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Un creador de geometrías hipnóticas: Murió el artista Eduardo Moisset de Espanés

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De la matemática, la geometría, la arquitectura y la música extraía Eduardo Moisset de Espanés las leyes que ponía a jugar en su pintura. El artista cordobés, fallecido este miércoles a los 88 años, fue el creador de una obra sumamente original, que combinaba una investigación rigurosa con procesos creativos llevados al campo visual.  

Vinculado a las corrientes de la abstracción geométrica y el arte concreto, durante más de seis décadas desarrolló sus indagaciones pictóricas dentro del universo de la “geometría generativa”, dispositivo teórico que enlazaba con sus obsesiones por la música dodecafónica, las lógicas alternativas, la ciencia y los juegos experimentales. 

A partir de la aplicación de leyes y cálculos, obtenía una forma enigmática de poesía visual, imágenes abstractas, basadas en la precisión de sus procedimientos e investigaciones numéricas, y al mismo tiempo cargadas de una fuerza hipnótica.

Ese método de trabajo tiene fecha de nacimiento. Fue un 10 de abril de 1959. “Puse unos puntos en un papel y empecé a hacer una ley de crecimiento. Me metí en lo generativo sin saber que existía”, contó el artista en una entrevista con La Voz del Interior . Desde entonces, profundizó su obra haciendo pié en el estudio de las posibilidades visuales del Cuadrado Mágico, los Puntos Generadores, la Línea Cerrada Generadora y otros métodos.

Realizó su primera muestra en 1961, junto a quien sería su esposa, Ana Seguí (hermana del pintor Antonio Seguí). El público local, contó el artista en eso mismo diálogo con La Voz, acogió esa exposición con “cuatro palabras que me liquidaron: Esto no es arte”. 

“La gente más formada no conocía el arte concreto, el arte con base matemática; a mí me quedó como anécdota”, señalaba sin ningún rencor.

Nacido en Córdoba en 1932, Moisset de Espanés cursó estudios de Arquitectura en la UNC y tuvo como maestro de pintura en la Escuela de Artes a Ernesto Farina. En 1965 viajó a Alemania, donde vivió cuatro años. 

En 1968 asumió como docente en la Escuela de Artes, donde creó la cátedra Lenguaje Plástico Geométrico, en la que fue titular hasta el año 2000.

En 1972 participó en la exposición colectiva “Geométricos de Córdoba”. En la década de 1980 realizó muestras de sus investigaciones en el campo de la pintura numérico-generativa y participó en exhibiciones de arte argentino en ciudades de Latinoamérica. En 1992 creó el Instituto de Investigaciones Plásticas. 

La mayor retrospectiva de su trabajo se vio en 2012 en el Museo Emilio Caraffa. La exposición  “Forma continua: investigaciones visuales 1959-2012” ocupó tres salas del museo provincial y tuvo curaduría de la artista e investigadora Carina Cagnolo, autora de una tesis sobre su obra y sus métodos peculiares.  

Querido pintor

Moisset de Espanés era una figura muy querida en el medio. En su muro de Facebook, el fotógrafo Gabriel Orge escribió: “A lo largo de los años tuve la oportunidad gracias a Carina Cagnolo de reproducir gran parte de la obra de Eduardo Moisset de Espanés. En esas largas sesiones a él le gustaba mucho conversar sobre el proceso de su trabajo, los cálculos que lo llevaban a tomar determinadas decisiones sobre formas y colores. Pude penetrar en ese laberinto plagado de recovecos que van dando forma a esas estructuras, pude sumergirme en ellas a través de la lente y de sus palabras. Muchas gracias Eduardo, que sea un buen viaje”.

La muerte del pintor repercutió en redes sociales. “Qué pena, gran artista, gran profesor y excelente persona”, expresó el escultor Tulio Romano.

“Buen viaje para el gran maestro !!!! Su legado, su maravillosa obra, su poética siempre estará acá con todos nosotros”, se despidió el dúo que conforman los artistas del bordado Chiachio & Giannone.

“Seguía pintando y dibujando. Estuvo en conexión con la obra hasta último momento. Me contó que estaba leyendo unos tomos sobre historia de la matemática. Ya se había leído dos veces cada libro. Estaba conectado igual que siempre con su metier y sus intereses”, señala Carina Cagnolo, quien primero fue su alumna y luego se desempeñó como docente junto al pintor en la cátedra Lenguaje Plástico Geométrico. 

Moisset llegó a la Escuela de Arte de la UNC en 1968, convocado por su director, el arquitecto Raúl Bulgheroni,  con el objetivo de renovar lo que en la vieja academia de bellas artes era la geometría clásica. Recuerda Cagnolo que su condición fue: “Si yo puedo hacer lo que yo quiero, le entro”.

Su pedido para dar clases era que lo dejaran “colocar el arte geométrico como el eje y no como estaban haciendo, geometría separada del arte”, en palabras del propio artista.

“Su trabajo tuvo un desarrollo muy interdisciplinario, tomaba cosas que vienen de la arquitectura, de la ingeniería, de la matemática pura –analiza la curadora–. Fue muy singular en muchos de los métodos que creó. Tenía una base en el arte concreto, aunque también lo contradecía en muchas cosas. Moisset trabajaba, por ejemplo, con una cierta ilusión de espacialidad, algo que la teoría pura y dura del arte concreto no aceptaría. Iba creando sus propios métodos más allá de cualquier teoría”.

Cagnolo lo evoca como una persona muy afectiva y al mismo tiempo muy racional: “Hay que tener en cuenta que  su hobby, cuando dejaba de pintar y buscaba descansar su cabeza, era ponerse a armar rompecabezas de miles de piezas. Era muy mental. Su propia poética era muy racional, pero como docente era muy abierto a todo, estaba permanentemente tratando de entender los nuevos lenguajes y comportamientos en el arte”.

El tipo de lenguaje artístico que Moisset desarrolló y enseñó fue un camino solitario. “No solo su obra, sino la orientación artística de su obra. Córdoba tiene una hegemonía expresionista, pictórica, y Moisset, al igual que otros, quedó muy aislado”, describe la investigadora.

Cagnolo recuerda que el artista decía: “En definitiva, lo que hago no es arte, es investigación. Es teoría”.

“Decía mucho ese tipo de cosas –añade–. Quería sacar a la obra de la mera experiencia estética o la mera apariencia. Por un lado, le encantaba que alguien flasheara con su trabajo. Por otro lado, apuntaba a un proceso mental, que involucraba descubrimiento y mucho tiempo de investigación”.

Una muestra realizada en el Museo Carafa ocho años atrás recorría la obra de Eduardo Moisset de Espanés (La Voz/Archivo).

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