciéndole honor al nombre de la galería (The White Lodge está sacado de la serie Twin Peaks): con sus luces titilantes, su clima misterioso y su simbolismo potenciado, “Poéticas del cielo” parece emerger de una película de David Lynch o de un episodio particularmente sobrenatural de True detective.
Con sus referencias recurrentes al cielo y al infierno (“Que el cielo exista aunque nuestro lugar sea el infierno”, citan dos de las obras, mientras que un cartel de aires callejeros enciende las palabras “Cielo” e “Infierno” en direcciones opuestas), la muestra hace explícito su tironeo entre dos mundos, uno celestial y otro terrenal, uno exterior y otro interior: lo público, en ese sentido, dimensión con la que ha trabajado Cáceres con su alias Dolores de Argentina, se anula completamente en “Poéticas del cielo”: la exhibición apunta a los extremos, al universo y al yo, al lejano cielo estrellado y al refugio interior.
Una serie de fotoperformances que hacen de introducción lo resumen todo: las manos desnudas de Cáceres, rayadas con lapicera azul, desentrañan una galaxia propia y gestual, un mapa a escala de lo que se viene, el recorrido hipnótico por cinco obras lumínicas que se debaten entre la sensibilidad y la metafísica, la técnica y la magia, la realidad y el sueño.
“'Poéticas del cielo' es una propuesta de sitio específico, está pensada desde el lugar conceptual que la galería me propone -dice Dolores Cáceres, quien en una de sus obras-carteles de luz supo alterar hace poco el nombre original de la galería por el más autóctono “De Uait Loch”-. Las interferencias del espacio público quedan anuladas y la obra toma posición y se apropia del lugar. Se adhiere a los muros. La luz lo invade, lo tiñe y convierte al recorrido en una experiencia que se relaciona con el cuerpo. Cada pieza está instalada pensando en la relación del cuerpo del espectador con la obra, su aproximación y escala”.
¿Hasta qué punto lo público se desintegra en el aura celestial de la muestra? Cáceres: “Sin dudas que en relación a trabajos anteriores 'Poéticas del cielo' puede considerarse un repliegue. Sin embargo, hay una escultura que le habla desde el interior a la ciudad. Es el cartel 'Cielo/Infierno' instalado entre las dos ventanas que miran a la Avenida Olmos. Ese conjunto construye la obra y queda en evidencia la contradicción de un cartel que debería estar colgado en el exterior, ingresa al lugar y lo contradice creando una tensión singular”.
Neón universal
A decir verdad, Dolores Cáceres está lejos de quedarse entre cuatro paredes: ha sido invitada por segunda vez a la Bienal de la Habana en mayo de 2015 (donde fue seleccionada por su cartel anti-mercado No vendo nada), estará presente en la Feria Pinta de Miami con María Casado Home Gallery y el cartel de neón Hecho en América Latina, ha sido convocada a exponer en el Museo Castagnino de Rosario y está en tratativas de una retrospectiva para el Museo Caraffa. Así y todo, “Poéticas del cielo” es hoy la expresión más inmediata y cercana de su obra y de Atlas, su ambiciosa serie en expansión.
“Atlas significa la continuidad de obras anteriores que se le parecen y se le separan -expone la artista-. Es un gesto que quiere reconstruir todos los caminos en el cielo, los que caminé y aquellos que creo haber caminado entre el caos y el orden de las estrellas. Me interesa el acto de hacer. Que la obra exista. Pongo las cosas en conjunto y utilizo la memoria para construir. ¿Cuántos cielos vi? ¿Cuántas estrellas conté? Su origen se vincula a lo poético y desde ese lugar aparecen nuevas ideas. Toda práctica artística comienza con una toma de decisiones y una elección de actitud. Parto de una idea, doy una puntuación”.
-¿Qué significan las rayas en las manos?
-Las rayas de las manos responden a una cita secreta, nuestro universo dibujado en las líneas de la mano como fractales. Cuando empecé Atlas como una lectura poética de las constelaciones en un espacio público (en Tecnópolis 2012) busqué un mundo liminal, un borde, como un dibujo en mi memoria, un axioma. Como la síntesis de todos los cielos que vi. A partir de allí imaginé el misterio de la lectura del cielo en las líneas de mi mano. Las fotos de la muestra son testimonio de una performance en la que escribo mis manos buscando ese cielo en un laberinto de líneas. Es una manera de intervenir mi cuerpo.
-Venís trabajando hace mucho con el neón y la luz. ¿Qué relevo hacés del material?
-El primer neón que exhibí fue en la Galería de Jaime Conci hace más de 25 años. En ese momento histórico de la postdictadura existía en mi una urgencia por lo contemporáneo y encontré en el neón esa cualidad. Me cuesta abandonarlo porque lo considero un señalamiento. Su origen específico es la señal, el cartel en la ciudad. Llevarlo a un interior es contradictorio y refiere a la contracultura y a la contrapublicidad. El neón es un gas que se excita con la electricidad y es expansivo, egoísta, te pide toda la atención y lo consigue. Vivo con neones en mi propia casa y me relaciono con ellos de manera intelectual y emocional. La luz del neón es poética y fría a la vez. También trabajé con el fuego en El artista señala en la Bienal del Fin del Mundo y en Amén en la Bienal de Curitiba, que actualmente está exhibida en la Casa del Bicentenario en Buenos Aires.
-¿Por qué “Cielo” e “Infierno”?
-La idea de los antónimos comenzó en La Plaza Partida, un espacio público que me invitó a construir la Universidad Siglo 21 a principios de año y que tiene un desarrollo de más de 20 metros. El punto de partida fueron 20 antenas que la universidad tenía guardadas, sin uso ni futuro. A partir de ellas imaginé esta plaza donde reinterpreto las antenas y construyo un espacio nuevo, lineal y a la manera de una formación. Cada una de ellas lleva una inscripción de color azul y en su conjunto está concebido con cierto carácter musical. En esa tensión enfrenté un juego de antónimos. La simpleza natural del día que supone la existencia de la noche, la vida de la muerte. Asimismo la luz se opone a la oscuridad, la virtud al vicio, el recuerdo al olvido, el amor al odio. Esta contradicción se refleja en el pensamiento, en los conceptos, en las teorías e incluso en las condiciones históricas y sociales actuales de manera absoluta y relativa. La antonimia parece ser un mal de época.
Muestra.“Poéticas del cielo” de Dolores Cáceres puede verse en The White Lodge (Emilio Olmos 15, 4N) los jueves y viernes de 19 a 22, hasta el 28 de noviembre. Contacto: estudio@thewhitelodge.com.ar. Entrada libre y gratuita.
En la muestra “Poéticas del cielo”, que se presenta hasta fin de mes en la casa-galería The White Lodge, la artista visual Dolores Cáceres traslada su obra a un espacio a la vez astral e interior.