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Historias de mujeres fuertes

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Palabras, sonidos, imágenes, relatos, plantas, cajones de madera y canciones dan forma a dos piezas de gran tamaño que buscan repensar colectivamente experiencias de dos grupos de mujeres dentro del proceso migratorio. Según sus realizadoras, Melina Alzogaray y Antígona González, la instalación La multitud del ala contra el vientoes “un intento de materialización plástica de la memoria. Es abrir un espacio en el tiempo para pausar, y a partir de ahí, dejarse entrar en las alternativas infinitas de las historias de estas mujeres latinoamericanas y las nuestras”. Historias de mujeres migrantes. Encuentros diferentes, distantes en el tiempo, espacio y contexto, pero que se conectan por dos atributos de identidad: ser mujeres y estar atravesadas por el proceso migratorio en México. 

Las Patronas

Amatlán de los Reyes, Veracruz, México. Un pueblo cafetalero. Dos niñas regresan del almacén con el pan y la leche del día. Para llegar a su casa deben cruzar las vías del tren. En ese instante, el tren intercepta su camino y atraviesa el pueblo. Colgados en el techo o agarrados en el espacio entre vagón y vagón, uno de los cientos de migrantes que viajan día a día en el tren del horror para llegar a la frontera con Estados Unidos les grita desde arriba: “¡Madre, dame ese pan que traes allí!”. Ante el pedido, las niñas no dudan y les arrojan el pan y la leche, mientras el tren continúa su andar. Así nacieron Las Patronas.

Desde entonces, hace más de 16 años, un grupo de 15 mujeres se organizan para cocinar y “aventarles bolsas de comida” a los cientos de migrantes que cada día viajan a bordo de “La Bestia” (como llaman al tren que atraviesa el país de sur a norte y acaba en la frontera entre México y Estados Unidos). 

Melina Alzogaray comenta: “Estados Unidos es el país que más migrantes recibe en el mundo y México es la única frontera para llegar hasta él, por lo que toda la pobreza centroamericana debe cruzarlo. Si sos moreno e indocumentado, es casi imposible atravesar la frontera por tierra, ya que está militarizada. El único modo es viajando en ese tren, que no es de pasajeros sino de químicos y cereales. Es un viaje muy peligroso, no sólo por las condiciones en que se viaja (colgados, atados, sujetados entre sí para no caer) sino que además el trayecto está controlado por los narcos que van exigiendo cuotas para poder avanzar. A una mujer la violan entre cuatro y ocho veces durante el viaje. Y como viajan de modo ilegal, no pueden subir y bajar en las paradas oficiales sino que deben hacerlo con el tren en movimiento”. 

Las Patronas son la contrapartida de ese horror. El tren no para. Ellas lo escuchan llegar y salen corriendo con carretillas llenas de comida y botellones de agua. Desde el interior del tren se oye el grito de “¡Llegaron Las Patronas!”, unas señoras gordas que se paran firmemente al costado de las vías y van lanzando una a una las bolsas de comida. 

Las Monarcas

A la par del trabajo con Las Patronas, el proyecto reclamaba trabajar con mujeres migrantes. Fue entonces que Melina y Antígona, a través de Amnistía Internacional, se contactaron con un albergue de refugiadas de un barrio periférico de la Ciudad de México. La Casa Espacio Refugiados del Parque Ramón López Velarde es un lugar de solidaridad para mujeres migrantes centroamericanas, sudamericanas y haitianas, donde se ofrecen talleres de oficios y cajas de ahorro, y que funciona como una cooperativa para la defensa de sus derechos. Ellas conforman el grupo de Las Monarcas y llegaron a México entre las décadas de 1980 y 1990, la mayoría huyendo de la guerra. 

El encuentro con ellas no fue tan sencillo: “Llegamos a contarles que queríamos trabajar con ellas y su primera respuesta fue negativa –recuerda Antígona–. Nos dijeron que ya habían trabajado con mucha gente que al final se llevaba sus historias y nunca más regresaba. De tantas veces que fuimos, accedieron a conocer el proyecto. Y así fue que comenzamos a hacer un taller de historia oral durante tres meses y reconstruimos sus historias de vida”. 

Las artistas

Melina y Antígona se conocieron en la Ciudad de México. Ambas acababan de llegar al DF, en un proceso migratorio diferente al de las Patronas y Monarcas. Sus exilios fueron decididos, motivados por ansias profesionales y personales. Sin embargo, en el proceso de realización de la instalación advirtieron que los puntos de conexión y entendimiento con las mujeres iban más allá de las diferencias. 

Antígona nació en Monterrey, al norte de México. Toda su vida convivió con la migración. “Siempre vi pasar a los migrantes por mi ciudad. Muchas de mis vecinas llevan más de 10 años sin ver a sus esposos porque no han podido regresar”, comenta Antígona. Ella es actriz, y fue desde la actuación con la compañía Teatro Línea de Sombra que comenzó a trabajar con temas de migración.

Melina se define como una argentina que nació en México. Hija de historiadores exiliados, nació allí pero se crió en Córdoba. Luego de vivir cuatro años en España, regresó a México y terminó de darle forma a su proyecto “Memoria Migrante”, que fungió como disparador para la conformación del colectivo “A contrapelo”, a cargo de la instalación que hoy se exhibe en Córdoba. 

Melina: “Sentía la necesidad de reflexionar sobre mi identidad personal, sobre quién soy. Creo que la historia de todas las personas hablan sobre mí y mi historia habla sobre todos. Trabajar con mujeres migrantes no me era tan ajeno porque en cierta forma nací migrante. Soy un poco nómade”. 

La instalación

La multitud del ala contra el viento utilizó la metodología de la historia oral como su principal herramienta. A través de talleres con las mujeres, las artistas fueron construyendo espacios de reflexión en torno a sus identidades. Todo el proceso fue filmado y grabado. Con ese material se conformó un archivo de la memoria compuesto por audios, fotos, transcripciones y videos. En ese momento surgió la pregunta acerca de cómo traducir todo eso en algo accesible. Sistematizar sus historias y los pequeños pedazos de ellas. “El grito debía ser fuerte”, pensaban las artistas buscando el modo de invocar sus relatos a través de algo vivo, dinámico y sensible. 

Según Antígona, la instalación busca generar una alquimia entre la historia oral, el trabajo etnográfico y el arte: “Creemos que se puede trabajar con lo documental como proceso pero al final es a través del arte que se abre la posibilidad de sublimar todo ese archivo, democratizarlo para que cualquier persona pueda entender lo que está sucediendo.” Y Melina agrega: “Es importante hacer un trabajo que de algún modo cambie el mundo. Trabajar con historia oral e involucrarse con la gente te permite ayudar a que se propicien espacios para la reconstrucción del tejido social, algo tan dinamitado en estos tiempos en los que pareciera que nadie quiere ayudar a nadie. Hay un montón de gente que lo está haciendo y aporta un granito de arena. Sostenemos la necesidad de involucrarse políticamente”.

Para las artistas es importante destacar que el proyecto se pensó como una producción conjunta y horizontal. En paralelo a la instalación, se realizó una obra de teatro protagonizada por cinco mujeres Monarcas que cobraron un sueldo como actrices (se siguen haciendo funciones en distintos estados mejicanos). En este sentido, el proyecto propone un giro en el trabajo del arte con comunidades específicas, ya que uno de los objetivos propuestos fue no utilizar únicamente sus historias como recurso, sino también legarles una herramienta de trabajo para su desarrollo personal y económico.

La muestra. La multitud del ala contra el viento puede verse hasta el 25 de junio en el Pabellón Argentina de la Ciudad Universitaria.

Según la Secretaria de Gobernación en México, 150 mil migrantes cruzan el país anualmente, la mayoría centroamericanos. Organismos de la sociedad civil aseguran que son 400 mil. Muchos de ellos recorren 2.600 kilómetros, principalmente en trenes de carga, debido a que el gobierno de México en pacto con el gobierno de Estados Unidos ejerce un fuerte control represivo sobre las personas indocumentadas en tránsito. Gran parte de estos hombres, mujeres y niños viaja de dos a tres meses desde diferentes lugares de Centroamérica. En promedio, sólo el 15 por ciento consigue llegar a su destino. Cerca de 15 mil de ellos son secuestrados en México cada año por diferentes grupos de delincuencia organizada, los mismos que controlan los trenes de carga. No hay una cifra exacta sobre los desaparecidos, pero se calcula que ascienden a 10 mil. *

*Fuentes: CNDH (Comisión Nacional de los Derechos Humanos), Amnistía Internacional México, Periódico Sin Embargo

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Historias de mujeres fuertes
Autor: 
Florencia Magaril
Imagen: 
Las artistas: Melina Alzogaray (izquierda) se crió en Córdoba y Antígona González es mejicana. / Foto: Raimundo Viñuelas
La instalación invita a ver y a escuchar historias terribles, pero que también hablan de ayuda y de solidaridad. / Foto: Raimundo Viñuelas
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Melina Alzogaray y Antígona González presentan una obra que recurre a la historia oral para hablar sobre el proceso migratorio en México y sobre el rol de las mujeres. 

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Fecha y Hora: 
Saturday, 21 June, 2014 - 14:45

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