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La soberanía del afecto

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La soberanía del afecto que caracteriza los vínculos de amistad, ¿es transferible al hecho curatorial? ¿Es posible que la intimidad por la cual uno accede a las obras de otros se convierta en un criterio de curaduría? Estas son algunas de las preguntas que guiaron el desarrollo de “Asuntos internos”. Carla Barbero, curadora de la exposición, se valió de las condiciones de tiempo y espacio propuestas por la galería El Gran Vidrio para abordar una problemática presente en las reflexiones que circulan en torno a la curaduría: la amistad como interrogante. La muestra reúne obras de tres artistas (amigos) no en función de un eje temático conceptual previamente definido, sino a partir de una valoración del camino conjunto transitado y de la intimidad que dicha cercanía permite a la hora de curar una exposición.  

Asuntos internos

Según Carla Barbero, la posibilidad de ahondar en los procesos artísticos implica necesariamente tiempo. Si no es factible contar con ese tiempo, entonces la intimidad y la cercanía previa con otro se abre como posibilidad. En sus palabras: “Yo ya tenía un camino allanado acerca de lo que cada uno hace. Entonces no me preocupé por lo que tenían en común, sino en poder profundizar en sus obras. Me importa el asunto de cada uno. Poder sentarme y escuchar lo que tenían para decir sobre sus trabajos fue un ejercicio interesante, tanto desde la curaduría como desde la amistad, y a lo largo de ese proceso mis preconceptos también se fueron modificando”.

“Asuntos internos” es el rótulo con el que se designa al departamento que investiga a los propios policías. Así, desde el título de la exposición, se ponen en evidencia los interrogantes propuestos, estableciendo asimismo un diálogo con la palabra “comisariado”, que es el modo en que se designa a la curaduría en España. El juego de sentido apunta a realizar una autocrítica sobre la propia práctica curatorial y sus posibilidades, poniendo al descubierto el hecho de la amistad como punto de partida.  

Cosmogonías

Sobre pequeños trazos de telas encontradas, Laura del Barco construye pensamientos en forma de “nadas”. Valiéndose del hilo como recurso, las finas líneas de colores van configurando un microespacio tridimensional, a la manera de cosmogonías abstractas. Las pequeñas dimensiones involucradas en cada obra obligan al espectador a realizar un acercamiento corporal para romper la distancia y acompañar los recorridos de las líneas y sus intersecciones. 

“Desbordar”, nombre de la serie de obras exhibidas, alude a un proceso de deconstrucción que la artista viene realizando desde hace algunos años en relación a su producción. La disrupción tiene que ver, por un lado, con quebrar una tradición académica, geométrica y muy marcada por el rigor formal, y por el otro con el cambio de las dimensiones y la materialidad de sus obras: “Luego de una etapa de lejanía, cansancio y un poco de saturación con el arte comenzó un proceso que tiene que ver con deconstruir lo que venía desarrollando y volverlo cada vez más mínimo. Antes trabajaba con obras muy grandes e intervenciones en el espacio. Ahora ya no siento esa pretensión. Me interesa llevar las obras al límite de la nada, un ‘casi nada’ que a la vez es un montón. Es un mundo rico en sí mismo. Y la materialidad del hilo me fascina. Eso mínimo que tiene: es solo línea pero me permite jugar en el espacio”. 

Sensualidad oculta

Vivimos en la era de la saturación de información. Cada día consumimos miles de imágenes que pasan por nuestra retina sin ser procesadas. Miramos sin ver, observamos sin detenernos. Que una fotografía nos interpele y conmueva parece una experiencia cada vez más difícil. Sin embargo, a veces, algunas imágenes lo logran. 

Las fotografías de Carola Desiré son de este tipo. Según Carla Barbero, la obra de Carola explora la sensualidad como dispositivo. Y si bien la sensualidad y el erotismo podrían ser sus “asuntos”, los relatos que proponen son siempre inconclusos y misteriosos. Roland Barthes decía que “sin aventura no hay fotografía”, y en las fotografías de Desiré lo que se pone en juego es una aventura íntima, oculta y sobre todo compositiva. 

Son imágenes que juegan con lo plástico, quiebran los cuerpos para permitirles ser otra cosa. Cuellos, quijadas, caballos, mujeres y perros se torsionan de espaldas a la cámara y generan interrogantes y preguntas. ¿Qué les ocurre a los personajes? ¿Hacia dónde van? ¿Qué buscan? 

“Vengo ocultando los rostros porque creo que todos están haciendo algo importante, por eso sus rostros se encuentran sumergidos en sus acciones. Me gusta sacarle la tensión al rostro y abrir el juego a las formas del cuerpo. Ver cómo circula la mirada y dejan de ser lo que son para volverse otras cosas, algunas reconocibles y otras no tanto. Figuras abstractas y nuevos puntos de vista del cuerpo”, afirma la fotógrafa en un ejercicio de auto comprensión de su propia mirada.

Aquí la plasticidad de las imágenes es lo que adquiere mayor relevancia. Los cuerpos buscan perder las etiquetas insertándose en situaciones críticas, promoviendo posibilidades de lectura. 

Vida encuadernada

Durante más de ocho años, Tomás Alzogaray Vanella dibujó en cuadernos. A modo de registro biográfico, la extensa producción da cuenta de una clara unidad estética en lo que refiere a trazos, líneas y técnicas. A la vez, implican un “modo de pensamiento”, tal como es interpretado por su curadora, quien destaca la dimensión política de los dibujos, sin caer en una mera descripción epocal. 

La selección de imágenes habla de su vida, de su tiempo, dando forma a una constelación de imaginarios contemporáneos a toda una generación atravesada por preguntas similares. 

“Asuntos internos” incluye varios de estos dibujos y dos intervenciones de gran tamaño en el galpón de El Gran Vidrio que buscan cambiar la escala para pasar a formar parte del espacio expositivo. En palabras de Tomás: “En cada cuaderno tomo una excusa, un tema a desarrollar y una técnica definida. De ahí no me muevo. Así desarrollo un discurso, una poética determinada. Mi idea fue tener un cuaderno por cada año de mi vida, una especie de diario íntimo en capítulos. Algunos son profundos, dolorosos. De alguna manera he hecho catarsis de cuestiones que me corroían en este reencuentro con México, donde viví ocho años de mi infancia, donde dejé mi apéndice, literalmente. Otros son más poéticos, divertidos, juguetones, pavos. No mantengo una línea clara, sí la contundencia del trabajo que no ha cesado en estos años”. 

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La soberanía del afecto
Autor: 
Florencia Magaril
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Laura del Barco, Carola Desiré y Tomás Alzogaray Vanella son los artistas y amigos cuyas obras integran la muestra “Asuntos internos”, que exhibe El Gran Vidrio.

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Fecha y Hora: 
Saturday, 27 September, 2014 - 15:30

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